Tal vez el sino de Vital, Kutxa y BBK sea mantener su independencia por los siglos de los siglos, si es que no llega antes cualquier tiburón de donde sea o, peor aún, la quiebra, que torres más altas han caído. Recuerdo, allá por los primerísimos noventa, que uno de los mayores temores de los que se presentaban a las pruebas de acceso para ser redactores en Radio Euskadi era que preguntaran por el proceso de fusión de las cajas vascas. Es significativo que casi veinte años después el asunto se mantenga en el temario. Los que piensen concurrir a la próxima convocatoria de plazas -en otoño, dicen- deberían ir guardando recortes desde ya mismo. Esta vez cae. Lo que no queda claro es si tendrán que hablar de algo ya hecho, a medio hacer o, como siempre, del enésimo fiasco provocado por intereses políticos, reyerta de egos, el factor viento o, con más probabilidad, una cuita localista. Hay quien sigue abordando estas cuestiones como si fuera un derby futbolero, y así nos va.
El Mercado decidirá
Además de la temprana aparición de los recelos ombliguistas, de la actual intentona me llama la atención que venga presidida por ese es espíritu de “menos da una piedra” o de “a la fuerza ahorcan”. Da qué pensar que quienes habían defendido con uñas y dientes que la fusión debería ser caliente o no ser hayan reculado y admitan ahora este pulpo como animal de compañía. Y todavía causa mayor perplejidad ver cómo los que se cargaron con las armas más sucias los anteriores procesos de confluencia total, incluyendo el que estuvo a punto de caramelo entre Kutxa y BBK, se ufanan diciendo que este paso es el que llevará a la caja única de la CAV, que era lo que siempre habían ansiado. No es la política lo que lo enturbia todo. Son los partidos.
Lo aleccionador es que, en medio de la gresca de siglas, la decisión final no se tomará en ninguna ejecutiva. Será de nuevo el gran dictador del siglo XXI, eso que llamamos con justificada aprensión el Mercado, quien marque el desenlace definitivo. Y como decía Mayra Gómez Kemp en el viejo Un, dos, tres, el resultado será inapelable: si coche, coche; si vaca, vaca. Los pesimistas barruntamos que en este caso tenemos serias posibilidades de llevarnos la calabaza. Traducido: las cajas, entidades que a pesar de ser financieras conservaban su tantito de alma y a las que confiábamos nuestros cuatro duros pensando que iban a rentar al bien común además de a nosotros, se convertirán ya sin remedio en bancos. Todos sabemos lo que eso significa. ¿Estaremos a tiempo de impedirlo?
Las Cajas, que surgieron en las épocas del capitalimo primitivo (=salvaje) como únicas instituciones financieras que realizaran obras de auxilio social, débiles repartidoras de riqueza via «montepíos», financiadoras de las instituciones publicas (ayuntamiendos, Diputaciones) encargadas de velar por la instruccion pública y beneficiencia, se encuentran, precisamente por ese criterio de necesidad pública, y si se ha seguido realmente, un poco apartadas de los vaivenes del mercado capitalista, nuevamente salvaje, aunque no primitivo ya, por lo que presentan (las que lo presente) unos ratios de rentabilidad y solvencia (y por tanto estabilidad) superior al de sus competidores en el mercado financiero, con criterios privados (los bancos).
Pues bien, unas porque habia que financiar el chollo inmobiliario basado en recalificaciones de terrenos para vivienda, poligonos de desarrollo y huertas solares, es decir dar cobertura financiera y garantista pública a negocios privados, y otras por que los partidos ven que sus correligionarios de otras regiones, autonomías, ayuntamientos y cabildos tienen en su mano instrumentos financieros libres para operar como bancos, pues a unirse con la misma finalidad.
El caso es que nos encontramos en una diatriba de cómo hacer un «banco vasco» que no lo necesitaba en cuanto a solvencia, pero protagonizaba por los partidos, y con una finalidad de competir en el mercado capitalista cada vez menos público.
¡La oportunidad que se ha perdido de hacer una banca pública, no sólo por su propiedad, sino por sus criterios de financiación y servicio a la economía real, (y ésta a la banca pública) !
Y siguen los partidos decidiendo todo lo que le competería realmente a un estado verdaderamente madatario de la sociedad. ESTO ES CADA VEZ MAS PARTITOCRACIA, no democracia.
Excelente análisis, pero me pregunto ¿Cuál será entonces lo que tendremos que hacer o decir los que tenemos nuestros ingresos en esas cajas: Domiciliaciones, Nominas, Hacienda Foral etc…?
Creo que si la bancarización (creo que se escribe así) al final es el objetivo, sintiéndolo mucho algunos abandonaremos el barco antes de salir de puerto.
Ya me hice una pequeña cuentita en otra caja por si acaso mi caja se “Metamorfea””
Mucho me temo Javi que «piensa mal y acertarás» y la fusión equivale a conversión y a la desaparición de la conciencia social que los bancos nunca compartieron. Cuando corren riesgos los privilegios de los de arriba hay intervención para protegerlos. Cuando lo que va a desaparecer son las migajas que reciben los de abajo no hay ruido. Estoy totalmente contigo, se está creando un banco y lo que eso conlleva.