CORRESPONDENCIAS ANIMADAS ( de ayer y de hoy)

Dando cuenta de ese otium cum dignitate que se  ha agrandado al sumarse el confinamiento por ahora parcial a mi condición jubilar,( se) me han ocurrido estas líneas:

«Con la perspectiva que da el tiempo histórico, se perciben unas extrañas correspondencias entre determinadas expresiones teóricas (también relativas al arte o a la literatura) y específicas coyunturas socio- políticas.

Así, el auge del marxismo leninismo y de las teorías realistas durante la guerra fría o en el contexto de las dictaduras occidentales como las de Franco o Salazar.

O, después, la difusión de la cultura denominada postmoderna a lo largo de los ochenta , como una reflexión débole que acompañó al pasotismo social y a la destrucción de los partidos obreros y los sindicatos de clase.

Posteriormente, el neohegelianismo victorioso y hollywoodiense de Fukuyama y sus adláteres neoconservadores tras la caída del muro de Berlín y la expansión del único imperio sobreviviente.

Después, el ascenso discursivo de las microidentidades, obviando siempre la condición de clase en un capitalismo cada vez más afianzado y parapetándose en la multiculturalidad y en  la diferencia sistemática.

Recientemente , la eclosión panfletaria de los gran-nacionalismos en su vertiente más populista, reivindicando derechos propios de la época colonial en un ambiente global neo-imperialista con atrezzo de la Guerra de las Galaxias.

Últimamente la subsución disciplinaria social con ocasión de la pandemia del COVID-19, con elogios paralelos,  más  o menos  explícitos ( Byung-Chul Han )   a la jerarquía implícita del «modo de producción asiático» en los que lo distópico se ha convertido en utópico apuntando hacia una nueva hegemonía…

Acerca de este tipo de correspondencias ya habló el hoy tan olvidado Karl Marx intentando demostrar que no eran en absoluto extrañas sino perfectamente coherentes, y en su estela profundizaron, apartándolo del mecanicismo originario, Karl Mannheim o el mismo Rober K. Merton que a su vez le corrigió.  Y también Nietzsche se interesó por ellas de manera indirecta, defendiendo la historicidad de las verdades y de las mentiras según mostraban las  sucesivas investigaciones de su proyecto genealógico.

De todo lo cual habría de deducirse la imposibilidad de un acceso puro al arte, la literatura o la filosofía ( también a la política), ya que todo acceso inocente, no teniendo en cuenta el contexto histórico ,  social  y discursivo ( aquí, de nuevo, Michel Foucault), remitiría a una alegre incomprensión y probablemente también  al engaño entusiástico cuando no demagógico…Correspondencias animadas de ayer y de hoy…»

Y , bueno, las publico aunque ,de tan severas y dominicales, se me haya ido el yo… y quizás hasta el oremus

Angel Mari (UNZUETA)

Menudo y nervudo como eran los pelotaris de antaño- por cierto, creo que todavía jugaba un partido de pala a la semana – lo conocí como Vicario General de la Diócesis de Bilbao, en transición entre los obispos Ricardo Blázquez y Mario Iceta. 

Siendo también profesor del DECA en la Escuela de Magisterio Diocesana -BAM, me lo encontraba con frecuencia entre pasillos o en el nuevo y ancho ascensor que nos llevaba hasta las aulas tras la reciente rehabilitación del edificio.

En las reuniones, a las que acudía en representación del obispo, se mostraba directo y terminante, aunque, eso sí ,daba cuenta brevemente de las discrepancias: sabía perfectamente que dado el carácter jerárquico de la institución aquellas sesiones no tenían al cabo sino un carácter meramente consultivo.

No sé porqué, quizá por una extraña combinación de las afinidades electivas, en varias ocasiones me tocó sentarme junto a él en las comidas de empresa, y pronto me percaté de que, en medio de la alternancia entre el euskera y el castellano, disfrutaba mucho soltando frases en latín que yo entendía perfectamente – ¡Ah viejos tiempos bajo el maestrazgo de Santiago Segura!- y también comentando algunos versículos escogidos de la Biblia que yo había estudiado a mi aire en la Biblioteca Loyola bajo la mirada amable del padre Echarri, y él ,por supuesto, sistemáticamente : si no recuerdo mal su obra preferida era el Libro de Job y la mía era- y lo sigue siendo – El Éxodo, ese manual básico de los milenarismos todos.

