Atención a la soberana estupidez: “Un equipo de fútbol puede ganar o intentar ganar la Liga, que es una competición profesional con sus reglas y sus trofeos, pero que no representan al conjunto de los españoles. Pero debe abstenerse de competir en el Campeonato de España”. Lógica literalmente aplastante, como corresponde al peso intelectual del ser humano con orejas y nariz que regüelda tal anacoluto, que no es sino esa ladilla en las partes marianas que atiende por Esperanza Aguirre. Pueden ustedes pasarse tres días volteando a derecha e izquierda el par de frases, que no encontrarán la relación entre los dídimos y comer trigo. De hecho, si nos tomáramos al pie de la letra la gachupinada, resultaría que, dado que no nombra a ninguno en concreto, la doña estaría farfullando que todos los equipos tienen que renunciar a disputar lo que nombra, imagino que con los pelos del sobaco como escarpias, “el Campeonato de España”.
Antes de que les sobrevenga un ictus, me apresuro a ofrecerles la clave para desentrañar el galimatías. Como los más perspicaces ya habrán adivinado, aunque la lideresa insumergible habla de “un equipo” en genérico, en realidad se refiere a dos clubes muy concretos. Vean: “Sobre todo si, como ha ocurrido con el Barça y el Athletic de Bilbao las últimas veces en que han llegado a la final, sus seguidores han aprovechado la lógica solemnidad del acto para dar una exhibición de odio al resto de los españoles”.
En resumen, que la tiparraca está pregonando que los pérfidos vascos y catalanes tienen la obligación de regalar la copa al Madrid o, en su defecto, al Atlético. Pues tararí.
La Doña puede decir todas las sandeces que le salgan de la peineta, artilugio hispanistaní donde los haya, porque su objetivo no es tanto manifestar una indignación que podría ser hasta comprensible como echarle un pulso tanto a los marianistas, como al resto de su partido por la via de «yo digo las chorradas mas patrióticas con mas gracia que Rosa, que la Cospedalis y que los nenazas esos del Ultravox».
Y me hago otro pequeño hueco para el asalto final al alcalderío.
Y mientras miles de forofogoitias y culés (bueno, de estos, quizás sólo unos cientos) llenando las arcas privadas de quienes se frotan las manos y la caja registradora cada vez que los asusntos balompédicos se cruzan con los políticos, que son casi siempre.
Es o no es un deja vu de lo que ocurrió hace tres años?.
Una pequeña y esperable provocación en la que volverán a caer miles de vasc@s con el corazón lleno, que volverán con la cabeza gacha y la cartera con telarañas.
Ay, la Espe, qué buenos momentos nos proporciona…