RAY DONOVAN( o » yo me encargo de todo»)

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No sé si quienes tienen a bien leer habitualmente estas líneas han visto en alguna ocasión algún episodio de la serie Ray Donovan.

En ella el personaje que le da el título ( un Liev Schereiber  de casi dos metros ) se nos muestra como un «conseguidor» experto en chantajes, extorsiones, crímenes y otras variantes anejas. Y todo lo hace impasible el ademán, con una mirada afilada a lo  Fu-Manchú y siempre acompañado de la frase «Yo me encargo de todo» que todos los que la escuchan saben muy bien qué quiere decir.

Además, como está rodeado de una familia muy familiar por irlandesa y católica  pero compuesta de inútiles y atontados de diferente  calaña – excepto su padre ( magnífico John Voight) que le da una réplica continua y sopesada- Ray no suele encontrar grandes obstáculos para sus » trabajos «, salvo los tropiezos con algunas señoras tan atractivas como malas-malísimas.

Aunque a primera vista no lo parece, en el fondo Ray muestra de viento en vez buenos sentimientos, incluso hasta puede llegar a llorar, un poco al modo del asesino en serie de otras series que ayuda a las viejecitas a sacar la basura a la calle…Bueno, ahora que me doy cuenta , en realidad , es lo que hace… Y esos buenos sentimientos permanecen ocultos  por  los abusos que sufrió de pequeño de manos ( nunca mejor dicho) de un cura católico. Así que también en este caso, se puede repetir el dicho de que «en el pecado , la penitencia » .

Todo un dramón, vamos, y además ribeteado por una señora Donovan ( Paula Malcomson ) que, a diferencia de las listas-listísimas  de , por ejemplo, Los Soprano, no se entera de nada y descubre cada mañana, durante largos años, que, en realidad, no conoce a su marido…

Y digo yo y me digo, si este Ray Donovan no estará inspirado en tipos como el hispano Villarejo de marras, tan eficaz él que ,a lo peor, hasta tiene también buenos sentimientos, eso sí, ocultos, muy ocultos…

RECUERDO DE UNA FRONTERA ( de las de antes)

He pasado la tarde en Irún, a donde  he acudido a la sesión de un taller literario. Ya de vuelta hacia Bilbao,  conduciendo lentamente por la autopista – ya casi no utilizo el coche- , he sentido que dejaba atrás la antigua frontera, y con ella la evocación de recuerdos de un pasado  lejano en la memoria personal pero quizá no tanto en la colectiva.

La excusa era peregrina – si acaso, ir a pasar el día a Biarritz – pero la cosecha generosa: algún que otro libro prohibido, una película sin cortes de la censura, y un breve amago de libertad mientras tomábamos un café en una terraza de la playa, contemplando a las atrevidas francesas que  tomaban el sol en top-less. También solía haber algún amigo exilado a quien visitar, un par de paquetes que dar o dineros escasos, reunidos aquí y allá,  que repartir.  Claro que, luego, había que volver y someterse a la inspección  y al interrogatorio cotidiano – ¿De dónde viene? ¿A dónde va? –  para después, bajada tras nosotros definitivamente la barrera, sumirse en la grisura del tardo-franquismo agonizante.

Aunque también pasaban cosas como ésta: “¿Qué lleva ahí?” “Libros”. “¿Para qué?”. “Para leer”. “¡Ah, bueno!  ¿Y éste? Vamos a ver… Así que LA REPUBLIQUE de Platón, ¿eh?”. “ ¡Oiga que es un clásico de…!” “ ¡Y además en ruso!” “¡Pero que es en griego clásico!”. “¡Nada, nada! ¡Queda confiscado! ¡Continúe!”.  Y por lo menos nos podíamos reír un rato. Contándolo, por supuesto.

Y es que era importante reírse con quienes se podían contar estas cosas,  pues entonces estaba muy claro quiénes  y cuántos eran los franquistas y dónde estábamos todos los demás, aunque mirásemos desde diferentes puntos de vista…

PÍO BAROJA ( los jesuítas y las mujeres)

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Vuelvo a leer  en un periódico un artículo sobre Pío Baroja, un autor que  aparece y desaparece de la actualidad , como un guadiana despistado, según las conveniencias.

