Aunque nunca me creí del todo la sombría descripción que la Historia oficial de la triunfal burguesía nos administraba en la escuela acerca de aquel periodo occidental precedente a su victoria total, Revolución Industrial, Capitalismo mediante, sobre el sistema Feudal al que despectivamente se bautizó como Edad Media, no tanto por hallarse entre la dorada Antigüedad Greco-Romana y un Renacimiento de las Artes y las Luces en lo que se ha dado en llamar Modernidad, cuanto por resaltar su supuesta intrínseca mediocridad, dado que en su seno los detalles de su intrahistoria, en contraste con nuestra cotidianidad, no parecían tan distintos a los nuestros, despojada la actualidad de la electricidad y los motores de explosión, pues a fin de cuentas, seguimos trabajando en relación de servidumbre los más para los menos, los artistas necesitan de mecenas, los impuestos directos e indirectos superan el tercio que se entregaba al Señor, y altas torres dominan los burgos donde la pobreza y la miseria abruma a quien se atreve a pasear fuera de sus murallas mediáticas y a mirar más allá de sus luminosos escaparates…debo reconocer, que su familiaridad y el pertenecer al bando de los privilegiados, hace que sienta cierto desasosiego sólo en pensar que nuestro Régimen socio-político, recupere selectivamente los peores aspectos del Medioevo a la vez que se desprende de las formales libertades adquiridas de movimiento, pensamiento, religión, expresión…, más que nada, porque a la mitad de la vida, me costaría mucho amoldarme.
La reciente profecía del Subdirector de la DGT, Federico Fernández, de que más pronto que tarde, nuestra red vial se verá necesariamente salpicada de puestos de control y de peaje, o sea, las antiguas aduanas y aranceles, nuevas fronteras…, no es otra cosa que una vuelta de tuerca en el vertiginoso proceso involucionista de deconstrucción de la Modernidad en el que se halla Europa, que apunta incuestionablemente hacia esa decadencia de un futuro pretérito anunciado hasta la saciedad por películas como Mad Max. Este brusco viraje colectivo decidido por las élites y padecido por las masas, que algunos circunscriben en paralelo a la Caída del Imperio Romano, postura intelectual que no le faltan apoyaduras y regusto pues si cuando entonces desaparecieron las piedras de las vías romanas para construir los palacios y las parroquias de los pueblos colindantes desapareciendo con ellas las propias vías de comunicación, haciendo intransitables los caminos, dificultando por añadidura el comercio, los mercados, abocando a la práctica desaparición la industria, la manufactura etc, ahora con medidas como esta, nada bueno se augura al mismo respecto, máxime cuando los pobres de solemnidad se han fijado en esas otras vías de comunicación que se tienden con preciado cobre y se disponen a hacer con su material lo que las tribus bárbaras que no sabían labrar la piedra hicieron cuando aquello, acontece irónicamente sigiloso en mitad del bullicio consumista y del ruido filosófico en torno al debate de la Crisis axiológica de Occidente y de si estamos asistiendo a una Segunda Modernidad – Escuela de Frankfurt, Habermas y compañía – a una Postmodernidad – New Age, Vátimo y demás – o incluso, como es mi caso, a una Hipermodernidad, por aquello de la Globalización, la Sociedad de la información, la red de redes, la Nanotecnología y todo ese batiburrillo de ideas surgidas a cobijo del cambio de Milenio y del Climático.
