Así de clarito se lo digo, sufridos lectores: mejor ser equidistante que julandrón de playa. Quiero decir que entre las cosas horrendas que se pueden ser en esta vida, no me parece que sea especialmente censurable intentar no pensar ni juzgar a piñón fijo. Intentar no es lograr, ojo, que el error nos acecha a la vuelta de cada esquina o, en mi caso, de cada punto y seguido. Pero puestos a meter la pata, prefiero hacerlo siguiendo mi camino antes que yendo con el rebaño por una cañada tras el cayado del pastor. Si hay que despeñarse, que nos quede el consuelo de haberlo hecho en el uso de la libertad individual y no por haberse dejado enrolar en el pelotón de cualquier flautista de Hamelín.
¿Por qué tiene tan pésima fama la equidistancia? La pregunta previa es si tal cosa existe y la respuesta es que no, que es una construcción mental hecha desde los extremos, que además de ser extremos, están adheridos al suelo con pegamento de roca. Cualquier cosa que se mueva entre ellos y sea capaz de variar su posición es automáticamente sospechosa de conducta inapropiada. Lo divertido es que quienes no quieren casarse con nadie acaban siendo tildados de promiscuos calienta-ingles. Desde el despecho, faltaría más. No deja de ser curioso que lo que une a los enemigos irreconciliables sea su aversión a los que no toman partido por inercia.
Si por decir que asesinar a Isaías Carrasco o a Santi Brouard son muestras de la misma ignominia, soy equidistante, y aunque en los labios que me lo reprochan lo sea a modo de insulto, lo acepto sin rechistar. Me parece más llevadero y, desde luego, más presentable que atornillarme las anteojeras para justificar o incluso glorificar a los autores de un crimen y deplorar a los que cometieron el otro. Otra cosa es que al mismo tiempo me sienta también imbécil teniendo que explicar a cada rato y por quintuplicado un principio tan simple y fácilmente comprensible.
Completamente de acuerdo. Estaba hace tiempo esperando que alguien pusiera negro sobre blanco lo que siempre me ha parecido digno desde el punto de vista ético y honesto en el plano político: Igual de indignación merece la muerte de una embarazada bajo una bomba en Hipercor que un ahogado en la bañera de Intxaurrondo y aparecido en Lunbier. Y el tildar esto de equidistancia no es simplemente, tendencioso. Es erróneo. No es situarse en el centro de izquierda o derecha. es situarse en la acera contraria a los asesinos. Matar es, simplemente indigno. Ya sea por la independencia de Euskadi con un pasamontañas, o por la Constitución con un uniforme.
Estando de acuerdo contigo, no me negaras que los “demócratas” nunca han tratado o recuerdan de igual forma a Isaiac que a Santiago, es mas, Santiago no existe para ningún gobierno del hoy y del ayer de la España del Estado de Derecho, mientras que Isaiac es un distinguido asesinado del selecto club de los “santos inocentes muertos por el vil terrorismo”. Hoy mismo en el programa de lapizt, el contertuliano del PP no se ha ruborizado al decir que “ellos siempre estarán con las victimas, con todas” lo cual además de ser una mentira que todos los días la podemos constatar, ni siquiera ha tenido un reproche de Xabir. Si Alguien de Bildu hubiera dicho lo mismo, ahora estaría sangrando por la yugular pues como serpientes se le hubieran echado encima a modo de preguntas incomodas y taxativas. ¿A que si?. Pues casos como este son lo normal en vuestras ondas y ultra norma en las demás. Después de esto ¿de qué sirve que Xavier o tú digáis que condenáis tanto lo uno como lo otro si no interrogáis ni ponéis el mismo énfasis al hablar de asesinados y violencia dependiendo de quien sea el entrevistado. ¿Cuántos ciudadanos asesinados por las policías (sin que nadie haya pasado por prisión y sin olvidar que las policías son cuerpos bajo mandato y responsabilidad política de los partidos políticos que en ese momento gobiernan) son entrevistados diariamente dado que sus casos están humillantemente irresolutos? ¿Qué político alguna vez ha sido llamado para que de explicaciones claras y precisas de los porqués de la situación tan indignante de muchas victimas que no lo han sido de la violencia etarra?