En esa ocasión se habla del anti – jesuitismo de Baroja. Pero, a mi entender se trata de otra de las bobadas que en algún momento alguien dijo – probablemente porque le sentaban muy mal las verdades que don Pío soltaba – y que han ido repitiendo como papanatas desde varios excelsos hasta gentes del común disfrazadas de expertos, aprovechando el viento a favor para tildarlo , de paso, de racista  implacable y misógino a la carta.

Para cualquiera que haya leído a Baroja,  está claro que el vasco-madrileño no  fue más racista de lo que se podía ser, por defecto, en su tiempo,  y que para nada odiaba al género femenino si no  que, al revés,  más bien buscaba un tipo de mujer, liberada y liberal, » con conversación», que  habría de aparecer muchos años después.

Pero, en cualquier caso, su cacareado anti – jesuitismo parece ser el fruto de una mala lectura y una peor crítica  de su obra, que ha relacionado  el anti- clericalismo general que exuda de ella con algunas afirmaciones acerca de los padres jesuítas y, sobre todo, en relación a Iñigo de Loyola. Y basta leer la trilogía  titulada Las ciudades  para darse cuenta  de que lo que crítica Baroja es que la Compañía se convirtiera en un momento histórico determinado en alternativa dentro de la Iglesia Católica  – como lo intentó el Opus Dei en su momento – pero no que dicha alternativa fuera errónea  en la lógica interna del catolicismo ni, por supuesto, que su fundador fuera torpe o inculto. Es más, en algunos momentos, las palabras de Baroja  más bien elogian al ínclito santo vasco, reconociendo su habilidad y sentido de la oportunidad.

Y es que, despojado de la indumentaria clerical y vestido de paisano, el jesuíta Baltasar Gracián, por ejemplo, habría sido motivo de admiración de quienes han acabado por llamar a don Pío don Impío Baroja, como lo fuera de hecho la obra de Schopenhauer que,  a su vez, reconoció en el aragonés  a una luminaria europea.

¡Cosas veredes!

EL CINE Y EL FRANQUISMO ( o sobre » Los rastros del Imperio » de Jesús Pérez Núñez )

Asistí ayer a una magnífica lección magistral de Jesús Pérez Núñez  en la presentación de su libro Los rastros del Imperio: el ideario del Régimen en las películas de ficción del primer franquismo (1939-1951), en la Librería Cámara  de Bilbao.

Rodeado de un numeroso público,  Pérez Núñez fue desgranando  con erudición y amenidad –  una combinación ya tan infrecuente – los avatares del cine español de ficción durante el franquismo autárquico , un periodo escasamente analizado y por lo general reducido a la casi nada en  comentarios simples y maniqueos.

Jesús Pérez Núñez distinguió al respecto muchas fases y tipologías, desde las bélico-políticas ( como  Sin novedad en el Alcazar , 1940) hasta las apologías imperiales ( Alba de América ,  1951 )  pasando por las adaptaciones de clásicos literarios ( Don Quijote de la Mancha,1949 ) o aquel gambito de rey que fue Raza, escrito de la mano del mismísimo Francisco Franco  y que fue adaptada – y censurada- según el momento histórico de su exhibición.

Un libro, en fin, que debería tener su lugar en las estanterías de las bibliotecas universitarias y en las particulares de quienes, como el que suscribe, vinimos a la conciencia  en el tardo- franquismo,  pero  viendo  todavía películas  como Molokai o Botón de ancla

Un libro, también, que debería servir de guía para una selecta  filmoteca en las escuelas e institutos ya que, más allá  de los valores artísticos y más acá del espíritu propagandistico- «¡España, Una, Grande, Libre!» – es un material inigualable para conocer la profundidad de las dimensiones ideológicas, sociales y culturales de aquel primer franquismo tan puro y depurado.

Y para que  no ocurra aquello que me pasó a mí hace algún tiempo en una clase de primero de carrera, cuando un alumno preguntó: » Ese Franco…¿fue un rey, no?». Y yo estuve a punto de contestarle  «Franco, ese hombre», pero me limité a sonreír…

[BELARRI PREST]

 

 

PATINETES ELÉCTRICOS( o la desidia de la horizontalidad)

Según se ha sabido con varios meses de retraso, en Esplugues de Llobergat ha muerto una mujer tras ser atropellada por un patinete eléctrico… conducido por un tipo que iba mirando el móvil.

El retraso en la divulgación de la noticia podría deberse a que este novedoso  artilugio tiene muchos puntos para convertirse en el «regalo-estrella» de la campaña de Navidad , que ya comienza en Halloween y finaliza en febrero tras las trasnochadas Rebajas de enero.

