Diario de cuarentena. Día 86. Ideología del estado de alarma

Los jueces vascos han denunciado que el 90% de las sanciones del estado de alarma son nulas. Se cae así uno de los sustentos de la ideología del estado de alarma decretado por el Gobierno español: el miedo al palo y tente tieso como pedagogía del confinamiento.

Hay una ideología del estado de alarma. El miedo tiene aquí dos vertientes: el miedo sanitario desaforado a “que viene el coco”, que, si no te retiras a casa o no te portas bien, te comerá; y el miedo al castigo en forma de multa económica. La proyección del miedo ha funcionado, pero con dos resultados catastróficos: la gente está muerta de miedo, no por prevención responsable del contagio (hacia ti o hacia los demás), sino más allá de lo racional y real. La propaganda ha sido brutal. ¿Cuánto tiempo tardará esta sociedad en recuperar el control sobre sus emociones ante la estampida del miedo inducido? Sí, es una pandemia vírica que ha traído otra pandemia mental terrible. 

El largo confinamiento ha sido relativamente fácil de vender por el Gobierno. Pero debemos analizar bien que la prolongación a tres meses del recorte de responsabilidades individuales y de libertades ha sido una réplica de la culpabilidad con que las autoridades han gestionado los inicios de la pandemia y su período previo. Llegaron tarde, sin previsiones y remisos a aceptar la gravedad del problema sanitario. De aquellas vacilaciones, estos excesos de confinamiento. Ambas son  un garrafal error. Vale que, ante la falta de medios de prevención, fuera necesario un confinamiento de resistencia de quince días. Incluso, un mes, oiga. Pero multiplicarlo por tres indica la des-mesura y los complejos de culpabilidad bajo los que se ha actuado, sin importar sus efectos en la salud mental de la gente y su vida plena.

¡Qué fácil fue vender el “Quédate en casa”, con arcos iris y un buenismo de colegio de monjas! Era una mala copia de “con flores a María, que madre nuestra es”. Como a niños, como a idiotas, como a ganado: así han tratado a la sociedad, a ustedes y a mí.

Y qué fácil, aún más, podría haber sido apelar a la responsabilidad de las personas para que redujeran voluntariamente, por bien propio y ajeno, las actividades sociales. Pero no. Miedo y tente tieso, palo al por mayor de 600 euros. Es franquista. Porque las autoridades creen que solo vale la mano dura, sin más opción.

Claro que hay mucho irresponsable; pero son una minoría. ¿Y porque hay gente canalla vamos a pagar todos? ¿Qué clase de pedagogía social, cuartelera, es esa? Recuerda al sargento chusquero del cuartel de la mili fascista. España se odia a sí misma, desprecia a su gente. 

Informa El País sobre un estudio realizado por el Imperial College de Londres, que dice que el confinamiento ha salvado 450.000 vidas en España. Impresiona la caradura de los manipuladores. En fin, mañana hablamos de cómo se ha dado la vuelta a la historia teatral de Ibsen “Un enemigo del pueblo”. Para morirse. 


Diario de cuarentena. Día 85. Mira debajo de la cama

Durante el oprobioso confinamiento, que aún padecemos, la delincuencia ha descendido un 60% en Euskadi. Ha habido episodios de ocupaciones de vi-viendas y numerosos ataques a sedes del PNV y PSOE por bandidos del entorno de la izquierda abertzale, pero, en general, ha sido una época de calma. El crimen se ha tomado un descanso. Mientras, las policías se han dedicado a poner multas ilegales por infracciones del estado de alarma.

Pienso que cada país tiene su propia sociología del crimen. Y hay diferencias. Cada país asesina según su cultura. En Euskadi y el Estado español se mata por envidia, venganza y dinero. En Francia se mata por amor y ambición. Y en Estados Unidos, por cualquier cosa.

