LOS DESAYUNOS DE LOS MARTES: EL VVMSR

La Reunión Ordinaria de la Junta Extraterritorial del Desayuno de los Martes, se celebró ayer miércoles por la tarde, a partir de las 19:30, en la Sede Matricial del Café Iruña.

Asistieron, y por este orden, Mikel, Patxi y Koldo, siendo reseñable la ausencia de nuestras colegas Itzi, Marta y Laura por motivos varios.

En el primer punto del Orden del Día, se desestimó dar cualquier explicación sobre el cambio de día y hora. A continuación, y sin solución de continuidad, Mikel, tras constatar la ausencia de las féminas del grupo, me pidió explicaciones sobre el acrónimo VVMSR que, en significando «Varón Vasco Monógamo Sucesivo Relativo», utilicé ayer  en la columna a propósito de los topless y burkinis recientemente autorizados por bando municipal.

Se adelantó, como siempre, Koldo en la respuesta, indicando que lo más importante del conjunto era lo de «relativo» y que él lo había comprendido tras dirigir (y conseguir que se aprobara ) una Tésis Doctoral  titulada » Utopía y distopia en el Transgénero: el caso Maika». Como no nos dimos por enterados, sintentizó Koldo que si a cada una de  las primeras partes de la definición se le aplicaba  el calificativo de «relativo», todo quedaba más claro. Hicimos los deberes y así que nos salió que en realidad VVMSR, era RV, RV, RM, RS.

Mikel, enemigo de cualquier relativismo no justificado, aludió a que aquello era jugar a las medias tintas pues diluíase  el Varón, el Vasco, el Monógamo y el Sucesivo, pudiendo de hecho  el VVMSR no ser  totalmente Varón, ni  indudablemente Vasco, ni completamente Monógamo, ni  exactamente Sucesivo, para irritación máxima del Principio de No-Contradicción que por lo general nos informa y que distingue  clara y distintamente entre la carne y el pescado.

Patxi estalló en una gran carcajada , aludiendo a que durante muchos  años fue la liebre campestre considerada pescado  para cumplir con la  abstinencia   de la Cuaresma y, para rizar el rizo y tirar para lo suyo, Koldo nos habló de una tribu norteamericana que distinguía, según los antropólogos, entre siete  tipos de sexo – adelántandose acaso   y en inconsciencia histórica a nuestras teorías «de género».

Reinó en este punto la confusión y casi hasta el tumulto, por lo que fuimos advertidos por un camarero que se negó a servirnos más gin-tonics ( cosas de quedar por la tarde y no para desayunar. Y, por fin, antes de disolvernos, acordamos consultar todas las anteriores definiciones y matizaciones con las chicas, si a ellas les parece bien.

De todo lo cual y del final,  hacia las 21:37 – no veía muy  bien el reloj- ,doy fe,  ante Diem XVII Kalendas Iul. Anno MCDLXX ad Bilbao condita.

ENTRE TOPLESS Y BURKINIS

Según el diario que se lea , la mayor innovación respecto del nuevo reglamento veraniego de las piscinas (exteriores) municipales de Bilbao – más allá de la no obligatoriedad del gorro- es la aceptación del topless y el burkini.

Ya que  estas dos últimas opciones se refieren claramente en su equidistante diferencia a las mujeres , una breve y rápida reflexión podría convertir la noticia en un buen tema para la colega Irantzu Varela y su expléndido espacio » El Tornillo».

Pero, dada mi condición de VVMSR (Varón Vasco Monógamo Sucesivo Relativo), he de referirme en este punto a mi genérico género. Y lo haré con una anécdota.

En 1977 , estando yo haciendo la mili en un Batallón de Intervención Inmediata que en su caso defendería  la Madrid sitiada, se produjeron dos hechos muy relevantes.Así, por un lado, y de la noche a la mañana, se legalizó al Partido Comunista de España. Y, por otro, se aprobó el uso de la barba entre la milicia ordinaria, privilegio del que hasta entonces sólo disfrutaba La Legión.

Bien es cierto que esta última aprobación estaba reglamentada y de hecho sólo estaba autorizada una barba de 2,5 centímetros. Y recuerdo que un sargento de guardia , un poco a la manera del Pantaleón de Pantaleón y las visitadoras, de Mario Vargas Llosa ,antes de dejarnos salir del cuartel, nos arrancaba a los barbados un pelo de muestra y lo medía con una regla que tenía preparada ad hoc. Así que un milimetro de más o de menos nos reconducía a la espera o a la peluquería.

