Un centenar larguísimo de niños masacrados en nombre de Alá en una acción diseñada, como se jacta el canalla que la reivindica, específicamente para causar el mayor dolor posible. A miles de kilómetros, ¿qué menos que unas palabras que expresen el rechazo visceral y sin matices de la matanza? Sí, aunque sea para absolutamente nada, para exorcizar la incredulidad y la efímera mala conciencia porque en el fondo sabemos que pasado mañana ya no nos acordaremos. O simplemente como muestra de que seguimos siendo humanos y, como tales, nos estremecemos ante la idea —¡no digamos ante las imágenes!— de una hilera de criaturas cosidas a balazos.
Parecería poca cosa, ¿verdad? Pues hay una inmensa legión de contextualizadores compulsivos a los que se les hace un mundo tirar por lo más primario, que es la reprobación moral a pelo y sin más adornos. Antes tienen que colocarnos la consabida teórica estomagante que, después de culebrear por los manidos potitos demagógicos de todo a cien, suele concluir con la martingala de que hay otros todavía más malos que los autores materiales de las brutales carnicerías. Aunque quizá acaben reconociendo a regañadientes que disparar a bocajarro contra niños no está del todo bien, no lo harán sin dejar claro que, allá en el fondo, la escabechina obedece a unas causas: que si la pobreza, que si la hipocresía de la comunidad internacional, que si las torturas de Guantánamo y Abu Ghraib… Francamente, resultando nauseabundo, sería intelectualmente más honesto que dejaran de aburrir con sus slaloms dialécticos y celebraran abiertamente el éxito de los golpes al imperialismo.
En este caso, como en tantos otros prima entre la divina izquierda un infantil fruncimiento de morritos ante la evidencia de que los malos (léase» el feroz capitalismo que todo lo pudre») a veces sólo son víctimas y nada mas que víctimas.
Ahora, el corrupto y incompetente gobierno-títere de Pakistán tienen autopista sin peaje para aplicar mas medidas represivas al amparo de un horror que en Occidente oimos con sordina y miramos casi con indiferencia.
Y podria haber sido peor; podrian haber sido niñas machacadas a pedradas, o martirizadas de forma aún más bárbara y en ese caso la culpa la tendria «la sociedad heteropatriarcal».
Con un par de gónadas deslavadas por la flor y nata de la intelectualité.
Una se espera de los malvados, lo peor.
Pero de los herederos del humanismo, al menos un poco de honestidad, de sensibilidad y de elegancia, joder.
A veces hay que llamar a las cosas por su nombre para ser «glam»
Estando de acuerdo con el pasmo que me produce tanto el asunto de fondo como el hecho de que haya «contextualizadores», Javier te pregunto: ¿No sería más conveniente el no hacer ni mención de estos tontos de baba con pretensiones de analistas que mencionas, estos relativizadores del mal absoluto que significa la ejecución buscada, preparada y realizada de seres inocentes e indefensos? ¿Merecen un comentario?
La preguntas son retóricas como puedes comprender.
Yo opino que no. Lo que merecen es indiferencia y desprecio.
Julián: Si fueran cuatro cinco frikis, haría como dices. Pero es que son muchísimos. De hecho, la mayor parte de los pienpensntes que se dicen progresistas. Y como he comprobado hoy mismo, no llevan muy a bien que se lo hagas ver.
Pero qué es noticia, la mayoría de la gente lo va a condenar( eso no es noticia) la noticia es l a gente que le da tres vueltas al asunto y dice que sí,pero que no,que no pero que sí…y así hasta el infinito.
El terrorismo de estado,latortura y elterrorismo religioso o político,son espacios independientes, y casi siempre no relacionados pero enfrentados como formas de violencia.
Lo que hagan los dos es violencia, pura y dura y no se pueden racionalizar uno con el otro, no estan en el mismo espacio, y no son interdependientes.
Hay que criticar las dos, y no estar de acuerdo con ninguna.
Ahora, también hay que decir una cosa, en el enfrentamiento la violencia que siempre gana es la del Estado, y hay que estar siempre alerta, y tener capacidad de criticarla.
Y es difícil , en ocasiones ver esto.
¿Ves, Quecaro? Acabas de contextualizar, o sea, de justificar. Y lo peor es que seguramente no te habrás dado ni cuenta. Tremebundo, de verdad.
Pues Si encima que soy Taliban , porque parece ser que justifico el atentado de no sé ni cuántos niños, no me doy ni cuenta, ya es desgracia la mía .