Lo más inquietantes son los asesinatos no resueltos. Por así decirlo, los crímenes perfectos. El que me tiene asombrado, es el ocurrido en Castro Urdiales, Cantabria, a tiro de piedra de Bilbao. Allí, en febrero del pasado año, Carmen, una mujer gaditana, hizo desaparecer a su pareja, Jesús Mari, 67 años, vizcaíno y trabajador bancario jubilado. El cadáver no ha aparecido y solo se tiene la cabeza que la presunta asesina entregó a una amiga dentro de una caja. ¿Por qué solo la cabeza? ¿Dónde está el resto del cuerpo? ¿De verdad sabemos por qué le dio la cabeza a esa mujer? ¿Cómo es que, un año después, no hay más pruebas del crimen? ¿Cómo es posible que la acusada no haya soltado prenda estando en prisión provisional desde hace un año? ¿Qué clase de mentalidad tiene? Me tiene intrigado. ¿Qué vínculos existen en este trío? ¿El móvil es económico o de celos? Jesús Mari, dejó hecho testamento en favor de su pareja. Amor, dinero, celos, misterio…

Mi crimen favorito es el cometido por tres mujeres en León, en mayo de 2014, sobre Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León. Lo hicieron a plena luz del día. Madre e hija, Monserrat y Triana, con la ayuda de Raquel, policía municipal, asesinaron a Isabel por venganza. Un crimen de mujeres contra una mujer, casi perfectamente calculado.

Otro crimen perturbador fue el que le costó la vida a Asunta, de 12 años, hija adoptiva de Rosario y Alfonso, periodista de Bilbao. Ocurrió en Santiago de Compostela en 2013. Los detalles son oscuros, al igual que la personalidad de los asesinos. ¿Por qué matar a su hija, una niña inocente? ¿Cuál fue el motivo? Asunta era una niña genial de origen chino. Quedaron muchos interrogantes antes de que Rosario y Alfonso fueran condenados a 18 años de cárcel. ¿Qué secreto guardan? Digan algo antes de morir, la verdad, por favor.

También el crimen del falso Shaolín de Bilbao me angustió. Juan Carlos tenía un gimnasio de artes marciales en el centro de Bilbao y allí descuartizó a dos mujeres, además de vejar, maltratar y violar a otras más. Un psicópata de libro al que le han caído 38 años. Ocurrió en 2013 y conmocionó la ciudad. Nunca sabes cuándo, quién y cómo cometerá un crimen. Y no podrás entenderlo. Mira debajo de la cama.

Diario de cuarentena. Día 84. ¿Somos racistas?

Las protestas contra la violencia policial sobre los ciudadanos de raza negra, tras el asesinato de George Floyd en Mineápolis, Minesota, a manos de un policía blanco, se ha extendido por todo el país, de Nueva York a Los Ángeles, y también por todo el mundo. Desde los disturbios raciales de la década de los 60 no se había visto nada igual. Pero seguramente, el racismo lleva enquistado en los Estados Unidos prácticamente desde su fundación y si no se ha resuelto es porque una mayoría blanca, supremacista, y otro sector social, no quiere aceptar algo tan elemental e irrefutable como la igualdad de las personas

Floyd fue asesinado por un policía porque ese hombre había pagado una compra con un billete falso de 20 dólares en una tienda de comestibles. Un delito menor (suponiendo que Floyd fuera consciente de que tenía un billete falso) que ha desencadenado una ola de violencia y de protestas. Poner una rodilla en tierra es el símbolo de este movimiento y que ya se usó en el deporte con el mismo sentido antirracista. Pero con símbolos nada cambia.