Pero lo cierto es que algo parecido ocurrió con la noticia referida a otra mujer atropellada por una bicicleta hace poco más de un año en Barcelona.

Entre tanto, las denominadas autoridades dejan caer que están pensando en legislar al respecto, y toman medidas provisionales que funcionan como el pase foral: » se obedece,pero no se cumple».

Y así, cada uno y cada una sigue haciendo lo que le viene en gana con el absentismo silencioso de las fuerzas armadas municipales y la comprensión buenista de algunos ciudadanos ( y ciudadanas, of course). Sin ir más lejos, ya comenté en su momento las evasivas de una patrulla- » No queremos provocar enfrentamientos»- ante un ciclista que me rozó el codo a toda velocidad… Y ayer mismo fuí recriminado por recriminar a un bicicletero que sorteaba viandantes en una concurrida acera.

Se me ocurre que este tipo de situaciones se debe, más allá de a la falta de educación y a la desidia programada de las autoridades en vías de elección, a cierto régimen de horizontalidad ideológico-cultural que ya no distingue entre lo empírico de las calles y lo electrónico de las redes y que mueve a navegar por las primeras como se navega por las últimas.

Pero en fin, ésta es sólo una opinión, ya totalmente intrascendente en la marea de blogs que nos rodea. Algo muy diferente, por ejemplo, a aquel modelo de columna periodística tan decisiva para la opinión pública como aparecía en  Chantage en Broadway :El dulce sabor del éxito, una película de 1957,con un Burt Lancaster y un Tony Curtis de bandera, en el que el primero- como J.J. Hunsecker- mantenía en vilo cada mañana  a medio Nueva York.

Pero…¡ Ah , desidia de la horizontalidad!  (O también: Quousque tandem  abutere, Adelfuns, patientia nostra …?

BERTOLUCCI ( y la mantequilla)

Ha muerto Bernardo Bertolucci y , casi de inmediato se ha desatado la polémica. Pues en vez de recordar  algunos de sus films  maestros, como El conformistaNovecento o El último emperador, algunas miradas se han dirigido  hacia El último tango en Paris y, concretamente a la secuencia en la que una joven al borde del desarraigo ( María Schneider) era sodomizada por un decadente desarraigado ( Marlon Brando), utilizando mantequilla como lubricante.

La polémica, supongo, no habría tenido  su cruz sin la cara de las largas colas que se formaron en su momento en Biarritz o Perpiñán, para ver esta escena de esta película. Pero todo lo que sube baja , y en la correción política actual lo que era una escena cinematográfica y, por lo tanto y como se ha explicado un buen número de veces , una «ficción»- pues ni hubo verdadera  violación ni sodomización, sino «representación»-  se ha convertido en motivo de reprobación, no ya de toda la obra del cineasta , sino de él mismo como persona.

No seré yo quien  discuta sobre lo «políticamente correcto» que ahora nos informa. En primer lugar  porque mi punto de vista quedaría desautorizado automáticamente  por el sexo – que no el género- masculino que se me atribuye en el DNI .Y , además , porque  sin que sea cobarde, soy prudente – » Mas vale loco con todos, que sabio a solas» que dijo Baltasar Gracián que en censuras y persecuciones era un experto.

Pero sí recordaré  un viejo  dicho anglosajón que resumiría muy bien lo que quisiera añadir , más allá de los detalles escabrosos que pululan por las redes : » Conoce la obra, pero no al Poeta». Pues, a pesar de que las obras puedan ser expléndidas y redondas, los poetas, y los creadores en general suelen ser altivos, egocéntricos, envidiosos, irascibles, endiosados, en fin, bastante insoportables…Como la mayoría de los mortales si se les pone a prueba.

Y, por otro lado, la maldita escenita de la mantequilla  – que por lo menos tenía un » texto» y un » contexto» – se queda en menos de una gota de agua en el proceloso océano de la pornografía-a-la-mano…( en terminología heideggeriana, no se equivoquen…

[ BELARRI PREST]

 

700 ( o de la pertinaz escritura)

Con la presente son ya setecientas las entradas del blog que tan amablemente acoge este diario de tan significativa cabecera.

Puedo decir que todas las he escrito con placer y algunas,  incluso con goce,  aquel placer proactivo del que hablaba Roland Barthes.