Probablemente por aquel sentido de la jerarquía implícito en su cargo, asumió la defensa del proyecto de transformación de la parcela que ocupa la Escuela de Magisterio diocesana en el barrio bilbaino de Abando en una gigantesca mole arquitectónica, supuestamente multifuncional y que en principio iba a ser un centro formativo, cultural y pastoral. Y como a mí aquello me pareció un delirio inmobiliario, algo así como la construcción de un corte inglés episcopal , ambos nos dimos cuenta de que no merecía la pena volver a hablar del tema.

La última vez que le estreché la mano estaba a punto de cesar como Vicario General, abandonando el camino de una merecida mitra ante la nuevas perspectivas que se estaban abriendo en la Diócesis . Hace poco ha fallecido a los 67 años…Y yo me he quedado con las ganas de seguir debatiendo con él El libro de Job, aunque fuera en una esquina del Patio de los Gentiles…Requiescet in pace, Angel Mari…

EL PASEO (como recurso de última instancia)

Nunca he practicado ningún deporte competitivo, probablemente porque no reunía las condiciones físicas para ello y las metafísicas me echaban para atrás. Tan solo cuando en la cincuentena dejé el karatedo – que no creo que se pueda considerar un deporte- probé un a modo de jogging que hube de dejar pronto a raíz de sendas fascistis plantares en ambos dos pies.

Sin embargo, siempre me ha gustado pasear. De las andadas contritas de mi adolescencia en la negra provincia de Miguel Sánchez-Ostiz pasé a las extenuantes y barojianas del Madrid de los ochenta y a las más moderadas de los noventa en la Venecia del Norte. Y siempre, fuera donde fuera, no dí por conocida ciudad alguna – soy paseante más bien urbano- hasta no haberla recorrido barrio tras barrio, día tras día.

Ahora bien, mi paseos han sido y son los de un «parsimonioso flâneur» – que diría Siri Hustvedt  al alimón con Paul Auster – es decir que consisten más bien en vagar por las calles abierto a las vicisitudes y a las impresiones que salen al paso. Algo a lo que los sicilianos llaman «fare il signore» porque supone una desocupación previa o jubilar y que en mi originaria ciudad del humo dormido de Ángel María Pascual se glosa como «ir de propio».

Comento todo esto porque a la vista de las aleatorias restricciones que se van anunciando y denunciando al calor de la pandemia del COVID-19, y visto que ya hasta tomarse un café en un banco de un parque puede resultar problemático ( y probablemente pronto, punible), por ahora , a quien pueda, siempre le queda la posibilidad de cogerse un autobús, viajar hasta el final de la linea mascarilla mediante, y volver tranquilamente paseando mientras se contempla el paisaje y el paisanaje…En fin, como diría Iberdrola con subliminales e inconscientes connotaciones marxistas, el paseo como recurso de última instancia…

MARIO VARGAS LLOSA Y LOS ADJETIVOS

Celebraba hace poco Mario Vargas Llosa sus treinta años como escribidor de la serie de artículos amparados bajo el título Piedra de toqueen el periódico EL PAÍS.

En el texto conmemorativo, tan jubiloso como jubilante, el escritor peruano -nacionalizado español y ya elevado a la élite del papel couché– daba cuenta del proceso de escritura de dicha serie, destacando que siempre ha tenido en cuenta «la frase con que, dicen, Raimundo Lida iniciaba sus clases en Harvard:< Recuerden que los adjetivos se han hecho para no usarlos>».

Y, a decir verdad, este rotundo consejo me ha resultado sorprendente, pues se contrapone directamente al tantas veces repetido del escritor catalán Josep Pla, que decía que escribir consistía mayormente en encontrar los adjetivos precisos.

