No sé si quienes tienen a bien leer habitualmente estas líneas han visto en alguna ocasión algún episodio de la serie Ray Donovan.
En ella el personaje que le da el título ( un Liev Schereiber de casi dos metros ) se nos muestra como un «conseguidor» experto en chantajes, extorsiones, crímenes y otras variantes anejas. Y todo lo hace impasible el ademán, con una mirada afilada a lo Fu-Manchú y siempre acompañado de la frase «Yo me encargo de todo» que todos los que la escuchan saben muy bien qué quiere decir.
Además, como está rodeado de una familia muy familiar por irlandesa y católica pero compuesta de inútiles y atontados de diferente calaña – excepto su padre ( magnífico John Voight) que le da una réplica continua y sopesada- Ray no suele encontrar grandes obstáculos para sus » trabajos «, salvo los tropiezos con algunas señoras tan atractivas como malas-malísimas.
Aunque a primera vista no lo parece, en el fondo Ray muestra de viento en vez buenos sentimientos, incluso hasta puede llegar a llorar, un poco al modo del asesino en serie de otras series que ayuda a las viejecitas a sacar la basura a la calle…Bueno, ahora que me doy cuenta , en realidad , es lo que hace… Y esos buenos sentimientos permanecen ocultos por los abusos que sufrió de pequeño de manos ( nunca mejor dicho) de un cura católico. Así que también en este caso, se puede repetir el dicho de que «en el pecado , la penitencia » .
Todo un dramón, vamos, y además ribeteado por una señora Donovan ( Paula Malcomson ) que, a diferencia de las listas-listísimas de , por ejemplo, Los Soprano, no se entera de nada y descubre cada mañana, durante largos años, que, en realidad, no conoce a su marido…
Y digo yo y me digo, si este Ray Donovan no estará inspirado en tipos como el hispano Villarejo de marras, tan eficaz él que ,a lo peor, hasta tiene también buenos sentimientos, eso sí, ocultos, muy ocultos…