Observada la Historia al modo Oriental como describiendo un tiempo circular, deberíamos resignarnos a repetir el pasado en lo que Nietzsche ya previera como un Eterno Retorno sin fin en el que tanto los Pueblos que olvidaron su pasado, como aquellos que se pasan sus días recordándolo, transitan de nuevo por sus mismos recovecos sin descanso. Poco mayor consuelo les ofrece el tiempo lineal Judeocristiano, donde habiendo un mismo principio y final para todos, nada importa estar en un momento u otro de esta trayectoria insignificante que es la Qoheletiana Existencia humana, comparada con la eternidad que nos aguarda como bien señalara Pascal en su Apuesta. Algo más de esperanza parecía aportar en su misma idiosincrasia el desenvolvimiento en dicha recta temporal, el arrogante Espíritu Hegeliano que como se ha podido comprobar gracias al Materialismo Histórico Marxista, avanzaba de victoria en victoria hasta la derrota final en un recorrido horadado de tesis, antítesis y síntesis, pero confiando dirigirse hacia Happy End Hollywoodiense prometido por el futuro Estado Socialista que terminó en un Game Over, en el que los Neoliberales y Neoconservadores se apresuraron en ver como Fukuyama “El final de la Historia” cuando para final de la historia mejor haríamos en leer el “Apocalipsis” de Juan.
Mientras no desaparezca literalmente las estructuras materiales que permiten al Poder tenernos subyugados, como son las vías de comunicación que les facilita el traslado de tropas y proyectar sobre toda la geografía su voluntad física por medio de ejércitos y policía; el tendido eléctrico que favorece su omnipresencia en nuestras casas y mentes a través de los medios de comunicación y saber todo de nuestra intimidad vigilando nuestras comunicaciones privadas; el sistema financiero con el que nos tiene controlada toda nuestra existencia por medio del dinero, las empresas donde se nos condena a trabajos forzados sometidos a superiores, jefes y capataces…no se puede hablar de caída o derrumbe de un Imperio o modelo social. Sólo cabe hablar de una deconstrucción que generalmente se opera desde dentro por parte de las élites para garantizar su supervivencia.
A las élites les ha ido muy bien con la Modernidad, pues han gozado del trabajo de esclavos que desconocían su condición. Por eso, no interesa destruir los valores de la Modernidad, en los que la población esclava confía, cuanto en descafeinarlos por completo. El proceso lleva años fraguándose: el dinero ya no aparece en metálico en los bolsillos de los esclavos, cuanto en sus libretas de ahorro de donde toman como pájarillos enjaulados lo que necesitan para continuar trinando como colibríes; cada vez hay más tarjetas de transporte, de supermercado, de cine…que se parecen a los bonos de comida y a las cartillas de racionamiento; Poco a poco, mientras la población abraza el tonto pacifismo, proliferan las empresas de seguridad con derecho a portar armas y tener su particular parque móvil blindado; Etc, etc, etc.
Ante esta situación sólo nos cabe volver a llenar las iglesias y confiar temerosos, en la Ley de la Atracción, para desear con todas nuestras fuerzas que el Dios Todopoderoso, bueno y misericordioso, castigue a los impíos Gobernantes y salve a los justos ciudadanos en este nuevo trance, como en su día hiciera con el Diluvio, en Sodoma o en Egipto y no nos permita mirar atrás, pues nuestras mentes hace tiempo que están podridas de la más mediocre Modernidad de confiar a un tercero que haga por nosotros lo que nos interesa.
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Intercambio de experiencias
De lo que se entera uno leyendo el periódico…En la Era de la Información, parece que los extremadamente caros servicios de democratización ofrecidos por la OTAN a diestro y siniestro, requieren, aparte de jugosas Conferencias para la reconstrucción, ingentes aportes de experiencia diplomática al objeto de restituir un clima que haga posible la convivencia entre las partes enfrentadas sin necesidad de dividir el territorio liberado en dos nuevos Estados.
España, hace lo que puede por seguir el paso marcado por las grandes Potencias. Pero en estos tiempos de crisis, es comprensible que nuestras Fuerzas Armadas, apenas alcancen para democratizar Perejil, Las Chafarinas o El Peñón de Velez que para el de Gibraltar, ya no da el presupuesto. En consecuencia, aparte de ofrecer nuestro suelo como residencia habitual a dictadores del Golfo Pérsico y Saudies, ejerciendo de anfitriones turísticos, ahora el Gobierno de ZP ha visto un filón en nuestra reciente historia como fórmula para escaquearnos de cotizar la parte alícuota de los gastos que toda acción humanitaria comporta.