La distinción puede parecer banal, pero en realidad despliega una gran trascendencia, pues en ella reside la inclinación hacia la descripción o hacia la opinión. Y es que ocurre que , como también afirmaba Pla, opinar es fácil, pero describir es muy difícil- hay quienes piensan, por cierto, que con poner una cámara delante «ya se describe».

Y es que describir implica matizar y mucho, algo que choca contra el interés de la representación fácil, abstracta y por ello muy manejable ( también políticamente) como ya puso de relieve Roland Barthes en su obra Lo Neutro .

Desde luego, cada cual es muy libre de opinar, pero, frente a aquello de que que todas las opiniones son respetables habría que recordar que en realidad lo son las personas , pues las opiniones son justamente de lo menos respetables , al menos en el sentido de que haya que aceptarlas sin más y sobre todo porque procedan de supuestas voces autorizadas- ¡ Ah viejo «argumento de autoridad» tan vinculado siempre al delito de desacato!

Pero las descripciones, y más si son abundantes en adjetivos, ya no son tan fáciles de rebatir porque exigirían una descripción alternativa, análoga y no meramente lógica, lo cual exige mirar mucho y detenidamente, algo que va contra la inmediatez acelerada de los tiempos que corren.

Pero bueno, quizás en esta duración ralentizada que están resultando ser las diversas formas de confinamiento, se dé la ocasión para mirar un poco más y un poco más detenidamente…Y encontrar ese adjetivo adecuado a la hora de querer transmitir algo, en vez de repetir la cantinela de abstraciones adobada de estadísticas hiperbólicas a que estamos tan acostumbrados…

EL ERTE, EL ERE…Y EL CIERRE

A media mañana, bajo la luz amarilla del flexo, mientras corregía una vez más las páginas de un futuro libro sobre el «zoon elektronikón» , esa forma de socialización a través de la redes electrónicas que se va imponiendo paulatinamente, unos gritos acompañados por irritantes toques de sirena, me han sobresaltado.

He abierto la ventana y , bajo una luz blanca, casi cenital, he visto un par de cientos de hombres y mujeres, ordenados en varias filas indias, desfilando tras una pancarta en la que se oponían al cierre de su empresa. La marcha iba muy lenta, y sin solución de continuidad se podían escuchar varias consignas, entre ellas una que me ha llamado particularmente la atención: «¡Menos gestores, más trabajadores!»

He cerrado la ventana y me he quedado pensando. La empresa, supongo, será una de las muchas que habrán pasado del ERTE al ERE, y del ERE al cierre, con el consiguiente deterioro de la red industrial pero también, y acaso eso sea lo más importante, con la consecuencia terrible del paro insospechado hace apenas algunos meses.

Sí, este es un efecto de la pandemia del COVID-19 que al pertenecer al mundo de la más profunda infraestructura social, no ha cobrado el relieve mediático del cierre de la hostelería que, al cabo, afecta a todos y a todas, por no hablar de lo relacionado con la enfermedad, que acapara titulares a cualquier hora del día.

Es posible, además, que la situación sanitaria esté generando en el mundo laboral, un efecto similar al que se está produciendo en la educación , el comercio, o el ocio, cada vez más digitalizados, y que a fuer del teletrabajo, «los gestores» estén aprovechando la coyuntura para llevar a cabo una silente reordenación del sector industrial.

Y, claro, frente a la labor silenciosa de «los gestores», solo quedan los gritos de «los trabajadores», utilizando una de las formas clásicas de protesta como son las manifestaciones, un último recurso para, al menos, dar cuenta de algo que también está ocurriendo por mucho que se obvie en esos tweets audiovisuales en que se han convertido la mayoría de los informativos televisivos.