La mayor parte de estas  columnillas han sido elaboradas palabra a palabra mentalmente , durante largos paseos, y luego transcritas en el banco de un parque o sobre la mesa de una cafetería, gracias a alguno de estos artilugios electrónicos que solemos llevar encima.

Como se habrá podido comprobar , la temática ha sido muy variada, pues mirando con detenimiento se ve mucho y más si además se escucha atentamente  y no digo ya si se huele, toca o degusta.

Algunos queridos colegas me han insinuado que haga una selección de lo publicado,  algo así como que me resuma antológicamente  despojando lo coyuntural y dejando lo estructural sustantivo y lo edite aparte  y en papel . Demasiado trabajo, en su sentido más etimológico, o sea , un suplicio. Y es que, rememorando aquel viejo anuncio, yo no soy de trago largo sino de copa corta…

Así  que en este punto no me queda sino agradecer al  centenar largo de lectores y lectoras su atención , a quienes han compartido y retwiteado, y más  particularmente, a quienes, además, se han  tomado la molestia  de comentar lo publicado: este feed-back me ha rescatado al mundo en muchas ocasiones en las que me parecía hablar solo, y ha  enhebrado nuevos temas y otras tantas variantes de los ya tratados.

Un amigo me dijo ayer  que 700 son unas cuantas, pero yo las cambiaría todas por una sola que pudiera igualarse a una cualquiera de Josep Pla. «Eis,  ana lion» – «Uno , pero león» que  le decía la leona a la zorra, hablando de sus cachorros…

Seguiré intentándolo…Y gracias de nuevo ,querido lector ,querida lectora, mon semblable mon frère …(et  ma soeur  ,of course)

[BELARRI  PREST]

EJEMPLARIDAD ( o sobre Meister Eckehard)

«En verdad, con dolor hemos de hacer constar que en este tiempo un habitante del país alemán llamado Eckardus, que se dice Doctor en las Sagradas Escrituras y Profesor de la orden de los Predicadores, quiso entender más de lo que fuera necesario y con inmodestia y sin someterse al módulo de la Fe, apartó su oído de la verdad, entregándose a la ficción «.

Así comienza la Bula del papa Juan XXII, proclamada In Agro Dominico, el 27 de marzo de 1329 contra veintiocho proposiciones del filósofo Eckehard expuestas en la obra Das Buch der göttliche Tröstung – El libro del consuelo divino.

Se condenaban así, a pesar de su retractación pública, los escritos de un pensador que, amparándose en una interpretación mística del cristianismo, había hecho circular muchas ideas panteístas de quienes él mismo denominaba » maestros paganos» y que no eran sino algunos de los grandes filósofos griegos y romanos. Pero se condenaba también a quien por primera vez se había atrevido a escribir y sobre todo a predicar en alemán apartándose del latín, la lengua oficial de la Iglesia Católica .

El caso de Meister Eckerhard es uno más de la larga lista de pensadores, investigadores y escritores que hubieron de hacer su gran o pequeña obra limitados por las circunstancias históricas y discursivas de su época, pero que rozaron el límite de lo decible y lo por entonces compresible. Basta recordar algunos nombres como el Venerabilis Inceptor Guillermo de Ockham, Galileo Galilei, René Descartes, o Baltasar Gracián.

Y ciertamente consuela saber de ellos y de sus esfuerzos por jugar lo mejor posible las cartas de lo permitido, por decir entre líneas lo que debía ser dicho, y , en fin, por dibujar una tenue red de resistencia frente al poder político y religioso ( ahora diríamos ideológico). Y todo ello a pesar de ser acusados de entender más de lo que sea necesario o de apartarse de la verdad consagrada para entregarse a una supuesta ficción.

Ejemplos que no se debieran olvidar en estos tiempos de tanta cobardía intelectual…

[BELARRI  PREST]

ARTE (o del artificio)

Viktor Schklovsky

Se cumplen 101 años de la aparición de El arte como artificio, publicado en 1917 por Viktor Schklovsky. El formalismo ruso, considerando las obras literarias como dispositivos textuales, propuso una quiebra de la automatización lingüística por medio del oscurecimiento expresivo y la disolución de las tramas convencionales. Se produciría así un efecto de extrañamiento ( ostranenie) que rompería la pseudo – concreción tópica de la realidad.

Fredic Jameson ( » La cárcel del lenguaje: perspectiva crítica del estructuralismo y el formalismo ruso») y otros autores de orientación marxista han considerado demasiado formal esta ruptura, o algo imposible debido a los condicionamientos del mercado liderado por la moda ( Alastair Fowler), y han planteado una reconsideración política del » sistema literario».