Así, ni corta ni perezosa, la simpática Ministra de Exteriores, ha ofrecido a los libios la experiencia española durante la Transición para que les sirva de guía en esta nueva etapa de paz y libertad. Con ello, como digo, el Gobierno pretende zafarse de otros modos más gravosos de contribución. Pero no creo yo que la Comunidad Internacional se lo permita y menos aún, nuestros socios protectores que hasta la fecha nunca han renunciado a pasarnos la factura de las distintas Misiones Humanitarias en las que nos involucran.
En cualquier caso, los libios, sí están en condiciones de aceptar dicho ofrecimiento. Pero yo de ellos, me lo pensaría dos veces, pues de aplicar nuestra experiencia durabnte la Transición, es posible que al final del proceso, se arrepientan. Con todo, ya han empezado mal…Para que el modelo de Transición española funcione como dios manda, era conditio sine qua non que Gadafi hubiera muerto en su cama y no de un tiro en la cabeza; que una vez muerto, se le construyera un pantagruélico mausoleo para honrarlo junto a sus víctimas; que sus familiares pudieran seguir gozando de sus propiedades como si nada…¡qué se le va a hacer! Ahora, lo único que cabe esperar, es que el pueblo vote en referendum una Constitución que garantice su libertad y la Restauración de la Casa Real; que los máximos dirigentes gadafistas se mantengan en sus puestos para mantener la fragil estructura del Estado libio; que el cuerpo de la Magistratura, el docente, el policial y sobre todo el ejército, conserven en sus puestos a quienes ya estaban en ellos para de esta forma se garantice un mínimo de servicios indispensables para el futuro de los libios; Por supuesto, aprovechando una Amnistía General para los presos encarcelados durante el atroz régimen del Tirano Gadafi, se ha de promulgar una Ley de Punto Final para evitar juicios y conflictos que impidan la reconciliación; Igualmente, no se ha de hacer revivir el sufrimiento pasado a los familiares de las víctimas y de los desaparecidos durante el conflicto; En coherencia, los tribunales han de impedir que se investiguen los crímenes de guerra, que se localicen las fosas comunes, que se de un entierro correcto a los cuerpos y sobre todo, que se pierda la memoria histórica de lo sucedido.
Mas, esta estratagema del Gobierno español para contribuir sin dinero a la causa libia, aún contando con el visto bueno de la OTAN – que lo dudo – tiene un gran defecto: Normalmente, cuando una Potencia se emplea a fondo en democratizar un país como Libia, suele hacerlo con los ojos puestos en su reconstrucción y en los contratos millonarios que para sus empresas su presencia allí le puede deparar en un futuro próximo. Claro que para que Repsol, Iberdrola, Zara y hasta Chupa Chups tengan parte en el pastel, España debería haber arrojado más bombas democráticas que las declaradas oficialmente, que parece ser que han sido ninguna, pues nos hemos limitado a tareas de vigilancia…Y en consecuencia, en tan grato momento Post Gadafi, cuando toca a reparto, nuestro país, no puede contar con otro pago por parte del Pueblo libio que con un equitativo intercambio de experiencias, en su caso, la que se adscribe al Tiranicidio. Y no es cuestión de hacerles un menosprecio, que cada Pueblo entrega lo mejor de su historia.
