Espero sentado, ya sé que en vano, una explicación de los medios que difundieron a todo trapo la especie de que la primera víctima de ETA no fue el guardia Pardines sino la niña Begoña Urroz. Como ocurrió prácticamente anteayer, tengo frescos en la memoria los bullangueros titulares y el pifostio casi con tono de celebración que envolvieron esa presunta exclusiva que ahora sabemos que estaba construida a base de bazofia. ¿Ahora? Favor que les hago a los tribuletes que contribuyeron a la bola y a la bandada de buitres sin escrúpulus que corrieron a refocilarse en la intoxicación. Lo que acabamos de conocer es, en todo caso, la prueba requetedefinitiva de algo que ya estaba sobradamente acreditado tanto en meritorios trabajos de investigación como por los abundantes testimonios de personas que echaron los dientes en lo que entonces sí cabía llamar organización. Y ojo, que no me refiero a irredentos justificadores de la violencia, sino a muchos que han hecho una lectura crítica de esos años e incluso a algunos de los considerados abanderados patanegra del rechazo al terrorismo.
Era imposible que aquella incipiente ETA que todavía no sabía lo que quería ser de mayor ni disponía de más infraestructura que la justa para hacer unas pintadas o soltar unas octavillas estuviera detrás de un atentado como el que costó la vida a Begoña Urroz. ¿A santo de qué, entonces, parir un engaño tan fácilmente desmontable? Seguramente, por exceso de confianza. Acostumbrados a colar trolas gigantescas que hoy pasan por certidumbres impepinables, estimaron que también nos tragaríamos esta cuyo objetivo estúpido e innecesario era presentar a la banda como más sanguinaria de lo que ya sabemos que fue.
Mi tremenda duda es si, a pesar de todo, no habrán conseguido su propósito. El desmentido no ha tenido ni la centésima parte de repercusión que cosechó el fraude inicial. Otro socavón para el cacareado suelo ético.
Quizá a los conformadores de la historia que se estudiará en el futuro se les ha ocurrido que eramuy útil el presentar a ETA como una organización sanguinaria, surgida exclusivamente para hacer daño, con el mismo análisis antes y después de la muerte del dictador. No deben quedar resquicios, ni ta siquiera en la memoria, de una organización surgida de un sistema autoritario y antidemocrático; una organizacion que fue adquiriendo raices en la sociedad con la ejecución y activismo cotra los torturadores, militares policias sanguinarios, etc…, y como la más activa entre las pocas que intentaron luchar con medios armados contra el fascismo. Hay que extender la Eta de los 80 que mata embarazadas, políticos electos, niños que pasaban por allí.. hasta la España de la franela gris, las fotos grises, los colegios con el «cara el sol» a la entrada de clase, los curas abusones de niños. La sociedad no puede distinguir entre la Eta que creció contra el fascismo y aquella que ha entorpecido hasta su desaparación los intentos pacificos, honestos y democráticos de lograr una Euskadi soberana, y sobre todo, mejor. Por ello los intentos de llevar los atentados sangrientos hasta la niña Begoña Urroz.
El desmentido, no tiene repercusión, es que no se puede hablar de aquello que se ha hecho machocona insistencia porque no existía y que sólo algunos amigos de o terroristas gritaban que sucedía.
Igual ocurre con las violaciones por parte de la guardia civil y las torturas, el tribunal europeo ha dicho que se esclarezacn los hechos en el caso deB eatriz Echevarría ,violada y torturada, machacona insistencia de los amigos de terroristas de, de hacer reclamaciones al respecto .
La pregunta es, las personas que violan los derechos humanos tienen derecho a que no se violen sus derechos y la respuesta es de cada uno según su nivel de ética ,civismo, compasión o humanidad.