Mañana, tercer Día de la Memoria, conmemoración de plexiglás embutida con calzador en el calendario oficial en los primeros compases de la ya extinta mayoría pepesocialista. La instauración venía de serie entre la letra y el espíritu de vendetta del Acuerdo de Bases, ese Zotal firmado y sellado con que pretendieron desinfectarnos… con el éxito que se acaba de ver en las elecciones de hace tres semanas. Si las dos ediciones precedentes resultaron un esperpento que contribuyó a embarrar el patio más de lo que estaba, la presente podrá figurar en las antologías del absurdo y por el mismo precio, en las de la inmoralidad política.
Y suerte que, por supuesto tarde y mal, Arantza Quiroga ha caído en la cuenta de que a estas alturas es tan presidenta del parlamento vasco como servidor Mister Universo y ha cancelado su sarao. ¿Qué narices pintaba una cámara reducida a espectro montando un convite que para colmo volvía a ser un homenaje con derecho de admisión y lista negra? Ya se entendía lo justo que un Gobierno con la fecha de caducidad a punto de vencer buscara unas fotos semipóstumas convocando el acto institucional correspondiente.
Nos libra del estrambote el hecho constatable de que ya hace un rato estas cuestiones han dejado de preocupar al personal. Apuesto —y seguro que gano— que muchos lectores se están enterando de los chuscos episodios en estas mismas líneas. Puede que alguna vez nos hiciéramos ilusiones de construir una memoria no exclusiva donde cupiera cualquier forma de dolor independientemente de su procedencia. Ahora ya sabemos que en materia de sufrimiento cada cual se barre su parcela y, si le apetece, que suele ser que sí, deja la porquería resultante en las de los demás. Quizá lo normal habría sido cabrearse con tirios y troyanos y montarles un buen pollo por su intolerable comportamiento. Hemos optado por la indiferencia y que les vayan dando a los unos y a los otros.
A la monja alferez se la chiflan las víctimas que causaron sus antecesores políticos y los milicos del fort apache de Intxaurrondo.A la monja alférez y a sus compañeros neofalangistas poperos.Espero que la vuelta a la normalidad y a la democracia que han supuesto el desalojo de la patulea golpista sociata,la vuelta a la indigencia político-mediática del neofalangismo Español sucursal Euskadi y la rendición sin condiciones de los Diosecillos del jo ta ke Euskal herria suntsitu arte,sirva para abrir el parlamento y las escuelas a la verdad sin límites,sin cortapisas y sin complejos,y que si ha de haber pebetero con llama perpetua lo sea en memoria de todas las víctimas,tanto de las de aquellos cuneteros que ya ni quiere recordar la monja alférez,de las de ETA o de las asesinadas en bañeras de cuarteles de la guardia civil.Soy «equidistante» entre GALindo y Txapote,entre una miseria humana y otra miseria humana,aunque no esté de moda y a pesar de que uno está en prisión por los siglos de los siglos y el otro jubilee en su cortijo placidamente soñando con las medallas impuestas por ministros «socialistas».Seguro que la monja alférez nos lo puede explicar sin «equidistancias»……
Mucho me temo que la cancelación del acto no obedece tanto a una concienciación (tardía) de lo que podria ser un fracaso anunciado, como a constatar que estos dias nadie hace demasiado caso al monotema «violencia de ETA», y sí, por ejemplo al monumental drama de los desahucios y a la indignación ocasionada por la indiferencia insultante que han mostrado las huestes del OPUS en ese y otros asuntos, incluido el sin vivir de la doña de Ansar, postrada de dolor en su spa de lujo en Lisboa.
Esta vez, la plebe, esa chusma sin glamour ni cabeza para las cuentas de ahorro llamada pomposamente «cuidadanía», pasa olímpicamente del manido uso y abuso que se ha hecho desde hace años de la violencia de unos cuantos y empieza a fijarse con mucho retraso y bastante parsimonia en la violencia sutil y perversa de los verdaderos poderes que gobiernan nuestras vidas.
A estos, nadie les ha validado en una urna.