21 por ciento

Alarmas con sordina y edulcorante. Ya hay un 21 por ciento de ciudadanos de la CAV (me imagino que no será muy distinto en Navarra) que creen que [Enlace roto.]. A todos. La cifra no viene en un panfleto estampillado con cruces gamadas, precisamente. La aporta el último barómetro de Ikuspegi, el Observatorio vasco de la inmigración, que si por algo se ha caracterizado, ha sido por tratar de ofrecer siempre la versión más amable de la realidad. Hasta el punto de hacerla difícilmente reconocible con respecto a lo que vemos y escuchamos todos los días en los diferentes entornos en que nos movemos. En este mismo estudio, resumido en 33 páginas, hay una buena cantidad de datos de los que se podría deducir que la cuestión nos preocupa tanto como el posible impacto de un meteorito contra la tierra. Peligrosa estrategia de la avestruz. Letal, si la rematamos reduciendo el debate —es decir, anulándolo— al consabido fuego cruzado de consignas y prejuicios. Todo lo que se ha conseguido siguiendo ese patrón es alimentar un incendio que, por desgracia, aún hemos de contemplar cómo continúa creciendo.

Lo hará, desde luego, si no nos sacudimos los estereotipos, los complejos, la tentación de mirar hacia otro lado y la incomodidad que provoca internarse en un territorio donde hay serias posibilidades de acabar escaldado. O estrellados frente a las propias contradicciones o a la evidencia de que nuestras viejas y bienintencionadas construcciones teóricas no resisten la prueba del algodón del día a día. Como no seamos capaces de sacar el pincel y el bisturí, serán los de la brocha gorda y el hacha los que se darán un festín. Podríamos haber aprendido algo de lo que ha ocurrido unos kilómetros al norte, pero vamos por el camino de repetir idénticos errores. Claro que luego trataremos de arreglarlo, según la costumbre, con un plan de convivencia. Para entonces, será muy tarde.

3 comentarios en «21 por ciento»

  1. Esta imagen en el espejo la venimos observando y proclamando algunos desde hace tiempo.
    Basagoiti, en una de sus «sélebres» boutades revientamicros lo soltóp el año pasado y en esta misma casa entramos varias personas al trapo.
    Pues eso, la frustración va en aumento paralela a la tozudez del dia a dia.
    Algunos no aprenden en carne ajena y otro muchos pagarán las consecuencias en carne propia.
    Que sigan cerrando los túneles de Lutxana, o impidiendo a las mujeres salir y entrar cuando les de la gana, que hay que seguir siendo buenos, aunque sea a fuerza de practicar la mas tonta de las cobardías institucionales: no afrontar en debate que será incómodo, pero nunca mas necesario que ahora, que todavía estária en fase de prevención.
    O cirujía menor.

  2. A ver si me deja publicar de una santa vez el “ga terug”.
    A mí no me sorprende que el 21% vea ya con reticencia a los inmigrantes (se supone que a los españoles no porque son ciudadanos vascos porque nacemos donde queremos etc). Durante mucho tiempo se han soltado una serie de bobadas en la tele vasca poniéndonos a los vascos como bobalicones asexuados que necesitaban de los extranjeros para que trabajaran en cosas que no queríamos (sobre todo sus sueldos aunque ahora con esa competencia desleal, entre otras cosas, esos sueldos son ahora los nuestros). Pues yo antes me sentía agraviada, ofendida porque para dorarles la píldora a algunas personas e ir de modernos se nos ha dejado a los vascos como gilipollas y no sienta bien la verdad, sobre todo porque quiero a mi país, no como los modernos universalistas que no aman al País Vasco porque es ridículamente pequeño para sus “grandes ideales”.