Un día para la Historia
Hoy 15 de Octubre, es uno de esos días que pasarán a la Historia, porque por primera vez la humanidad ha sabido organizarse de abajo a arriba de modo ordenado pacífico e inteligentemente a nivel mundial para protestar contra los tiranos, al margen de las ancestrales pretensiones de los pastores religiosos, de los caudillos políticos, de los paternalismos empresariales y cualquier otro enfoque dirigista proveniente de una determinada casta moral, vanguardia intelectual o élite socioeconómica que han dividido más que unido su vital empuje hacia la realización suprema de su existencia, por encima de fronteras, razas, colores, dioses y marcas comerciales que diluyen nuestra común Naturaleza en aras de una superflua pluralidad engañosa, al objeto de mantenernos como extraños para nuestro más solícito borreguil Gobierno, enfrentados en inusitada competencia por ser más que nosotros mismos al desgañitarnos por superar al semejante, al colega, al vecino, al hermano, al amigo e incluso a nosotros mismos, persiguiendo ser mejores que buenos, quimera de una libertad basada en una falsa elección entre tu Ser y el de los demás, cuando todos participamos de la Unidad, no habiendo mayor libertad, que asumir la libre determinación de nuestra entidad social.
Hoy 15 de Octubre, usted puede elegir entre quedarse en su casita, viendo pasar la Historia junto a su ventana y mirarla después por el televisor, o sumarse a la Primera protesta Internacional contra la Tiranía que jamás antes se haya convocado de manera autónoma por la propia ciudadanía haciendo correr sencillamente el boca a boca por medio de correos electrónicos, sin necesidad de siglas, subvenciones, ruedas de prensa, anuncios en medios, ni resto de parafernalia propia de los Partidos Políticos, sindicatos y Oenegés cuyo gasto supera con creces lo decente, de ponerse en claro la relación precio calidad de lo que anuncian y consiguen con sus campañas.
Hoy tenemos la posibilidad de participar en la Historia y demostrarnos a nosotros mismos que ¡Sí! que nosotros no hubiéramos agachado el pulgar en el circo romano que ni siquiera hubiéramos acudido a tan siniestro divertimento; que ¡Sí! que es verdad que nosotros hubiéramos prescindido de esclavos en nuestras plantaciones, que de haberlos tenido, los hubiéramos libertado a la primera ocasión y que hubiéramos ayudado a escapar a los esclavos de plantaciones vecinas; que ¡Sí! que nosotros nunca hubiéramos sido nazis y jamás perseguiríamos a los judíos y gitanos, ¡al contrario! les hubiéramos escondido en nuestras casas aún a riesgo de nuestras propias vidas y seguramente hubiéramos formado parte de la Resistencia; que ¡Sí! que también hubiéramos luchado por la independencia de América, contra el despotismo y el Antiguo Régimen en Francia, a favor del sufragio de las mujeres, contra el racismo en Sudáfrica y hasta al frente de una barricada durante el Mayo del 68…Porque de no acudir hoy a una de esas 1.000 manifestaciones que se han organizado en el correspondiente millar de ciudades repartidas en más de 80 países, usted ya no podrá posicionarse, ni siquiera en la imaginación, en el bando de quienes en su momento, cuando tocaba, se opusieron contra el Mal.
Sin embargo, ello no obsta, para que pueda continuar contándose entre los afligidos, explotados, perseguidos…porque como muy bien dijera Julio Anguita “ Es más cómodo, someterse a luchar” Pero dicha comodidad inmediata, se me antoja algo incómoda cuando según pasen los años, el momento que ahora acontece sea rememorado por las generaciones futuras como un “hito de la humanidad” y usted deba tragar saliva cuando sus nietos le interroguen sobre el particular y deba escoger de nuevo entre la incómoda verdad, que eligió ser espectador y que otros se arriesgasen por usted, o de nuevo la cómoda falsedad en la que ha vivido toda la vida, que fue un momento glorioso, muy emocionante en el que usted, poco menos que jugó un papel crucial desde bastidores.