Pero constatar es solo constatar: en los tiempos de la Transición, cuando por fin se reconoció el habeas corpus y los abogados podían estar presentes en los interrogatorios «oficiales», la policía golpeaba a los detenidos en su presencia y los letrados tan solo podían constatarlo en sus papeles, por si luego el juez en cuestión tenía a bien tenerlo en cuenta…

También en este ramo laboral hay no una sino varias constataciones,así que es de esperar que los jueces tengan a bien evaluar con la claridad y distinción que quería Descartes, la solicitud de cada ERTE, de cada ERE y de cada cierre…

LOS MENCHEVIQUES ( y el baile de la yenka)

«Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante,detrás…¡Un,dos tres!». Así se cantaba el baile de La yenka durante aquel verano del 65 en dura competencia con La chica ye-yé de Conchita Velasco, mientras más allá de las fronteras del franquismo tecnocrático sonaba, por ejemplo, (I can’t get no) Satisfaction de unos casi inmóviles Rolling Stones.

Yo tenía diez años y habría de esperar todavía tres para enjugar las lágrimas de mi abuela Agapita mientras veíamos a Julio Iglesias cantar en la TV en blanco y negro, aquello de «la vida sigue igual» que encabezaba mi anterior columnilla y que me ha puenteado hasta aquí el comentario de un buen amigo.

Época ye-ye, sí. Pero el esquema mental de aquel baile debió de quedárseme en el cerebro reptiliano, acaso porque en espacial metáfora, tras varias vueltas, uno acababa tres puestos más adelante de donde se encontraba al principio, lo cual que era una promesa, aunque tímida, de liberación.

Quizá por ello, cuando, cuatro años más tarde, fui captado ( avec plaisir) por una sierva de Stalin para militar en la conjura judeo-masónica disfrazada de comunismo -internacional-pagado-con-el-oro-de-Moscú, no me resultaron nada extrañas las tesis del camarada Vladimir Ilich Ulianov (a) Lenin, expuestas en su libro Un paso adelante , dos pasos atrás, en el que criticaba duramente el revisionismo menchevique que, amagando ir hacia adelante, tiraba de la manga chaquetera hacia atrás.

Posteriomente, ya en fase post-maoísta ( ah, mon Dieu! )estas dos referencias espaciales se me fueron cruzando en una balumba infernal, y no hago mas que descubrir mencheviques bailando la yenka, o sea dándole a lo de «izquierda, izquierda, derecha, derecha» sin moverse del sitio por aquello de salir en la foto.

Me decía otro sí el mentado querido amigo y agudo corresponsal que hubiera hecho mejor en escuchar en mi adolescencia rochapeana aquello de «The times are a-changing» del reciente Premio Nobel Bob Dylan, muy popular en aquellos tiempos en los ambientes alternativos. Es posible. Pero entonces, y durante todavía muchos años, no veía yo mucho atisbo de cambios…Así que me quedé con La Yenka.

Y la verdad, que me ha sido de cierta utilidad sobre todo para descubrir neo-mencheviques de esos que practican solapadamente “el cinismo, a veces disfrazado de un pragmatismo disfrazado de eficacia histórica disfrazada de la virtud de la prudencia” ,como decía el también trans-comunista Manuel Vázquez Montalbán…

LA PANDEMIA ( y «la vida sigue igual»)

No deja de ser sorprendente cómo a pesar de los rigores positivos y negativos de la pandemia del COVID-19, la vida sigue igual.

Así, más allá de la mar océana , en el Norte un despeinado y mal esfoliado Trump se niega a reconocer la victoria del maratoniano Biden mientras despliega una cohorte de varias centurias de abogados alrededor de su club de golf. Y en el Sur, el siempre echado p´alante presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, ha dejado claro que su país debe “dejar de ser un país de maricasacojonados por un virus…que ha dejado ya 163.000 muertos. Y en ocurriendo todo lo anterior bajo las miradas horizontales, impasible el ademán, del oso ruso y de la garza china.

Otro sí , y en las Españas, quienes habían pedido una y otra vez que la izquierda abertzale «cambiara las bombas por los votos» y se integrara en los vericuetos democráticos, ahora se revuelven en llantos y crujir de dientes porque a HB se le ha ocurrido decir que a lo mejor puede apoyar los presupuestos pendientes.

