El escritor venezolano Edgar Borges ha publicado recientemente el libro titulado La niña del salto.
Esta nueva obra, es, desde mi punto de vista, el relato, en ocasiones espasmódico, de una liberación. De la liberación finalmente frustrada de una mujer, Antonia, sometida a la autoridad patriarcal de un varón caprichoso y primitivo que campa a sus anchas en una aldea rodeada de montañas. Pero es también y consecuentemente, el relato de las ocasiones perdidas que se van como el humo entre la manos.
Por otro lado, en la presentación de la solapa se da cuenta del interés de Peter Handke por lo que publica Edgar Borges y al respecto se puede decir que los ecos mutuos son tan inevitables como posiblemente buscados. De hecho, durante la primera parte de esta obra todo suena a Handke, no sólo por el despliegue de una prosa minuciosa y detallista sino por los continuos guiños a temas del escritor austriaco , como » la duración» o el «lento regreso”. Y, así mismo, lo que pudiera considerarse una segunda parte, encaminados ya hacia el desenlace , tiene el toque un tanto pseudo-policíaco de La mujer zurda y el resalte de los diálogos casi metafísicos de Por lo pueblos.
En cualquier caso, Edgar Borges ha escrito de nuevo un texto intraducible a lo audiovisual, con un espesor propio, reteniendo la que acaso sea ya la última condición de la literatura para no ser mera crónica o realismo barato. Y una vez más ha dado una vuelta de tuerca a su obra anterior.