Los Reyes Malos
Hay muchas clases de Reyes: están los Reyes Magos, los Reyes del Mambo, los Reyes de la baraja, los de la hamburguesa, del pollo frito, de la coca etc. Y también, entre los Reyes entendidos como tales, los hay de muy distinta condición, basta echar un vistazo a los apodos poco fiables con los que han pasado a la historia, para convencernos que los Reyes, por el mero hecho de ser tales, es posible que nazcan como Altezas, pero como cualquiera de los mortales tienen sus bajezas y son pocos de entre ellos, los reconocidos fuera de los cuentos infantiles como sabios o buenos y muchos en cambio, si lo han sido abiertamente como malos, crueles y sanguinarios. La cuestión es, ¿qué clase de reyes han sido los Borbones?
De atender únicamente a la propaganda, entiéndase historia, telediario o discursos cómplices de la política, su llegada ha sido una bendición venida del cielo. Pero a nada que se atienda más a los hechos y menos a las palabras, allá donde dirijamos la mirada, veremos como estos no acompañan. ¡Al contrario! Su irrupción en la Historia de España, supuso la ruina para este país, como demostraré.
Felipe V (1700-1746), quien fuera iniciador de la rama española de los Borbones, para hacerse con el Trono de España, que dejara vacante por estéril Carlos II, de la Casa de Austria, desencadenó una auténtico conflicto internacional y dio inicio a las continuas guerras civiles que desde entonces han asolado a España. Felipe V, era Felipe de Anjou, hijo de Luis, Gran Delfín de Francia, hijo del Rey Sol, Luis XIV, quien urdiría toda la operación para anexionarse el goloso botín a través de su nieto. Huelga decir que, desde su ascenso al trono, España fue mera comparsa de los caprichos franceses, que lo de Zapatero con Sarkozy, viene de lejos…
Los Austria, acostumbrados a gobernar pueblos diversos allí donde reinaran, no tuvieron mayores problemas en llevar sobre su testa distintas coronas y hacer cuantos juramentos fueran necesarios para mantener unidos a sus súbditos bajo su dinastía. No así los Borbones, que provenían de una Francia Franca y centralista. Nada de ello pasó desapercibido por estos lares, de modo que desde el inicio, su presencia tuvo el abrigo de Castilla que albergaba la esperanza de imponerse todavía más al resto de reinos peninsulares, pero igualmente, a caso más decidido, el rechazo de Aragón, cosa que tuvo nefastas consecuencias, una vez la guerra zanjara la cuestión sucesoria a favor de los Borbones, pues estos vengativos, abolieron sus fueros e impusieron los Decretos de Nueva Planta, regando con ello de resentimiento las pequeñas disputas habidas hasta el momento.
Los primeros Borbones, Fernando V, Luís I, Fernando VI ( 1746-1759) y Carlos III ( 1759-1788), a parte de seguir el dictado de Francia, sin mala intención pero con mucha torpeza, quisieron aplicar la receta centralizadora que tan buenos resultados había ofrecido a sus familiares en el dulce hogar francés, sin atender la peculiaridad de los pueblos peninsulares recientemente obtenidos. Al tiempo, más preocupados por sus intereses familiares, implicaron al pueblo español en cuantas guerras tuvieron oportunidad, no para bien y provecho de sus gentes, si quiera por poderosísimas razones de Estado que la historia pudiera justificar, sino para dejar a su nutrida descendencia suficientes recodos donde encubar la supervivencia futura de su virus genético. Por algo, a dichos tejemenejes se les conoce académicamente como “Pactos de Familia”.
Del seguidísimo francés y del belicismo en busca de tronos y títulos que legar a sus descendientes, llegó la dolorosa derrota de Trafalgar y la consiguiente pérdida de territorios propios como Gibraltar, mientras los miembros de la familia Borbón, saldaban la operación con pingües beneficios por toda Europa y el Mediterráneo. Su negocio no era otro que la ruina de España. Cierto es que, lo acontecido bajo los auspicios de Carlos IV ( 1788-1808), no fue más que el punto culminante del esperpento que España representaba en la escena internacional y que casualmente, coincidió con Napoleón en Francia. De modo que, una vez la Revolución Francesa les expulsase de su hasta entonces auténtica Patria chica y el ínclito General les arrebatase cuantos tronos pudo a favor de sus hermanos, no les quedó otra, que empezar a sentirse como en casa, dado que no tenían otra. ¡A mala hora! Qué cazurros fueron al expulsar a José Bonaparte que sólo pudo mantenerse en el trono de 1808 a 1813.