Unos presupuestos tan expansivos como keynesianos en los que se atisba la sombra lógica del vice del gobierno español que, por cierto, ha cambiado al efecto sus corbatas desanudadas por otras con doble nudo Windsor sobre las que se va colocando ,camisa mediante, unos trajes que parecen diseñados por algún ( o alguna, of course) quintacolumnista de su propio partido. Esperemos que como parece que le ocurrió al obispo Carranza, de tanto quemar huesos de herejes y leer sus pestilentes obras para católicamente combartirlas, poco a poco no se convierta en heresiarca.

Pero mayormente, como decía, hay que constatar que «la vida sigue igual» como ya proclamaba un joven Julio Iglesias ( menores de cuarente, consulten la wikipedia) , al menos mientras lo permita ese bichito que se puede eliminar con un simple lavado de manos con jabón y que , any way, tanto está dando la tabarra…

SERIES (o,»aquí ha pasado algo»)

Otro de los efectos constatables de la pandemia del COVID-19 ha sido el retiro, total o parcial, hacia el mundo doméstico.

Así La República Independiente de Mi Casa, como publicita una conocida multinacional sueca, se ha constituido en el referente máximo de la convivencia y este espacio reprogramado ha suscitado también una reprogramación del tiempo, una y otra más o menos conflictivas por novedosas: ha sido necesario volver a pactar explícita o implícitamente los lugares de la casa y el ritmo de los quehaceres.

Aun así, y más allá de los ires y venires de quienes no se han podido sumar al trabajo a distancia, la percepción de la duración parece haberse hecho más aguda sobre todo tanto en cuanto ha sido difícil no mirar al reloj.

El resultado de esta última dinámica es que, de pronto, ha habido mucho tiempo cronológico y, salvo excepciones , esas de las que algunos y algunas se habían reclamado con anterioridad – «¡Necesitaría más tiempo para…!»- el abismo vital que se ha abierto en un a modo de un nuevo «miedo a la libertad», se ha intentado conjurar recurriendo al entretenimiento, es decir, según la RAE, en su segunda y tercera acepciones, en un «Hacer menos molesto y más llevadero algo» y » Divertir, recrear el ánimo de alguien».

Y en este punto, la recurrencia a las propuestas audiovisuales, en este mundo del «zoon elektronikón» ha sido clave: ahí está el incremento en la oferta de las plataformas como Movistar, HBO, Netflix o Prime Video que ha sido correspondido con un incremento geométrico de su demanda y utilización.

Y la oferta estrella de todas estas plataformas han sido las series, para las que , incluso en algunos casos casos, se proponen «maratones» de temporadas enteras, lo cual que ha acelerado su producción, distribución y traducción – cuando «ha habido tiempo» – degradando, por lo general, los mismos productos en la alocada carrera por sacar al mercado más y más temporadas.

Poco o nada queda ya de Los Soprano, de Homeland o de Borgen o El Ala Oeste de la Casa Blanca, por poner ejemplos fáciles y disímiles.

Y para muestra , un botón: en la segunda temporada de una serie nórdica que prometía, el primer capítulo recoge una nueva galería de personajes buenos/guapos y malos/feos…Y al poco de comenzar ,ante un cadaver ensangrentadísimo, un detective provecto afirma con contundencia: «Aquí ha pasado algo»…

Es cierto, por otro lado, que la mayoría del personal – yo mismo -sucumbe a estos traqueteos innanes y se deja caer rápidamente en brazos de Morfeo, lo cual que nos coloca en la actitud más noble de los seres humanos según decía Josep Pla.

Pero volviendo al principio, quizá no haya merecido la pena llevar estás alforjas para hacer este viaje y entonces habría que recordar también la precisamente primera acepción de entretenimiento de la RAE:» Distraer a alguien impidiéndole hacer algo»…

Hacer algo del tipo «aquí ha pasado algo»…

LA PANDEMIA ( y el futuro como ocasión )

Como curioso profesional y sociólogo en excedencia siempre me ha interesado todo lo relativo al tiempo social,ese que se comparte con otros y otras, independientemente de con qué objetivo …o sin más, como se dice ahora.

Por ello,se haya generado como se haya generado y se haya expandido como se haya expandido, y más acá de la incidencia sanitaria, parece que la pandemia del COVID-19, está desencadenando una alteración sustancial del ritmo social.

