
Los jueces vascos han denunciado que el 90% de las sanciones del estado de alarma son nulas. Se cae así uno de los sustentos de la ideología del estado de alarma decretado por el Gobierno español: el miedo al palo y tente tieso como pedagogía del confinamiento.
Hay una ideología del estado de alarma. El miedo tiene aquí dos vertientes: el miedo sanitario desaforado a “que viene el coco”, que, si no te retiras a casa o no te portas bien, te comerá; y el miedo al castigo en forma de multa económica. La proyección del miedo ha funcionado, pero con dos resultados catastróficos: la gente está muerta de miedo, no por prevención responsable del contagio (hacia ti o hacia los demás), sino más allá de lo racional y real. La propaganda ha sido brutal. ¿Cuánto tiempo tardará esta sociedad en recuperar el control sobre sus emociones ante la estampida del miedo inducido? Sí, es una pandemia vírica que ha traído otra pandemia mental terrible.
El largo confinamiento ha sido relativamente fácil de vender por el Gobierno. Pero debemos analizar bien que la prolongación a tres meses del recorte de responsabilidades individuales y de libertades ha sido una réplica de la culpabilidad con que las autoridades han gestionado los inicios de la pandemia y su período previo. Llegaron tarde, sin previsiones y remisos a aceptar la gravedad del problema sanitario. De aquellas vacilaciones, estos excesos de confinamiento. Ambas son un garrafal error. Vale que, ante la falta de medios de prevención, fuera necesario un confinamiento de resistencia de quince días. Incluso, un mes, oiga. Pero multiplicarlo por tres indica la des-mesura y los complejos de culpabilidad bajo los que se ha actuado, sin importar sus efectos en la salud mental de la gente y su vida plena.
¡Qué fácil fue vender el “Quédate en casa”, con arcos iris y un buenismo de colegio de monjas! Era una mala copia de “con flores a María, que madre nuestra es”. Como a niños, como a idiotas, como a ganado: así han tratado a la sociedad, a ustedes y a mí.
Y qué fácil, aún más, podría haber sido apelar a la responsabilidad de las personas para que redujeran voluntariamente, por bien propio y ajeno, las actividades sociales. Pero no. Miedo y tente tieso, palo al por mayor de 600 euros. Es franquista. Porque las autoridades creen que solo vale la mano dura, sin más opción.
Claro que hay mucho irresponsable; pero son una minoría. ¿Y porque hay gente canalla vamos a pagar todos? ¿Qué clase de pedagogía social, cuartelera, es esa? Recuerda al sargento chusquero del cuartel de la mili fascista. España se odia a sí misma, desprecia a su gente.
Informa El País sobre un estudio realizado por el Imperial College de Londres, que dice que el confinamiento ha salvado 450.000 vidas en España. Impresiona la caradura de los manipuladores. En fin, mañana hablamos de cómo se ha dado la vuelta a la historia teatral de Ibsen “Un enemigo del pueblo”. Para morirse.