En fin , que comento lo anterior porque sabiendo que hecha la ley, hecha la trampa, no sé si en las piscinas municipales mentadas- y en otras que se sumen a las predichas innovaciones paraacuáticas- habrá algún sucedáneo de sargento o sargenta de guardia, dispuesto( o dispuesta) a medir lo que se pueda de un burkini o de lo que quede de un topless, sease  mismamente el   restante monokini…

UN EXTRAÑO SUCESO JUNTO A LA PLAYA DE ONDARRETA

País vasco - Donostia - Playa de Ondarreta

Le he encontrado  en el bar del Hotel Codina. Tenía la misma mirada, quizas algo más apagada, que hace treinta años.Fué el tipo que tomé como referente para el protagonista de una novela frustrada que titulé «La muerte accidental del Sr. Otazu». Uno de los pocos amigos que la leyó, la catalogó como » novela político-militar», un poco en sentido paralelo a las novelas «político-policiales» de Manuel Vázquez Montalbán, que marcaban , para mí en aquella época, el punto de equilibrio entre  Juan Benet y Marcial Lafuente Estefanía. En realidad , mi novela trataba de un progre ,prematuramente desengañado de la Transición, que todavía sentía una nostalgia  compensatoria a lo Che Guevara.

El sujeto  ha pagado, ha salido del bar y se ha dirigido hacia la playa de Ondarreta. Y yo , sabiendo que en modo alguno podía ser reconocido, le he seguido sin mucha discrección.Se ha apoyado en la barandilla del paseo, y a sus voces, han subido de la mano dos niñas rubias muy pequeñas. Se ha agachado con cierta dificultad y las ha cubierto de besos. En ese momento ha aparecido una mujer joven y  también rubia envuelta en un pareo rojo que le ha dado un par de besos algo distantes.

» O sea que ya es abuelo» me he dicho cabeceando desde un extremo de la barandilla. Luego me he vuelto y he comenzado a caminar hacia El Peine de los Vientos.Pero he oído que me llamaban y me he detenido. He mirado y he  comprobado que era él quien me llamaba.He sentido un extraño escalofrío, pero me he acercado. Pensaba que estaba a punto de ocurrirme algo que sólo pasa en el mundo de la ficción: encontrarse con uno de esos personajes que has imaginado. Pero el tipo simplemente ha adelantado su mano  izquierda y me ha dicho: » Se le ha caído el móvil». Así  que lo he recogido, le he dado las gracias y  he suspirado…

 

QUO VADIS?…SINO ESTELAS EN LA MAR…

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El cielo y el mar, de tan azules , se confunden en el horizonte. Bajo hacia el pantalán con la torpeza de un corzo joven a pesar de que  hace poco ya me reconocieron como senior en la entrada de un museo- y no pagué nada. Voy tapado como un agente secreto de los de antes- gorra, gafas de sol incrustadas  y niki con vuelta de cuello hacia arriba- y  me brilla la nariz de la  crema «absolute protection» que  me he dado con generosidad.

En  el barco me esperan los colegas y nuestro instructor Manolo, hombre de paciencia infinita. Quedo encargado del largo de popa, y tras las órdenes correspondientes , abandonamos lentamente el pantalán – «¡ Ya sabéis que no se puede pasar de los tres nudos¡». A la vuelta me tocará atracar y lo conseguiré al segundo intento.

Mientras avanzamos proa a la salida del Abra bajo un sol omnipotente y una ligera brisa, recuerdo otras singladuras, en las que casi navegaba » de propietario» o , como mucho ,de grumete. Así  la de Ayamonte al cabo San Vicente  por las aguas tan frías del Atlántico; o las más peleonas del Mar de Norte; o las no menos complicadas a pesar de su aparente placidez veraniega, de las islas griegas. Pero siempre  me quedó pendiente una breve excursión a las Illes Formigues catalanas, una y otra vez prometida por mi tío Julio Manegat – que fue, por otro lado, quien me hizo amar el mar ( y la literatura-  y siempre postergada.

Algunas veces, amigos muy próximos me comentan que tengo una idea muy romántica del mar , y que eludo  su condición general peligrosísima. No lo creo, pues todo, desde la partida, está pensado hasta la obsesión para mantener  el contacto permanente y la máxima seguridad. Otros – y otras-  me dicen que no acaban de comprender ese , en tantas ocasiones, no ir a ninguna parte y más si la navegación es tan pura como lo es a vela. Sobre esto sólo se me ocurre ponerme machadiano  y citar aquello de » Caminante no hay camino, sino estelas en la mar.

