El rebrote

Apenas se nota que a algunos se les hacen los dedos huéspedes y el tafanario txakoli asistiendo de nuevo al espectáculo de los contenedores en llamas, las pintadas amenazantes y las fachadas tiznadas por el impacto de dos cócteles molotov lanzados, por cierto, con torpe puntería. Mientras no se vayan demasiado de madre, estas pirotecnias pseudoheroicas y garrulas dan pie al lucimiento ante cámaras y micrófonos y, sobre todo, al reproche preferido de cualquier ser humano, incluido el que suscribe: “¡Os lo dije!”. Da gustito, no nos engañemos, comprobar que las profecías, incluso las apocalípticas, se cumplen, aunque sea trayéndolas por los pelos como en este caso. Y si el precio es un puñado de destrozos, bueno, ya lo pagará el seguro… o como hasta ahora, saldrá de los bolsillos de los ciudadanos vía impuestos.

Al otro lado de la linea imaginaria, el espectáculo no es mucho más edificante. De entrada, confusión y zozobra. ¿Rechazo, no rechazo? ¿Qué decía el manual para estas situaciones? Ante la duda, llamarse andanas. Ha sido gracioso ver cómo —con alguna excepción— los dirigentes locales se hacían los dignos o los orejas y era la cúpula del trueno en persona la que comparecía para decir que no, que nene caca, que eso no se hace. O en el eufemismo al uso, que esas mangurrinadas están “fuera de tiempo y de lugar”, expresión que en sí misma es una confesión del copón porque da a entender que sí hubo un momento y unas circunstancias en las que procedía arrasar con todo. ¿Convicción o estrategia? Bueno, ya tú sabes, mi amor, no me lo pongas más difícil.

Mi resumen: no nos vengamos ni demasiado arriba ni demasiado abajo con esto del rebrote. Si somos sinceros, ya sospechábamos que de tanto en tanto nos encontraríamos con algún episodio nostálgico. Siempre habrá cabras que tiren al monte, y ahí está el ministro Fernández como prueba en la contraparte. A esto le queda todavía un rato.

3 comentarios en «El rebrote»

  1. A ver si consigo expresar lo que quiero decir.
    A veces, solo aveces, hay personas, perosnillas y personajes que se meten a hacer actos haciendo ver que son otros los que los hace; la fuerza de la costumbre hará pensar que son los mismos los que lo hacen.
    A veces, solo aveces, sucede que si «ahora no toca» toca para todos, hasta para Jueces y Fiscales que antes condenaban de una manera y ahora de otra, :»según las circustancias sociales» o algo así, que refleja que hay una acción y una reacción.
    No creo que la violencia se pueda justficar, más que en una situación de defensa propia….¿hubo alguna vez una violencia de Estado que justificó una violencia en el mismo sentido y dirección en espejo a la provocada?
    A veces solo aveces, algunas veces, nadie tiene n.p.idea de qué hacer, no hay libro, hay lío, y así en el maremagnun…se pasa el tiempo y se llega a olvidar.
    Se llega a olvidar,
    Aunque ahora no toca, que es lo contrario y hay que recordar, ya sé.
    Más o menos.
    PS:
    Cuando era joben (era tan joven que era hasta más alta con b) siempre habái en la UNI secretas metidos entre el maremagnum de estudiantes, que eran los más «borrokas» una simple prueba de algodón demostraba que ran unos fachas.
    A quién tenga oidos que oiga.

  2. Querida Quecaro: No hay peor ceguera que la voluntaria. Eso que tú dices solo se ha documentado dos veces. El resto, miles de casos (no es exageración lo de «miles») fue lo que fue.

  3. Bueno, JaviV decía: «A veces solo a veces»…aunque creo que han sido mucho más que dos…y de tres .
    y sobre todo han sido en momentos en que todo iba por el buen camino….
    Tendrás razón en esto de la ceguera, quizá tenga que ver esta cegera con la rabia, la ira o el estupor de ver lo que veo a diario, sentimientos o emociones todas muy dadas a provocar ceguera y ulcera de duodeno(además de pesadillas varias en las que gana el PP el PSOE o el PNV, Rosa diez que no sé de qué partido será u otro parecido).
    Vienen las Navidades, bonitas fechas de amor y paz, de turrón, décimo de lotería de buenos deseos y de revivir nuestra alma de niños (esa alma llena de emociones entre «Lo que el viento se llevo» y «El libro de la selva».
    Voluntariamente afriré los ojos, a ver si no me quedo ciega de tanta fogonazo!
    Más o menos.
    Besos en el alma.
    PS
    Yo sigo preguntando. ¿Existe la violencia de Estado?

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