El nepotismo es una práctica tan antigua como la humanidad. Los filólogos no se ponen de acuerdo en el verdadero origen de la palabra. Hay fuentes que nombran al penúltimo emperador Romano, Julio Nepote, como inspirador del término. Podría ser, aunque, dado que la práctica de favorecer a familiares con cargos y prebendas venía de muchísimo antes, resulta más factible que el vocablo proceda de Nepos, que en latín —no he llegado a descubrir si también en griego; probablemente algún lector me ayude— significa sobrino.
Viene este introito etimológico a cuenta del último par de presuntos casos de nepotismo que hemos conocido. Su característica común es que afectan a las candidaturas de confluencia de izquierda —con el permiso de Iglesias Turrión, que de un tiempo acá es reacio a ese concepto— que se han hecho con el poder en Madrid y Barcelona. Así, a la alcaldesa de la villa y corte, Manuela Carmena, se le acusa de haber enchufado a un sobrino político como jefe de gabinete. Por su parte, Ada Colau habría facilitado la contratación de su pareja como asesor de su partido, Barcelona en Comú.
Si somos honestos, ni uno ni otro caso deberían llamar a escándalo. Hablamos de cargos de libre designación. Es perfectamente natural que Carmena o Colau escojan a personas próximas, máxime si entienden que son aptas para el puesto que van a desempeñar. De haber problema, está en la eterna doble vara y en la inevitable tentación demagógica. Bien sabemos que si los protagonistas de las contrataciones correspondieran a otras siglas, ahora mismo estarían denunciando el desafuero exactamente los mismos que lo niegan.
» Bien sabemos que si los protagonistas de las contrataciones correspondieran…..».
Demagogia. (Wikipedia: Consiste en apelar a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas del público para ganar apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica).
¡Toda la razón!
En las empresas privadas el dueño pone a quien le da gana donde quiera. Es su dinero y su responsabilidad. Punto pelota.
Otra cuestión son las empresas públicas o las empresas privadas que cumplen una función contratada por lo público (funcionarios indirectos). En estas se debería tener más cuidado. Sólo es mi opinión, obviamente.
Mientras la persona sirva para el puesto que ocupa o la función que desempeña, personalmente no tendría nada que decir. Otra cuestión es cuando se mantiene, por mantener, a ciertas personas en ciertos puestos o cuando las personas designadas digitalmente critican o juzgan a otr@s que no han tenido la misma lotería. Nunca está de más bajarles del pedestal diciendo: recuerda cómo empezaste. Por lo demás, que disfruten mientras les dure.
Félix. Ni prejuicios ni suposiciones. Estos grupos se han caracterizado por criticar esos comportamientos en los demás. Ahora, si quiere, pulpo…
Las dos suposiciones sobre la procedencia del término son ciertas y confluyen en el hecho de que el último emperador de Occidente, Julio Nepote, se llamaba así como apodo (Nepote era el «cognomen», como Alejandro «Magno», o Juan Carlos I «el campechano»). Y este apodo (que significa sobrino) se lo pusieron porque era sobrino de la emperatriz de Oriente, que en los últimos tiempos nombraban a los emperadores de Occidente a su antojo. A partir de ahí, aunque la costumbre de favorecer a familiares ya era extendida, cogió su nombre hasta hoy.
Por lo demás, sobre el fondo de tu artículo, plenamente de acuerdo: Según a quien le afecte así se calificará. Ahora bien por lo que he leído, los sueldos, por lo menos el del caso de la Colau lo paga una fundación privada, no el erario público. Aunque esto mismo, por lo menos para mí es lo de menos: Si predicas, hazlo con el ejemplo, porque al final, te pague quien te pague, los asesoramientos serán sesgados a favor de quien te ha conseguido el puesto.
No sé a los demás, pero «sobrino político» me suena como algo bastante lejano basado en un contrato legal o «arrejuntado» pero si éste se rompe, ya no hay sobrino político que valga. Como muy rebuscado. Más bien parece sacado con pinzas de la hipótesis de los seis grados de separación de cualquier persona con otra del planeta.
Y el caso del marido, es bastante evidente -según lo que se ha publicado – que estaba y está dedicado y(o es experto en las materias que se le han encomendado ahora, pero mucho antes de tocar poder su señora alcaldesa, No viene el citado experto de la clásica puerta giratoria ni ha pasado de una asesoría adjunta de Agricultura y Geranios a dirigir Trenes y Puertos, ni por supuesto, el señor va a cobrar ningún pastizal.
En fin, …
Escribía hace dos semanas que el caso Zapata no era más que el inicio de una larga campaña de desgaste y manipulación contra los gobiernos municipales logrados por las candidaturas populares en importantes ciudades del estado. Suponía que estos ataques vendrían desde los medios de la derecha española de toda la vida y que se irían escalonando en el tiempo y alternando los muy directos con los más sibilinos. Lo que no me esperaba es que, como quien no quiere la cosa, la columna diaria de Deia también se sumara a dicha campaña.
Cualquiera que siga mínimamente la cosa política sabe que es imposible formar un equipo amplio (en una gran urbe dicho equipo está formado por centenares de personas) sin contar con las personas que en la etapa previa a la victoria electoral han estado trabajando por ese cambio. Que entre esas personas haya familiares no debería extrañar a nadie.
Resumiendo, lo verdaderamente novedoso (por ejemplo, la bajada de sueldos propuesta por Ada Colau, cobrará una cuarta parte de lo que cobraba Trías; por cierto, me suena que en Beasain ha pasado algo en la dirección contraria) se esconde y se hace ruido con noticias que no lo son…
En latín nepōs, nepōtis significa sobrino, nieto, descendiente y derrochador.
En griego moderno serían respectivamente ανιψιός [anipsiós], εγγονός [engonós], απόγονος [apógonos] y σπάταλος [spátalos]. En cuanto a nepotismo es νεποτισμός [nepotismós]