En este caso, además, el nombre el barco es en sí mismo metáfora y resumen de todo lo anterior pues voy zarandeandome en el Quo vadis y pendiente de tomar la ola por la amura  de estribor…

EL CINE CLUB LUX Y EL PADRE CIRIANO

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Estoy sentado cómodamente junto a una de las ventanillas del avión que me lleva a Paris y el vuelo nocturno transcurre tranquilamente.Intento leer  Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, pero me amodorro y  siento que cabeceo hasta adormecerme. Me despierto de pronto entre gritos y sirenas, el avión estalla y me veo caer al espacio  todavía amarrado a mi asiento .Sin embargo aterrizo  suavemente en una butaca de un gran salón de cine, donde se está proyectando  el final de «La soledad del corredor de fondo», de Tony Richarson.

Este es el sueño que he tenido esta noche, y enseguida  me he dado cuenta de que aquel viejo salón no era otro que el Salón Loyola del colegio jesuita de San Ignacio de Pamplona y que estaba asistiendo a una sesión del Cine Club LUX que tantas excelentes películas nos permitió ver desde los sesenta  hasta finales de los setenta de la mano del padre Ciriano. Allí, en efecto, y entre los dieciocho y los veintitantos pude ver ciclos enteros sobre  el expresionismo alemán  y ruso, sobre la nouvelle vague, sobre John Huston o Alfred  Hitchcock, por poner algunos ejemplos. El padre Ciriano era un apasionado de John Ford y por él hubiéramos visto «La taberna del irlandés»  una y otra vez hasta el fin de los tiempos (  sus tiempos eran por cierto los de aquel otro  jesuita evolucionista  y posibilista que se llamaba Teilhard de Chardin). En una ocasión, incluso, se atrevió a confiarme la presentación y tertulia – parte importantísima en cualquier cine-club-  de  «Encadenados» de Hitchcock  (otro de su ídolos), con Cary Grant e Ingrid Bergman y recuerdo que, abrumado – yo tenía  dieciocho años-, a juicio de su sonrisa no supere mal la prueba.

He conocido luego otros cine-clubs. En Madrid, el del colegio Mayor Chaminade, en Bilbao,el cine-club FAS, del que fui asiduo durante mucho tiempo.Pero siempre le estaré agradecido a aquel jesuita nervioso, un tanto tartaja- ¡era tanto lo que quería decir!- y sutil,que, en medio  del sórdido ambiente de una negra provincia que se reclamaba foral y española, me encaminó hacia este arte con el que todavía disfruto  tanto,

POST-RIMERÍAS 2: ZOON ELEKTRONIKÓN

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Hace unos tres  años, preparando una ponencia para un Congreso, se me ocurrió incluir la expresión «zoon elektronikón» para caracterizar el nuevo tipo de individuación que se estaba – y se  está- generando en nuestra sociedad , inmersa en el mundo de las TIC y de las redes sociales.

Pretendía así actualizar la  antigua expresión aristotélica  de la definición de ser humano como » zoon politikón» ( o «animal social») que se prolongaba en » ejón lógon» ( o » que tiene palabra» en sentido cualitativo).  Por supuesto, individuación – como bien indicó Michel Foucault- no quiere decir subjetivación, es decir que el «zoon elektronikón» es todavía más efecto que causa y suficientemente inconsciente de su condición como para ser sujeto ( o sujeta) de algo.

Pero aún así, esta nueva forma de individuación quedaba  bastante clara definiéndose  a este nuevo tipo de ser humano como «un  individuo en red, siempre conectado y a la vez desubicado espacio-temporalmente, cuyo ámbito de socialidad se vincula a su propia activación en la red, y que no precisa para su desenvolvimiento sino de una limitada memoria de trabajo«.

La definición se las traía, y a lo largo de estos años ha sido una y otra vez matizada hasta alcanzar, quizá su máxima expresión en un artículo publicado junto con mi colega Andrés Davila *.