Si durante el Siglo XVIII los Borbones se contentaron con introducir a España en la Guerra exterior al servicio de los intereses de Francia y de su propia familia, ahora, durante el XIX, estos malos Reyes demostraron una iniquidad sin par al instaurar la guerra civil permanente en España. Así, la llegada de Fernando VII ( 1813-1833) al Trono, supuso un tremendo jarro de agua fría para la apertura liberal que necesitaba España y la sangre empezó a correr, no ya contra ingleses y franceses, tradicionales enemigos, sino entre las tristemente célebres “Dos Españas” cuya escena supo magistralmente representar Goya de cuya realidad, los Borbones se supieron aprovechar, al objeto de no perder su último bastión.
Lejos de su yugo, los liberales americanos, aprovecharon la debilidad politico-militar de los Borbones preocupados por su supervivencia, para desprenderse del lastre borbónico; Seguramente la España Americana hubiera seguido unida a la península más tiempo de haber triunfado el espíritu liberal, pues sus élites libertadoras más que contra España, se rebelaron contra el despotismo borbónico y su atraso. Sin embargo, aquí, el pueblo no gozó de tan excelente ventaja y debió soportar su nefasta presencia. Así, se sucedieron una tras otras distintas escaramuzas entre liberales y tradicionalistas que parecía iba a transformarse en una batalla entre los partidarios del Triunfal modelo Republicano americano y los defensores del trasnochado modelo monárquico europeo. Pero la habilidad de esta gente, que nunca se muestra en beneficio del Bien Común, no sólo supo aprovechar la división crónica de los españoles antedicha, exacerbarla como nunca antes se había visto, que también lograron colocar al frente de cada uno de ellos a un Borbón que garantizase la supervivencia en el Poder, fuera cual fuera el resultado del combate.
La oportunidad vino a la muerte de Fernando VII. Mientras los americanos se independizaban, hubo un cortacircuito natural que separó las distintas corrientes en dos polos monárquicos: los Borbones de la rama de Isabel I ( 1833-1868) hija de Frenando VII, se hicieron liberales, mientras la rama de Carlos el hermano de aquel, abrazaron las reclamaciones de los foralistas. Al tiempo, los liberales, partidarios del estado centralizado, aparcaron su proyecto republicano en aras de no perder lo conseguido, y precisamente por recuperarlo, los foralistas se alienaron con Carlos. Esta división artificial, trajo a España tres guerras civiles, que en lugar de llevar el nombre de Borbónicas, han sido bautizadas con el del bando perdedor “Guerras Carlistas” que duraron desde 1833, hasta 1876, medio siglo que se dice pronto, la mayor parte de la cual, tuvo lugar bajo el mandato disputado de Isabel II y Don Carlos, ambos Borbones.
Hubo un intento por librarse de esta gente tan dañina, trayendo una monarquía importada de la Casa de los Saboya, tras la Revolución de 1868, cuando se logró que Isabel II continuase la bella tradición, de escapar al menor peligro. Amadeo I lo reunía todo para el éxito entre los españoles de entonces: pertenecía a una dinastía longeva y emparentada con anteriores casas reales, era ferviente católico en lo moral al tiempo que progresista en lo político, cuya distancia de la realidad nacional debería haberlo convertido en un excelente árbitro de la escena. Pero, pese a ser el primer Rey elegido por un Parlamento, aquella magistral jugada sobre el papel, que en principio debía aglutinar sobre su cabeza a Monárquicos, Católicos, liberales…en vez de ello, unió a toda la oposición por razones variopintas y peregrinas de modo que cosechó el rechazo de Carlistas, Republicanos, Tradicionalistas, y por supuesto de los Borbones. Ante el panorama, Amadeo renunció al trono en 1873 y se proclamó la Primera República española. Por desgracia, duró menos de un año.
