Se ha abierto la veda del suicida. Tan demoledor como suena. Y tan inhumano, aunque seguramente todos los que participan en la cacería encontrarán el modo de autoabsolverse. Que es por una causa noble, que es en aras de la información, que es, incluso, para denunciar una injusticia. Demasiado cinismo detrás de esas excusas. En el fondo, se está diciendo que ancha es Castilla y que qué más da si los muertos no van a estar ahí para desmentir la versión interesadamente manipulada de sus motivos. ¿Qué tipo de dioses nos creemos para apropiarnos de un cuerpo precipitado al vacío e inventarle unas circunstancias que nos convienen? ¿Quién nos ha dado permiso para hurgar en su pasado y echar al viento, citando nombres y apellidos, una retahíla de datos presumiblemente ciertos mezclados al tuntún con suposiciones, chismes y absolutas patrañas?
De la suma de las dos preguntas anteriores sale una tercera: ¿por qué, aun cuando esas intimidades que nunca debimos conocer desmontan la relación causa-efecto que se llevó a los titulares, se sigue insistiendo en que los hechos fueron como se quisieron contar? Probablemente, porque la realidad ha pasado a ser una mera anécdota. No es lo que es sino lo que se decide que sea. El fin y los medios, la mentira como arma revolucionaria, la eterna ley del embudo y me llevo una. Vale todo y aquel que no tenga redaños para entrar en el juego es un moralista redomado, un pinchaglobos y un desgraciado que debería quedarse en la grada comiéndose sus estúpidos escrúpulos como si fueran palomitas.
Asumido ese ingrato papel, predico en el desierto que no deberíamos trivializar el suicidio. Simplemente, no somos competentes para interpretar en docena y cuarto de líneas lo que bullía en la cabeza de alguien que decidió quitarse de en medio. Empeñarnos en hacerlo nos convierte, además de en personas manifiestamente mejorables, en probables instigadores del próximo.
Totalmente de acuerdo, salvo en tus últimas palabras …»en probables instigadores del próximo».
No creo que la ansiedad pornográfica por devorar vidas ajenas que muestran muchos programas supuestamente informativos, pueda influir mas que ligeramente en un decisión tan drástica.
Precisamente porque cada persona es -somos- únicas e irrepetibles, el cóctel de emociones que empuja a una persona a acabar con su vida siempre será diferente en unas y en otras.
De hecho, creo que es la decisión de suicidarse puede ser en muchos casos LA DECISIÖN así, con mayúsculas y es algo tan enemigo de la propia tendencia natural de nuestras propias células que me niego a creer que nadie ajeno pueda influir en ella.
O puede que me esté engañando a mi misma…
Ya recomendé en otra ocasión el libro «la mirada del suicida», es muy serio, respetuoso e interesante. Leedlo por favor. Por mi parte no pienso tirarme a no ser que alguien ponga a los «Hewlett Packard» que me hacen sufrir debajo de mi ventana.
Anlinber, en nuestras células está tb la posibilidad de acumular fallos y se vuelven replicantes… el cáncer está en nuestro sistema y el suicidio es una posibilidad de la mente.
Me comentaba una persona, que cuando fueron a desahuciar a un amigo, sufrió dicho amigo tal ataque de nervios que incluso hoy en día no es capaz de recordar nada de lo que sucedió, de ahí que comprendía a estas personas que se quitaron la vida y se veía reflejado en ellas. Decía que lo mismo que le dio por gritar, le podía haber dado por tirarse por la ventana… y es que es tal el estado de ansiedad y depresión que todo es posible. Algunos toman hasta 10 pastillas para poder tirar «p’alante»
Se habla poco de la muerte, la muerte nuestra la muerte de andar por casa, y la muerte nos apareceen los medios como sensacional noticia, casi siempre nos aparece como algo extraño que no nos ocurrirá, no vivimos en Gaza, ni en las orillas de un rio en Tailandia, ni nos van a deshauciar, ni …ni…
Oimos de lejos el suicidio asistido, la sedación, la eutanasia…
Todo nos parece extraño, nos sentimos al final poderosos y pensamos que nunca moriremos, que eso solo les pasa a los débiles.
Pero ahí, está ella, enseñorandose en cada uno de nuestros minutos y horas.
Y debiera de formar parte de nuestros pensamientos de forma más natural, pero sólo queda el espectáculo que al final de una forma u otra nos acaba por separar de la muerte, de la de todos los días de la de andar por casa ,vamos.