Y se me ocurre que  la caracterización de este » zoon elektronikón» quizá pueda ser un punto de partida  más para reflexionar sobre la historia de nuestro presente, un presente en el que ya parece que no podemos vivir – y sobrevivir socialmente- sin smartfones, tablets u ordenadores, o sin FACEBOOK, TWITTER O WHATSAPP…

 

*Huici Urmeneta, V. y A. Davila Legerén (2016): “Del Zoon Politikón al Zoon Elektronikón. Una reflexión sobre las condiciones de la socialidad a partir de Aristóteles”, Política y Sociedad, 53 (3), pp. 757-772.

http://revistas.ucm.es/index.php/POSO/article/view/50776

 

 

 

 

 

 

 

JUAN GOYTISOLO O UN APOCALÍPTICO INTEGRADO

JG

Ha muerto Juan Goytisolo y ya está enterrado en el cementerio civil de Larache , lugar  que evoca antiguas guerras coloniales. Miembro de una saga de escritores en la que sobresalen su hermano el poeta José Agustín  y el también hermano y  narrador Luis , este Goytisolo no dejó de desacartarse a sí mismo una y otra vez y , acaso por ello, siempre estuvo en la pomada.

Así, cuando alguna crítica somñolienta le había ubicado en el realismo social ( Campos de Nijar, 1957),  al poco dió un giro hermético ( Reivindicación del Conde don Julián, 1970), al calor del nouveau roman y del estructuralismo desestructurador, un giro que prolongó hasta la elipsis en varias obras (Juan sin Tierra, 1975 y Makbara, 1980), cambiando Paris por Marraquesh y comenzando a llevar chilaba.

Entretanto, inició un despliegue autobiográfico y retro-reivindicativo con Señas de identidad ( 1966) que le valió una buena discusión con su hermano Luis a cuenta de la figura de su abuelo. Por fin, muerta su  mujer y escritora Monique Lange- autora de  un libro indispensable, Las casetas de baño – dejó claro lo que ya era de dominio público en otro descarte muy acertado para el momento : su homosexualidad.

Nadie – que se precie y que esté al tanto de la Historia de la Literatura Española- podrá negar la importancia de sus obras, pero aquí se está hablando de la oportunidad de su vida. Y no deja de ser curioso que la traductora al francés de su obra, Alin Schulman, haya comentado, para resumir su última etapa, que» con los años se fue haciendo más humano».

Pues sin duda la de Juan Goytisolo ha sido la vida ( pública) de un dios, siempre presente aún cuando quisiera estar ausente, a diferencia de la su hermano José Agustín, oscura y muy triste ,o a la de Luis, tan recia como discreta. La suya ha sido, sin duda, la de un apocalíptico integrado, uno de esos de los que se hacía eco  Umberto Eco. Y el eco perdurará hasta que se desvanezca. Y, entonces , «solas sus obras», que diría Baltasar Gracián…

 

POST-RIMERÍAS 1: EL FARAÓN NEKAO II Y VICENTE VERDÚ

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Según cuenta el contraalmirante Maurice de Brossard en su voluminosa Historia Marítima del Mundo, apoyándose en Heródoto, en el siglo VII antes de nuestra era, el faraón egipcio Nekao II envió una expedición naval, para que, atravesando el Mar Rojo » diera la vuelta  a Libia y retornara por las columnas de Hércules». Ignorando las dimensiones de África, los expedicionarios tardaron tres años en regresar habiendo circunvalado el continente y después de pasar dificultosamente el hoy estrecho de Gibraltar,  hostigados por los cartagineses, y » sorprendiéndose de tener el sol a su derecha». Aún así, Nekao y los sabios egipcios continuaron pensando que, hacia el sur y hacia el oeste, todo lo que no era Egipto, era Libia.

Hace poco , el siempre lúcido ( y lucido) Vicente Verdú decía en una de sus columnas habituales que seguimos evaluando todos los fenómenos nuevos que estamos experimentando con categorías del pasado y que por ello apenas si podemos entender nada. Así ocurriría con la política, en la que las organizaciones políticas ya no son partidos políticos; con las producciones audiovisuales en Netflix que ya no son el cine de los cines ; con el  deporte multitelevisado que ya nada tiene que ver con el vivido en los estadios; o incluso con las clasificaciones sexuales que han saltado por los aires disolviéndose en un arco multicolor.

Y puede ser, en efecto, que debamos estar más atentos y  más atentas a  la hora de evaluar  todo lo nuevo con detenimiento  para no pensar equivocadamente, como aquellos egipcios, que todo lo que no es Egipto es Libia. Pero, para bien y para mal, tan sólo contamos, en primera instancia,  con las referencias y los valores recibidos y somos los humanos, al parecer, bastante reticentes  a abandonar las seguridades tan largamente conquistadas.Al respecto , y reconociéndonos como seres históricos, quizás sería un buen comienzo reflexionar sobre desde cuándo nuestras
«verdades» son tales, y a cuáles sustituyeron…

 

 

DE BICICLETAS Y PASEANTES

bici

Por lo que ha llegado a mis oídos, la Policia Municipal del Ayuntamiento de Bilbao va a iniciar una campaña sobre lo obvio: que las bicicletas son vehículos y que su lugar de tránsito es la carretera o esa carreterilla privilegiada que es el carril-bici.