La alternativa a la representación tópica de lo que nos rodea – hoy tan vinculada a los medios de comunicación masivos y las redes sociales – vendría , desde este punto de vista, acompañando a una transformación socio-política de carácter global.

Sin embargo, teniendo en cuenta el carácter socio-configurador de las palabras, cualesquiera que sean los medios de su transmisión, el análisis de los formalistas rusos parece mantener cierta vigencia. De hecho podría considerarse como una propuesta para una nueva retórica que , como dice Schklosvky, nos hiciera » ver en la piedra su condición de piedra» y no sólo reconocerla.

También sobre esta cuestión, sobre la relación del lenguaje con las cosas, ha habido algunos equívocos, pues se ha reprochado al formalismo ruso su condición de teoría inmanentista, más atenta al significante lingüístico que al referente empírico. Pero lo cierto es que dicho referente- en el ejemplo, la piedra real- se convierte en forma en la vida social por medio del lenguaje – » la piedra» – y , consecuentemente, lo que proponen los formalistas quizá no sea sino otra manera de contemplar la mimesis. Algo así como una teoría de la mimesis que pretendería superar la mimesis realista automatizada.

Ahora bien, ¿ a quién le puede interesar romper con la pseudo-concreción de la realidad? ¿ A quién desautomatizar el lenguaje y las tramas narrativas? ¿ A quién, en definitiva, le pueden interesar hoy las teorías de Schklosvky?

[BELARRI  PREST]

MADRID ( o de la capitalidad)

 

De vuelta de Madrid a donde he acudido a la presentación del libro de un amigo ( de él y de su libro hablaré otro día. Transcribo lo escrito en una servilleta de papel :

«Café Gijón. Once y media de la mañana. Mientras leo detenidamente la prensa y degusto una magnífica tortilla de patatas, echo de vez en cuando una ojeada por el rabillo del ojo hacia mi derecha. Una mujer joven, probablemente sudamericana, bien vestida y mejor peinada, lleva una hora trasteando con su ordenador portátil. Abre y cierra archivos, escribe una o dos palabras, las borra y comienza de nuevo. De vez en cuando, mira a su alrededor con una extraña combinación de orgullo y de temor. Es evidente que está «haciendo los madriles».

«Hacer los madriles» era lo que debían hacer escritores y artistas – lo de los políticos era más fácil – para colocarse en la parrilla de salida de su carrera triunfal. Se debía aterrizar, sí, en el Café Gijón, y desde allí, otear el futuro. Y había que hacerlo cuanto antes – antes de la treintena – porque se sabía que el camino era largo y la primera etapa duraba por lo menos diez años.

«Hacer los madriles» implicaba también, como imaginario, vivir de otra manera (¿bohemia?), imbuirse de la mixtura de la gran ciudad, conocer gentes diversas y paisajes múltiples. Y ser de un barrio y, a poder ser, de cualquiera. Y, sobre todo, encontrar, entre tanto deambulador, pedigüeño y proselitista, a aquellos y aquellas que, formando piña, iban a ser el núcleo del crecimiento personal y artístico.

Pero el imaginario, aún rebrotado, no deja de ser imaginario, proyección vana del deseo en la realidad. Y así, quienes no han hecho los madriles – ni ninguno de sus equivalentes en una gran ciudad ( siempre habrá alguna, antes Paris, ahora Nueva York o Berlín) – continúan creyendo que en la tal ciudad pasearían sin cuento y recorrerían todos sus barrios y recovecos, pero conocen muy poco más allá de las calles donde viven; y suspirando por las gentes interesantes que sin duda conocerían, apenas si se fijan en las vidas singulares que les rodean; y , en fin , religándose a todos los futuros, inasibles por futuros, se les pasa la vida tan callando.

El imaginario sigue ahí, escondido en el arqueocerebro reptiliano, y basta una tarde de tertulia o un paseo matutino (o una tortilla en el Café Gijón) para que alcance el neocortex y desate una polución de imágenes. Incluso entre quienes ya fueron a hacer los madriles y tuvieron que volver a la negra provincia con el rabo entre las piernas. ¡Ah el imaginario! ¡Ah, Madrid! ¡Ah, la noche que llegué al Café Gijón que dijo y diría Paco Umbral!»

[BELARRI  PREST]