El caso fue que un levantamiento militar, restauró en el trono al hijo de Isabel II que reinaría con el nombre de Alfonso XII ( 1874-1885), pero entre su juventud al acceder al trono y la temprana edad a la que murió de tuberculosis con tan solo 27 años, poco más que dar un hijo póstumo al trono pudo hacer por si mismo. Mientras crecía su vástago, la Regencia del reino cayó en manos de Mª Cristina, bajo cuyo mandato se urdió aquella pantomima del Pacto del Pardo, por el que los políticos Canovas y Sagasta, con el consentimiento de los Borbones, chulearon la democracia con la alternancia. ¿A qué nos suena?
Bajo el reinado de Alfonso XIII (1886-1931), España se llenó de ignominia: se perdieron los restos del imperio en el 98, se acometieron guerras estériles en el Norte de África, tuvimos el privilegio de ser la primera potencia en usar armamento químico sobre población civil en la Guerra del Rif, sucedieron los paradigmáticos casos de la Semana Trágica catalana…por si ello fuera poco, este individuo aceptó de buen grado la Dictadura de Primo de Rivera desde 1923 hasta 1930. Tras las elecciones al año siguiente, hizo las maletas y murió en el exilio.
El resultado lógico de todos los gérmenes patógenos que esta gente alimentó, exacerbó, cuando no trajo consigo e incubó durante más de dos siglos, fue la mal llamada Guerra civil, como si fuera la primera, cuando en verdad, ha sido la última…de momento.
El pobre Don Juan, maniobró cuanto pudo, no a favor de España ni de los españoles, sino para pasar a la historia y colocar a su familia en la posición adecuada para perpetuarse en las nuevas estructuras franquistas. Pero Franco que no tenía un pelo de tonto, le mantuvo a raya. Pero le dio esperanzas de su regreso, nombrando a su hijo como delfín. Así Juan Carlos, convertido en Príncipe de Asturias, medio heredero, medio rehén, permaneció junto al Caudillo, mamando los Sacrosantos Principios del Nacional Catolicismo Tradicionalista Falangista Requeté, o sea del Franquismo, a los que debió jurar fidelidad eterna, hecho lo cual, tuvo el visto bueno del Generalísimo y pudo ceñirse la Corona que en principio le correspondía a su padre.
Pero al final…todo les ha salido a pedir de boca y hoy, las doce ramas legales de los Borbones, comen y beben del pesebre español, cuyas bocas legales son difíciles de cuantificar y no digamos las ilegítimas que son más de las que imaginamos y muchas más de las que podamos imaginar. Por ello, su presencia entre nosotros, aliada con la Gran Banca y con la Patronal, como ha quedado al descubierto tras el último discurso de felicitación, bien podría explicar la actual crisis económica que padecemos y que nos llevará a la ruina, mientras dure su presencia entre nosotros.
Porque estos Reyes que en principio tienen como cometido defender al Pueblo de los demás Poderes, no han perdido ocasión de aliarse siempre en contra nuestra; Porque estos Reyes que deberían arbitrar y velar por la paz social, siempre se han decantado por un bando en particular y han metido cuanta cizaña han necesitado para mantenerse donde están; Porque estos Reyes que se han sentido extranjeros entre nosotros, más que como invitados, se han comportado como auténticos Vándalos…por las guerras que han creado, por lo que nos han usurpado, por el daño que le han hecho esta tierra y a sus gentes, no merecen otro calificativo que el de Reyes Malos.
