Ser extra…ordinario

EL FOCO

13 de octubre 2016

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Ser extras… ordinarios

No sé si somos un país de película, pero si, al menos, somos, por esta vez, un país en el que se rueda una película. O mejor dicho, una serie. Nada menos que “Juego de Tronos”, que va para su séptima temporada. Pues ya sabéis que algunas de las escenas exteriores de esta exitosa serie de televisión -con millones de seguidores en todo el mundo y que aquí se puede ver desde las plataformas de pago o por Netflix- van a realizarse en Zumaia y Bermeo, aprovechando sus acantilados y playas.

Como consecuencia de este proyecto cinematográfico, la productora HBO ha solicitado la participación, como extras, de cientos de hombres -no habla de mujeres, qué curioso- que reúnan una serie de condiciones físicas: tener de 20 a 50 años, aspecto mediterráneo y caucásico, sin tatuajes visibles, con buenas condiciones físicas y medir entre 1,78 y 1,95 metros, para dar vida a soldados que desembarcan en actos de conquista. Respondiendo a esta llamada de la productora, han acudido a inscribirse más mil jóvenes, en la confianza de ser elegidos. Después de soportar largas colas y horas de espera, la selección ya está hecha. Los elegidos son 400, que trabajarán del 21 al 30 de octubre Zumaia y Bermeo, a cambio 54 euros netos por día de rodaje.

¿Qué les mueve entonces a tanta gente a vivir esa experiencia, la de ser extras en una película o serie de TV?

Se supone que los extras no han hecho todo esto -la larga espera y las previsibles horas de trabajo- por dinero, porque la paga es una miseria. Lo más probable es que lo hagan por tener unos segundos de gloria. No digo un minuto de gloria, porque ninguno de ellos se verá en pantalla más que un instante, si es que son reconocibles por ellos mismos y, en el mejor de los casos, no dejan de ser más que bultos humanos en escenas oscuras y nubladas. También será por vivir una experiencia singular, el mundo del rodaje y acaso conocer en directo a alguno de los personajes de esta serie de culto, si es que aparecen por aquí. Ya les advierto que un rodaje cinematográfico es de las experiencias más aburridas que conozco, con mucho tiempo de espera, frío, calor y tedio. Un auténtico coñazo. Pero el cine es así, lo tomas o lo dejas.

Tengo para mí que ser extras en el cine tiene mucho significado simbólico. El de menos, es el amor al cine o la televisión. Nadie que quiera ser actor o actriz empezaría así. Buscarían el camino de las escuelas correspondientes y después los contactos con las productoras y los agentes que mueven este mundo tan sutil. En mi opinión, lo que mueve a los extras a serlo es, precisamente, a querer ser extras…ordinarios, aunque sea por un instante. Ser parte insignificante, mínima,  de una historia imperecedera, que queda para siempre, como toda imagen.

Los extras aspiran, curiosamente, a algo grande, a la aproximación a los sueños en su mínima expresión. No es solo poder verse en la pantalla, y acaso presumir de eso ante sus amigos, o familiares. Es acercarse a lo mítico. Es posible que muchos de estos extras sean mitómanos. Todos los somos, un poco, porque no estamos libres de la influencia de una cultura que, como todas en el mundo, crecieron alrededor de los mitos, las leyendas, las creencias, los dioses, etc. Somos hijos de todo aquello. Claro que conviene compensar esa dependencia mítica con una fuerte iconoclastia. Casi podemos vivir sin ídolos o deberíamos intentarlo para ser más felices.

Me resulta enternecedor que haya personas que quieran ser extras en una película y quieran así vivir su instante extraordinario, su segundo de gloria, un hecho que será inolvidable en sus vidas. Creo que importa mucho de qué historia estemos hablando. No es lo mismo ser extra en una comedia barata o en una serie ramplona, o como público en un reality o debate de chismes, que ser extra en una gran producción, en una película de Hollywood. O como en este caso, en la serie de más éxito en todo el mundo, donde se cuentan las luchas de poder, las ambiciones y el enfrentamiento entre el bien y el mal. No es lo mismo estar en un sitio que otro.

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No hay duda; ser extra…ordinario es un acto de locura artística y emocional.

Esta gente lo que quiere es estar, aunque de refilón, dentro de una gran historia. Quieren ser inmortales en ese mundo mítico. Y lo hacen desde la humildad de lo más insignificante. Me parece enternecedor, como digo. Si tengo que decir la verdad, digo que yo también participaría en un rodaje de una gran película como extra. Me sentiría honrado de hacerlo. Y casi lo haría gratis. Por el honor de ser un trocito diminuto de una gran historia.

Ya solo queda que el rodaje comience en un par de semanas y que, en unos meses podamos ver las escenas rodadas en Zumaia. Me imagino que la impaciencia de los extras será enorme, por ver si se reconocen en alguna escena. Solo por eso, ya vale la pena todo lo esperado y el sufrimiento del rodaje. Es hecho muy personal y que cada uno le dará el valor que quiera. Me hace sonreír esa emoción de los extras por reconocerse en alguna escena, incluso su decepción porque ni aparecen. Ya se sabe, se rueda mucho y se elige poco para la película final.

Es una historia de Euskadi. La de hoy. Y me gusta.

Hasta el próximo jueves.

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