    Ahora resulta que no son trabajadores portadores de otras culturas que nos enriquecen sino que son ladrones, gorrones de nuestras prestaciones sociales, con culturas subdesarrolladas donde la mujer está pisoteada. Y digo yo, ni lo uno ni lo otro-cómo me gusta ir contracorriente, señor-. Ahora siento que les debo sacar la cara, por lo menos, a las personas extranjeras buenas que he conocido, que no han sido tan pocas, muchas ni las veo ya, creo que se han vuelto a su país, porque el país y cultura de cada cuál al final es lo que cuenta. Sí, ya sé, hay que comer, pero la vida es para vivirla y no sólo para subsistir como un esclavo. Esto lo escribo para todos los “majos” que han copado los medios de comunicación hablando de multiculturalidad (aunque se iban luego a casa con su mujer y sus amigos de su misma cultura, los lemas son para el trabajo de tertulisto o periolisto).

    A las personas no se les puede usar y tirar y los inmigrantes son personas. Sólo se les puede pedir respeto a las personas del lugar y a las leyes pero tienen derecho a usar todos los servicios. Otra cosa es que aquí ya no debería llegar más gente tanto por lo económico como por el tema de la integración, al final los vascos somos cada día menos y nuestra cultura no debería ser minoritaria en nuestro propio país, si así fuera (y en parte lo es) significa que ha habido más colonización que inmigración. Ya sé que mucha gente que dice que no es nacionalista sino universalista (como Alfonso Guerra, chúpate esa) pero no son más que gentes desarraigadas que odian todo lo que sea inmaterial, ellos dinero, trabajo, sanidad etc pero es una visión tristísima de la vida y en parte, hipócrita, porque no se atreven a decir que lo que ellos quieren no es el mundo ( en general se trata de gente muy poco viajada) sino a España, sólo quieren destruir el amor de los vascos por su nación y diciendo que son no-nacionalistas creen que son super modernos y que no se les ve el plumero.

    Desearía que todos encontraran su lugar en el mundo, está claro que el ser humano se ha desplazado desde que lo es pero no se puede admitir un quítate tú para ponerme yo y pensar que la gente no se va rebelar. Occidente está exhausto y no atender a la mala o a la no convivencia entre diversas comunidades sólo puede llevar a la subida del fascismo, sólo hay que ver cómo hay una campaña muy militante en algunos comentaristas de Deia cada vez que hay un robo, violación etc ( incluso cuando Breivik cometió el atentado se cagaban en los musulmanes o cuando una joven se le ocurrió en Iruña denunciar una falsa violación, tb habían sido los moros).

    Más orden en la entrada de inmigrantes, mano dura con los delincuentes, más educación y más convivencia con la gnete que merece la pena (que la hay) es lo único que se me ocurre. Desde luego no publicar de dónde son los agresores ha sido un fallo garrafal y decir que da igual que el delincuente sea de Amoroto o de Marocco, no hijos no, no es igual. Menos tonterías.

  3. Completamente de acuerdo yo también,
    Había dejado mi comentario esta tarde, pero supongo que más que un problema de antispam, ha debido de ser porque lo he hecho desde el movil.
    Digo, que igual que todos, yo también tengo amigos y conocidos que piensan que los emigrantes nos sobran ahora que no tenemos trabajo para nosotros; que dicen que «no todos los emigrantes son delicuentes, pero el 90% de los delincuentes son emigrantes»… y sin embargo, son «buenas personas». Yo no podría tacharles de fascistas, nazis o calificativos similares.
    Lo que si creo es que son unos incultos, unos estrechos de mente, cuyo mundo se reduce a unos pocos kilómetros a su alrededor. Ni saben, ni quieren saber. Eso si, se creen en posesión de la verdad. Esa ignorancia, impregnada de egoismo del que se cree por encima… no sé por qué, pienso que por simple cobardía. Esa gente que tanto critica a los emigrantes sería incapaz de realizar la mitad de las hazañas que la mayoría de ellos han tenido que asumir para poder estar hoy con nosotros. Pienso que tenemos mucho que aprender de ellos.

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