Algo sí ha conseguido el ministro Fernández. Bastante, en realidad, y uno se pregunta si estaba en su plan inicial o si ha sido chamba. Tanto da. El caso es que su redada a la (no tan) vieja usanza contra Herrira le ha venido con propina. Además de contentar a la claque del ultramonte jugando a ser Chuck Norris y pasándose el derecho por la ingle, ha logrado que la bilis dialéctica vuelva al punto de ebullición. Han regresado a escena las palabras afiladas, las diatribas incendiarias, las demasías acusatorias, los verbos y descalificativos arrojadizos. Y con todo eso, no lo negaré, actitudes policiales inaceptables. La consecuencia inmediata y descorazonadora: una piedra de toque que podía servir para demostrar que hay cuestiones a las que se hace frente más allá de las siglas y las banderías —y esta es una de manual— acaba haciendo que salte el cerrojo de la caja de truenos. ¿Cómo articular la “respuesta como pueblo” que se reclamaba en la primera hora de los registros y las detenciones, si acto seguido, el mismo portavoz que hacía el llamamiento sitúa fuera del tal pueblo a decenas de miles de personas? En las zahúrdas de Moncloa las risas resuenan. Divide y vencerás.
Ante una situación como la que describo caben, por lo menos, dos actitudes. La de carril, la facilona, la pavloviana, consiste en elegir trinchera y dejarse arrastrar por las inercias, las rencillas y las cuentas eternamente pendientes para convertir en enemigo a quien podría hacer compañía tras la misma pancarta. Tenemos gran experiencia en ello. Solo es cuestión de tirar de repertorio: hijoputa, pues anda que tú. La otra opción, muy pocas veces puesta en práctica (pero casi siempre con éxito), requiere hacer trabajar a la materia gris y, desde luego, refrigerar la mala sangre hasta ser capaces de responder a esta sencilla pregunta: ¿Es más lo que nos une o lo que nos separa? Según cuál sea la conclusión, así nos irá.
Hombre, yo creo que está claro. Mientras el Partido Regionalista Vasco siga siendo la opción mayoritaria, ya sabemos lo que nos espera: sumisión a Madrid, equilibrios con la derecha más rancia de Europa y, en breve, a besar la mano de lisensiado López cuando éste sea presidente, además de continuar con las genuflexiones ante los corruptos borbones. Así que, mientras el regionalismo sea mayoritario y su objetivo sea continuar viviendo en la burbuja que se han construido a costa de los demás desde hace 30 años, ese mundo de cargos de dedo-designación, enchufados, chiringuitos, fundaciones varias, patronatos de quesos y observatorios variopintos, en definitiva, mientras prime el negociete, es más lo que lo separa del independentismo que lo que le une a él. Ya lo dijo aquel: la independencia sin el PNV es difícil, pero con él es imposible.
Jontxu, No has entendido nada.
Relee el texto a ver si a la segunda lo entiendes.
Pues mira, esto plasma perfectamente lo que he estado pensando estos días.
No me ha parecido bien ni la redada, ni el papel que ha tenido la Ertzaintza en todo esto, pero viendo la bilis que corría entre tirios y troyanos, me he abstenido de comentar nada.
Y no me refiero precisamente a los autoproclamados „porteros de discoteca“ de la democracia. Esos siempre ladran, pero me da igual.
Ojalá hubiera más gente que supiera contar hasta 100 y luego pensar en qué es lo más constructivo que puede decir.
No sé si te das cuenta, Jontxu10, de que según pintas la situación, resultaría que la mayoria de la representación política vasca (PNV, PSE, PP) apoyaría la situación actual. Dale una vuelta.