ENTRE LA BELLEZA Y EL RESFRIADO

( El caminante sobre un mar de nubes, C.D. Friedrich, 1818)

Ayer por la tarde , contemplando el cielo plomizo delicadamente rosáceo que se extendía hasta el horizonte , recordé el comentario de un colega nacido en un arriscado pueblecito de la costa, a propósito de mi último libro de haikus : » Tienes una idea muy romántica  de la mar…Para nosotros siempre ha sido un lugar de peligro  y de muerte…»

El colega en cuestión  es doctor en Bellas Artes , profesor universitario y pintor, pero en aquella ocasión  se manifestó cumplidamente como  hijo y nieto de  pescadores cantábricos.

Enredado en estos pensamientos,  me vino a la mente  una frase de Oscar Wilde que venía a decir  que allí donde  alguien cultivado   capta un efecto estético,  un inculto atrapa …un constipado. Pero es que , con toda seguridad, para dar cuenta de la belleza hay que tener ya llena la cartera o no preocuparse mucho de ella.

Aún así,  reflexionaba, esta singular y sincopática percepción de la mar que transmitía mi colega , no es , por otro lado, muy diferente de la que se tenía hasta no hace mucho tiempo de la naturaleza en general, siempre poblada de graves e inminentes peligros:  por poner un ejemplo,  la montaña, que hoy en día se ve como un lugar de sana liberación y reconciliación, y que no  hace  más de un siglo era considerada por cualquier campesino como un territorio sólo apto para descerebrados -según explica  Alain Roger en su Breve Tratado del Paisaje.

Y es que ciertamente, los tiempos cambian,  y las costumbres también, pero todavía hay mucha gente, y no precisamente campesinos , que no comprende que se pueda ir a un gimnasio para andar sobre  una cinta pudiendo dar un paseo descubriendo un nuevo barrio, o sudar  sobre una bicicleta estática (?) siendo factible dar un tranquilo paseo ( siempre que no sea por las aceras, please) disfrutando del paisaje…Y sin tener que optar entre la  belleza  o el resfriado…

 

Publicado por

Vicente Huici

Sociólogo, neuropsicólogo y escritor.

4 comentarios en «ENTRE LA BELLEZA Y EL RESFRIADO»

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