Con la fauna política que gastamos, resulta difícil hacer la lista de los culiparlantes más despreciables que nos ha tocado sufrir. No me cabe ninguna duda, sin embargo, de que en los primeros puestos debe estar esa náusea andante —con o sin bigote— que atiende por Vicente Martínez-Pujalte. Uso calificativos de grueso calibre para ir a juego con su única virtud reconocible en los 22 añazos que lleva pastando en las cortes [sí, con minúscula] españolas: su matonismo dialéctico agravado por el tono de voz grillesco y la dicción castellana manifiestamente mejorable que le concedió la naturaleza. Pocos —y vuelve a ser amplia la competencia— han vertido tanto guano verbal desde la tribuna de oradores, el escaño o los pasillos como este hijo de la Valencia más pútrida que encarna a la perfección. Al servicio del Gobierno de su señorito Aznar o como martillo pilón opositor contra Rodríguez Zapatero, Pujalte ha injuriado a las bancadas rivales sin piedad y ha convertido el parlamento [otra vez en minúscula] en una cantina cada vez que veía que con los argumentos no había nada que hacer. No es casualidad que fuera el primer diputado expulsado en treinta años por montar la barrila.
Relegado a la tercera fila por Rajoy, que tiene bocachanclas más efectivos, el chisgarabís pendenciero vuelve a ser noticia al descubrirse accidentalmente (ejem) que durante año y pico cobró 5.000 euros al mes por asesorar (más ejem) a una constructora que contrata obra pública. Sostiene el gachó que fue algo legal puesto que recibió todas las bendiciones del Congreso para arramplar dos sueldos. Y lo jodido es que es verdad.
Vale Javier, te considero uno de los pocos comentaristas honestos que firman en este y otros medios. Zurrarle en DEIA, o en cualquier otro medio de Euskadi al Pujalte es dar «lanzadas a moro muerto», un poco indigno de tí. ¿Me podrías comentar la útima intervención parlamentaria de la consejera (así con minúsculas) Beltrán de Heredia a cuenta de Iñigo Cabacas? Gracias por adelantado.
Hametik nabil: No escribo por encargo para nadie. Ni caigo en trampitas de anónimos. Aun así, si te refieres a la intervención de la consejera en el pleno de control del viernes, la comparto casi en su totalidad. He escrito varias veces sobre el asunto Cabacas y siempre he pedido lo mismo: humanidad. ¿Cuánto nos hemos ciscado en la AVT por el aprovechamiento del dolor de las víctimas? Pues eso.
Vale Javier, si a humanidad te refieres por lo demostrado en este asunto por este gobierno (con minúsculas) o el anterior, pues nada, habrá que aceptar «pulpo como animal de compañía». Aparte de esto, reclamar «humanidad» en un asunto de este calado, pues no sé, podríamos hacer lo mismo con lo del «falso shaolin» 0, ya que has mentado a la AVT, con lo de Hipercor, vamos, que queda como un poco «ñoño». Yo, personalmente, pediría un poco de transparencia y de asunción de responsabilidades, empezando por las políticas. Ya lo he dicho en otro comentario, en Holliwood tal vez ya habrían hecho una película, ya sabes, de esas que tratan casos de brutalidad policial, con una cerrada «omerta» corporativa, pero en la que siempre hay un «poli honrado» que se la juega para poner al descubierto toda la trama, aún a costa de la inquina y desprecio de su compañeros Incluso suelen aparecer periodistas que ayudan en el empeño.
Aquí en esta triste Euskadi, pues va a ser que no, ni policias, ni periodistas, ni… la «omerta» es granítica.
No me extenderáe. Insisto en la burda triquiñuela de sacar un tema que no es el del artículo, asunto del que ya he escrito y probablemente vuelva a hacerlo. Pero aprovecho para ciscarme en la utilización partidista de cualquier sufrimiento. Y apunto la prueba del nueve de la mentira de todo esto: Anoeta, en diciembre del mismo año de la muerte de Iñigo, cuando varios tipos fueron a buscar más muertos y hubo un vergonzoso silencio. ¿Silencio? Perdón, apoyo a la panda de hijos de puta que fueron a quemar a unos ertzainas.
Hablando de burdas triquiñuelas: ¿qué tiene que ver lo que pasó o pudo pasar en Anoeta con el caso Cabacas? Mi «no comprender».
No hay ninguna constancia de que Iñigo formase parte de los grupos de descerebrados que mencionas.
Por la misma «regla de tres» los «sucesos de marzo» en Vitoria se pueden justificar por los atentados de ETA, y los GAL, etc, etc.
Piénsalo bien, como en Vitoria, ningún culpable, ningún responsable, ninguna aclaración.
En esta si que me has defraudado, Javier.
Evidentemente, Iñigo no tenía absolutamente nada que ver. Sí tienen todo que que ver quienes se han apropiado de su cadáver, que son los mismos que justificaron y/o aplaudieron a los descerebrados. No hay reglas de tres. Hablamos de lo mismo desde varios prismas. La lectura de Anoeta era muy simple: vamos a buscar más muertos, que dan mucho juego.
Y se acabó. Creo que ya has violentado lo suficiente las normas mínimas de un blog, haciendo que los comentarios a un post vayan de otro tema. Culpa mía por entrar.