Yo condeno como tú a todos, pero ¿qué importa eso? La importancia de mi opinión se reduce a mi actuación social que es limitada o muy circunscrita. Tu opinión, dado que se transmite en un medio de difusión que llega a muchos, es importante, pero la opinión realmente valida y necesaria es la de nuestros gobernantes y políticos y la opinión de ellos o la que expresan en las entrevistas no demuestra que “todas” las victimas sean victimas ni que “todas” las victimas hayan sido resarcidas igual. Y esto es lo que importa que trabajes, que en vez de dejar que los políticos y demás entrevistados se escuden en hablar de los malos que son los otros, obligarles a hablar sobre lo que no quieren hablar: las victimas que han causado sus políticas de firmeza, sus policías al aplicarlas, que conozcan el padecimiento de sus victimas, lo que no han hecho por ellas, lo que deberían hacerlas y el por qué no lo hacen. Eso es lo que nos gustaría saber de los entrevistados y no lo de siempre “ETA son unos criminales y nosotros somos unas victimas inocentes de todo” lo cual nos lleva a la siguiente pregunta, entonces ¿por qué hay otras victimas si sois tan inocentes y os aterroriza tanto la violencia y por qué las escondéis si nada tenéis que ver con su condición de victimas?
Lo que se le suele reprochar a la equidistancia es la falta de tomar parte por una u otra opinión. No que siempre se tome parte por el mismo lado.
Cuando algo ocurre y se conforman dos polos de opinión hay que mojarse según los planteamientos que uno mismo haga. Estar un día cerca de uno de los polos y otro día cerca de otro no es equidistancia. Equidistancia sería matizar todas tus afirmaciones con la otra cara de la moneda, aunque sinceramente no creas en ella.
«Si hay que despeñarse, que nos quede el consuelo de haberlo hecho en el uso de la libertad individual » Ahí, ahí… creo francamente -no es por molestar- que lo vais a conseguir, cada día que pasa es un paso adelante en ese camino, espero que lo completéis y tu y yo que lo veamos. Salud y ¡avanti tutta!
Como equidistante militante en este foro y en otros no puedo más que apoyar esta entrada.Siempre me he sentido a la misma distancia de GALindo que de Txapote de la misma manera que escuchaba sin escucharlo,a las puertas de la carcel de Guadalajara, en la ceremonia de entrega de medallas a GALindo o en los innumerables indultos de los respectivos gobiernos Españoles para asesinos y torturadores,aquel «bien muertos y bien torturados» como répicla al «alegre y combativo» «ETA mátalos».Ante la misma mierda,la misma distancia.Y en lo de si fue antes el huevo y la gallina pues nada,nos encontraremos con mucha más mierda todavía,y punto.
Te superaste.
Hay una cosa curiosa además de los sospechosos o directamente peligrosos «equidistantes». Se les suele acusar de que lo que quieren es quedar bien con todos. Y es que nada más lejos de la realidad. Si algo sabe el buen equidistante es que ni unos ni otros le tragan, unos y otros le consideran sospechosos, y le caen palos de los dos lados.
O sea, que de postura cómoda, nada.
Los de una trinchera prefieren mil veces un buen enemigo en la trinchera de enfrente, con el que saben a que atenerse, que un peligroso equidistante que no se deja etiquetar.
Sí, somos moralmente «buenos», nada nos perturba y todo nos plantea una crítica constructiva.! Sí, lo hemos conseguido compañeros,! amamos al prójimo como a nosotros mismos, abrazamos a los árboles del campo y hacemos tisanas depurativos …..nos subimos en la tabla surfera, y conseguimos no darnos un morrazo en la marea de tiros y troyanos.
Lástima ,que no reflexionemoscada uno y cada una en que bando estamos, porque ya nos apuntaron hace un buen rato, sí, sin darnos cuenta y sin pedir permiso y defendemos lo que creemos es nuestro, y es lo que les interesa.
Dando por bueno y aconsejable la equidistancia para tener clara, o no, una postura, lo que me parece peligroso es mantenerse en ella como si fuera la solución global a los hechos en sí. Creo que tras permanecer el tiempo suficiente en la equidistancia habrá que salir de ella para tomar partido; bien sea a favor, en contra o las dos en cuanto al asunto en sí. De lo contrario es como permanecer en el limbo sin tomar partido ni ser nada