La llegada de Obama a la Casa Blanca fue una gran esperanza para los afroamericanos; pero los efectos de las políticas del primer presidente negro de los Estados Unidos han sido ineficaces. Después, la presidencia de Donald Trump ha llevado al país al pleistoceno. Por eso, las protestas tienen, junto al componente antirracista, el rechazo del actual inquilino de la Casa Blanca. Estamos ante un movimiento antifascista, con el telón de fondo de las elecciones americanas del próximo noviembre. Trump las tenía ganadas y ahora se abre una posibilidad de que el frívolo presidente sea derrotado ante los riesgos de llevar a USA al enfrentamiento civil y la ruina en un momento de crisis mundial y cuando China aspira a tomar el liderazgo del planeta bajo un régimen totalitario.

Podríamos preguntarnos si nuestra sociedad es racista y en qué medida. Es innegable el rechazo de algunos hacia los magrebíes, gitanos y también los latinos. ¿Es real? En mi opinión, no hay un problema de racismo en Euskadi y España. Lo que existe es un claro hartazgo de la delincuencia y problemas de convivencia asociados a gentes de esos países. Y estadísticamente, no son relevantes. Esas personas cubren trabajos y tareas que no quieren los nacionales. Y es de agradecer. 

Racista es mirar por encima del hombro a otros seres humanos. Racista es decir que se aprovechan de nuestro sistema de protección para hacer el vago. Racista es generalizar a todo el colectivo los problemas que dan algunos. No somos una sociedad racista, sino una comunidad que no entiende la diversidad. Porque no la hemos tenido en la historia. España expulsó a los judíos, en mala hora. Cristianizó a quien no quería cambiar de fe. El problema del Estado español es más de intolerancia que de racismo. La huella de Franco y siglos de complejos de inferioridad siguen vivos. 

Diario de cuarentena. Día 83. ¿Quién mató a Maddie?

Todos nos arrepentimos alguna vez de nuestras palabras. Cuando releo viejos artículos casi siempre me siento orgulloso, pero en ocasiones me asusto: no debí decir ciertas cosas. En ETB estuve unos cuantos años opinando sobre la actualidad. Hoy recordaba mis intervenciones de 2007 sobre el caso Madeleine McCann, la niña británica que desapareció en el Algarve, Portugal. Nunca la encontraron. Y ahora su caso se ha reabierto con la detención por la policía alemana de Christian B., de quien sospecha es el asesino de la niña. Se trata de un criminal y pederasta con un largo historial delictivo.

Recuerdo los debates sobre aquel misterioso asunto. Mis palabras en la televisión vasca fueron muy contundentes y siempre, siempre a favor de los padres de Maddie, a quienes se acusó de haber matado a su hija y escondido su cadáver. Por entonces la opinión pública -y la publicada, sobre todo las televisiones- sostenían la tesis del parricidio, bien por accidente o bien con intención. Yo me negué a entrar en el coro de los fiscales que señalaban con el dedo a Kate y Gerry McCann.

Mis compañeros de tertulia también acusaban o al menos sospechaban de los padres. Ahí están los vídeos para atestiguarlo. Hoy, a la vista de las noticias, se van a tragar sus palabras. Fue la policía portuguesa quien acusó a los padres con pruebas insostenibles. Ni Torrente lo hubiera hecho peor.  Gonçalo Amaral fue el inspector que coordinó la investigación. Este tipo ruin declaró entonces que “el padre escondió en un primer momento el cadáver en la playa”. Dijo también que “Gerry al cabo de unos días lo trasladó a otro sitio en su coche alquilado”. Este policía corrupto escribió tiempo después un libro sobre el caso del que vendió miles de ejemplares. ¡Canalla!

Me siento muy honrado de no haber caído entonces en el amarillismo y sostenido, prácticamente solo, la inocencia de los McCann; pero sí me duele haber dicho tiempo después que “los pederastas solo deben salir de la cárcel con los pies por delante”. Fue un exceso verbal situado en el contexto de la historia personal.