Sí esto último, que además de obvio y de sentido común es lo legal, ha de recordarse es porque el desmadre bicicletero ha llegado a un extremo insoportable. Pues en efecto fue la bicicleta, primero un vehículo de transporte  barato y obrero  ( como nos los recordó Vittorio de Sica en El ladrón de bicicletas), luego se convirtió  en deporte de amigos que salían  los fines de semana, y de ahí se abrió la puerta a las bicicletas de montaña  que ya entrañaban cierta dificultad y los primeros sustos de aldeanos y  reses. La democratización del deporte llegó también a este sector y surgieron los carril-bici para atender las demandas de los usuarios. Por fin, hasta los ayuntamientos, sintiéndose holandeses,    diseñaron sus propios servicios de bicicletas públicas en un intento de mejorar la circulación rodada y reducir la contaminación.

Pero, como no hay más que liberar a alguien para que, al poco » se libere de tí», algunos bicicletreros ( menos bicicleteras) han hecho como se suele decir de su capa un sayo y abandonando carreteras y carriles-bici han ido progresivamente invadiendo las aceras y las zonas peatonales, circulando  incluso en familia, eso sí bien pertrechados de casco y rodilleras, y dando por supuesto que son los peatones quienes se deben apartar a su paso, llegando a  burlarse de ellos si no lo hacen, insúltándoles   e incluso atropellándoles ( en algunos  casos con resultado de muerte.

Hace poco hubo concentraciones de ciclistas manifestándose para que se respetara el metro y medio de distancia  al que deben ser sobrepasados por los coches. Una sugerente pegatina  que se está extendiendo en formato físico y virtual,  pide a los ciclistas el mismo respeto con los peatones y les  vuelve a recordar que son vehículos y que NO pueden circular por las aceras y menos como si participaran en el Tour de Francia.

Pero, en fin, ahora queda todo en manos de la mentada policia municipal que, hasta hoy , ha pasado olímpicamente del tema y ha cabeceado y sonreído paterno-maternalmente cuando algún paseante les ha recriminado su tan pasiva actitud.

N.B.¡Ojala se apunten a esta iniciativa otros Ayuntamientos! Así los – y las -paseantes podremos pasear más tranquilamente, que es lo nuestro.

«LA VAGA AMBICIÓN» DE ANTONIO ORTUÑO

la vaga ambición

La «vaga ambición»  es la ambición de escribir,  y más, si cabe, de vivir de la escritura.

Así lo dejó bien claro en una de sus lúcidas intervenciones el escritor mexicano Antonio Ortuño en la presentación que se celebró el último día de mayo en la Sala Bastida de la Alhóndiga ( AZ) de Bilbao.

Acompañado por  Paul Viejo y la Directora de la Letra Eskola, Mónica Crespo, Ortuño fue desentrañando el hilo conductor de los seis relatos que se enhebran en La vaga ambición y acaso se puede decir que tuvo un buen comienzo y un mejor final.

Así, provocado hábilmente por Paul Viejo, Ortuño arremetió contra la idea de que la metaliteratura o la autoficción fueran en estos momentos algo más que una moda, pues se han practicado desde los orígenes de nuestra tradición occidental.

Y, al final,  a instancias del tambien escritor Pedro Ugarte, llevó a cabo una pormenorizada enumeración de los enemigos de tal vaga ambición:  en primer lugar, la pretensión de que pueda ser compartida por la pareja o   los amigos íntimos – y más si no son del ramo- , pues harán predominar, como es, por otra parte, muy lógico, la buena relación a la verdad crítica; después los hipotéticos colegas de taller literario  al que muchos y muchas acuden para resolver problemas  que se debieran evacuar en sesiones de psicoterapia; y, para terminar dónde suele comenzar todo, las editoriales que en perfecta y quizá inconsciente escala, se abducen unas a otras y a sus respectivas cuadras, publicando unas veces muy abitrariamente y, en otras, echando los originales recibidos directamente a la basura.

En fin, que en pocas ocasiones, la presentación de un libro, acto tan social como cultural, se puede convertir en una master-class, que fue lo que al cabo ocurrió , y cumplidamente,  con Antonio Ortuño y su La vaga ambición.