Sólo una Monarquía republicana, o una República monárquica podrá salvarnos de la debacle futura. Por ello, deseo abanderar el partido a favor de Froilán Marichalar, el único en quien confiaría los designios de España, como en su día las Legiones romanas confiaron Roma al Tío de Calígula, tam bien retratado en la serie Yo Claudio.
Hitler era un hombre vital y optimista
http://www.youtube.com/watch?v=X4XrU5lyukQ
Adolf Hitler, espíritu noble y atormentado desde la más tierna infancia, supo sobrevivir desde la soledad atrapado en un momento histórico convulso cuya difícil circunstancia personal de vida bohemia entre buhardillas y tabernas, le retorció la senda existencial por la que habría de haber conducido su enorme talento y sensibilidad artística que se derramaba en galantería con las damas y le hacía entregarse por entero a la lectura durante su juventud, no para alcanzar como el vulgo, los títulos académicos que despreciaba, sino para dotarse de una sabiduría práctica genuina a la que amaba como auténtico filósofo que era. De carácter fuerte, gran oratoria, entregado a su causa, coherente con sus ideas, leal con sus amigos, trabajador, enormemente entusiasta, amante de los animales, de dieta equilibrada, con fino sentido del humor, líder honrado que nada amasó para sí, persona vital y optimista hasta decir basta, como demostró bajo las bombas en su bunker de Berlín durante los últimos días del Tercer Reich, donde se casó por verdadero amor con su fiel compañera Eva Braun…sin embargo, ha pasado a la historia como el mayor monstruo de la Humanidad, no ciertamente por sus íntimas cualidades ahora eclipsadas, que para si quisieran nuestros gobernantes actuales, sino por su comportamiento como dictador de aquella Alemania a la que decía servir y Amar. Todo lo contrario que le sucediera a aquel otro hombre nacido entre algodones, borrachín, fumador empedernido, mujeriego, pícaro remolón, de genio terrible que era Churchill.
Está bien contextualizar las palabras y conocer la personalidad de los actores que forjan la historia, pero salvo a los comunitas, al resto se les juzga por sus hechos o la propaganda de los mismos, no por las intenciones o los vicios particulares que tenga cada cual. Es posible que, investigando sus inclinaciones íntimas, sus miedos infantiles, fobias freudianas, tendencias sexuales, descubriendo sus ocultos delitos juveniles, gustos culinarios, costumbres, enfermedades, aficiones, etc, demos con algunas claves que ayuden a comprender las decisiones que han transcendido a la historia, pero de ahí a ponderar en rango de igualdad la anécdota o el suceso, con el acontecimiento, ya es un exceso que sólo puede dar réditos a la manipulación o la ignorancia ilustrada que se nutre de pinceladas aisladas sin tener en cuenta el cuadro general que se está contemplando.
El australiano Julian Assange, fundador del portal Wikileaks, dedicado a arrojar un poco de luz allí donde otros se esfuerzan con nuestros impuestos a proyectar oscuridad, desgraciadamente, no ha cambiado la historia pasada, entendida esta como realidad de lo sucedido, pero sí la Historia como materia de estudio, haciendo las delicias de los investigadores del ramo que por una vez no tienen que esperar siglos para despejar la madeja de los hilos que conducen el devenir histórico, y sin lugar a dudas, la historia futura, pues su irrupción física e impacto psicológico ha sido de tal magnitud, que podemos catalogarla de acontecimiento, no menor que el Crack del 29, la explosión de la Bomba Atómica en Hiroshima o el derrumbe de las Torres Gemelas el 11-S. Por eso, independientemente de si el Señor Assange es o no un violador que merece ser buscado por todo el orbe para ser juzgado, ello es del todo irrelevante en lo que nos ocupa, pues si en el peor de los casos fuera realmente culpable de lo que se le acusa en Suecia y ello sería suficiente para desacreditar su obra, ya podemos destruir casi el 100% de las obras de arte creadas por gente de mal vivir y empezar a reescribir la segunda Guerra mundial con el título que encabeza estas reflexión.