Leo la prensa de hoy y ningún medio acude a su hemeroteca para reconocer sus difamaciones. Los McCann podrían poner millares de querellas por falsedad y ganarlas todas. El olvido suele ser injusto; pero yo recuerdo bien aquella historia. Y lo denuncio en nombre de la verdad. Los McCann cometieron un gran error: irse a cenar con unos amigos y dejar a la niña sin cuidado. Una imprudencia que nunca se han perdonado. Pero ese error no vale el calvario que han vivido durante 13 años.

Veremos en qué queda lo relativo a este pájaro detenido en Alemania, que residió en la zona portuguesa en aquellos años y cuyo historial como delincuente sexual estremece. Tras el caso de la desaparición de Maddie la televisión ha vuelto una y otra vez a los juicios paralelos. No parará nunca si una ley no lo impide. No es solo la tele, es la gente con alma de “la vieja‘l visillo”. ¿Dónde estás, Maddie?

Diario de cuarentena. Día 82. Repelega/Fuenteovejuna

El barrio de Repelega está en Portugalete, en la margen izquierda de la Ría de Bilbao. Un núcleo obrero, de gente sencilla y trabajadora. Por su espíritu de justicia y fuerza combativa se ha convertido en el símbolo del poder de la unidad del pueblo contra lo ilícito. Al grito de “El pueblo unido, jamás será vencido”, el mismo bajo el que se hizo la revolución de los claveles en Portugal contra la dictadura salazarista, en 1974, la gente de Repelega liberó ayer una vivienda del barrio ocupada por unos delincuentes, siguiendo el mismo método -frente popular- con el que desocuparon la casa de Vitori, de una señora de 94 años, de la que se habían apropiado unos sinvergüenzas en octubre del pasado año. La justicia del pueblo, lisa y llana.

La surrealista ley actual impide que la policía saque de una casa a sus violentos okupas. Cuando se produce se inicia un interminable proceso judicial, con lo que el propietario no puede entrar a su vivienda hasta que el juez dictamine su desalojo. Y mientras llega la justicia parsimoniosa a hacer su tarea, los delincuentes incurren en gastos de luz, gas, agua y electrodomésticos y, normalmente, saquean la casa y la destrozan sin miramientos, en la seguridad de que, dado que suelen ser insolventes, no irán a la cárcel y no pagaran los daños y gastos producidos. Una ley kafkiana. 

La gente de Repelega volvió ayer a hacer pacífica pero contundentemente lo que no hace la justicia del Estado: provocar la huida de los delincuentes, devolver la propiedad a sus dueños y restaurar la paz en el barrio. Frente a ellos, la Ertzaintza y la Policía Municipal hicieron de parapeto para evitar males mayores y que los usurpadores no sufrieran el proporcionado castigo de los vecinos. Nada grave ha ocurrido. A lo más, uno de los okupas ha recibido una buena tunda y acabado, algo caliente y magullado, en el hospital de la zona. Eso es mejor que la tardía e inutil sentencia del juez.

Lo curioso es que la vivienda liberada pertenecía a un banco y había sido desahuciada a una familia durante la pasada crisis. No era como la vivienda de Vitori. Aun así, el vecindario se movilizó y se plantó delante de la casa con tal resolución que provocó la huida de los ladrones que han salido escoltados por los beltzas de la Ertzaintza ya de madrugada.

Por si fuera poco, los manguis han gritado a la gente ¡Viva Franco! y ¡Viva España! O sea, además de bandidos, fachas. Eran tres o cuatro jóvenes sin cultura ni seso, forasteros y con un amplio historial de violencia. Por la mañana, una señora mayor había sido asaltada, lo que encendió la indignación del pueblo. 

Que cambien esa ley oprobiosa que protege al ladrón. Repelega ha sido de nuevo Fuenteovejuna, escenario de la obra de Lope de Vega, cuando el pueblo hizo contra el abusador lo que la justicia no quiso: “¿Quién mató al Comendador? / Fuenteovejuna, señor. / ¿Quién es Fuenteovejuna? / Todo el pueblo, a una”.