Como ha indicado el sociólogo alemán Hartmut Rosa ,el cambio fundamental ha consistido en una desaceleracion global, con un amplio abanico de consecuencias, desde la dinámica de la vida cotidiana hasta la del trabajo productivo, el ocio o la educación.

Supongo que esta desaceleración deberá tenerse en cuenta a la hora de pronosticar el modelo social que se va a configurar tras esta pandemia de la que probablemente no saldremos hasta el 2022.

Y tener en cuenta el cambio de ritmo social significa- significará- que muchos de los parámetros económico-sociales también deberán ser revisados tras estas décadas de neoliberalismo agitado y agitante, sin que , por ejemplo, el teletrabajo sirva para cambiar el presentismo fisico por el presentismo virtual,y que habrá que replantearse de nuevo cuestiones como la robotización, la renta universal o una reforma fiscal global.

Se tratará así , probablemente, de no oponerse al cambio generado, sino de asumirlo eficazmente, para que la crisis sea una ocasión y no solo una negación.

Habrá, sin duda, quienes, por ceguera histórica o por intereses ya indefendibles, intentarán continuar como si nada hubiera ocurrido, menospreciando alquel, una vez más,sabio consejo de Baltasar Gracián: » Saber tomar las cosas. Nunca al repelo, aunque vengan. Todas tienen haz y envés. La mejor y más favorable, si se toma por el corte, lastima. Al contrario, la más repugnante defiende, si por la empuñadura…»

( PARÉNTESIS USA)

Mi amigo americano, Mike Roloff, escritor y crítico literario ,murió hace poco más de un año , muy a tiempo para no ver el espectáculo bochornoso que durante estos días se está representado en su país multiestatal.

Pensaba Mike que Trump caería por su propio peso en aplicación de un impeachment garantizado por el sistema de contrapesos constitucionales , pero no cayó. También, que unas elecciones se lo llevarían por delante ante el cúmulo de decisiones delirantes y populistas que iba tomando, pero en esas estamos.

Pero lo que Mike nunca hubiera imaginado es a un presidente de Estados Unidos de América dandose por ganador al comienzo del escrutinio después de haber amenazado con llevar los resultados de los comicios a los tribunales si no salía vencedor. Y no lo hubiera pensado por mera verguenza, porque hacerlo hubiera colocado a la nación norteamericana al mismo nivel de las «repúblicas bananeras» que tanto se han criticado y se critican desde el centro del Imperio Americano.

Y sin embargo, así ha sido, así está siendo, y hasta tal punto que la mayoría de las cadenas de televisión autóctonas le han ido cortando la palabra irritante al presidente y hasta la FOX, su cadena, no deja de echarse para atrás junto con cada vez más representantes autorizados del Partido Republicano.

Y no es que su oponente del Partido Demócrata sea la Gran Esperanza alternativa, tan crepuscular y reconstruido como parece estar, pero por lo menos marca un punto de equilibrio y lucidez en medio de tanta agitada agonía.

Hace ya muchos años, vi por recomendación de Mike, una película de Michael Ritchie, titulada El Candidato . En ella, un joven abogado idealista, Robert Redford, se permitía decir lo que pensaba, ya que sabía que no tenía ninguna posibilidad de ser elegido. Y lo que decía sobre USA tiene una singular actualidad pues los problemas que se mencionaban eran: el racismo, la pobreza de grandes sectores de la población, la ausencia de un sistema de salud universal, la especulación inmobiliaria y la contaminación anti-ecológica… El film es de 1972 y recibió el Oscar al mejor guión, cuando en Hollywood se premiaba el cine comprometido socialmente.

Porque los Estados Unidos de América no han sido, y no son, tan solo la tierra del capitalismo y del imperialismo, sino también el lugar de la autocrítica máxima – desde Thorstein Veblen hasta Noam Chomsky pasando por Charles Wright Mills – ,de la gran literatura ( desde Henry James o Edith Wharton hasta Paul Auster o Siri Hustvedt ) y del gran cine y de la mejor música ( la lista sería muy larga)… y de gentes como Mike Roloff que, de verdad , representan «el sueño americano»…