Lo último a la hora de garrapatear estas líneas, una marcha a favor de la amnistía en las fiestas de Bilbao. Allá donde Carlos Urquijo pone el ojo, encuentra una ilegalidad manifiesta, mayormente en forma de ataque a la unidad de España o, si es en verano, enaltecimiento del terrorismo. Igual que esos curas que ven pecado en cada escote porque tienen la mirada turbia y el pensamiento ni les cuento, el abnegado brazo de Mariano en la demarcación autonómica vascona convierte sus obsesiones en materia penalmente perseguible. Por supuesto, con los gastos derivados, que no deben de ser pocos, a cargo del contribuyente.
¿Y con qué resultados prácticos? Pues si le dan media vuelta, probablemente concluyan que con ninguno más allá de hacerse un hueco entre las noticias caniculares, alborotar el patio, o provocar hastío por arrobas. La paradoja, incluso, es que actos que no iban a pasar de la marginalia de un programa festivo local han acabado bajo focos que ni esperaban ni les correspondían. En ese sentido, el inasequible al desaliento Stajanov laudiotarra de la denuncia se ha erigido en un impagable propagandista de todo aquello contra lo que lucha nominalmente. Se pregunta uno si se dará cuenta de cómo favorece la causa de enfrente y, en caso afirmativo, por qué persiste en su actitud, y cada vez con mayor contumacia.
Puestos a preguntar, no estaría nada mal que nos aclarase el aguerrido delegado si va a mover algún dedo o siquiera a pronunciarse respecto a la brutal agresión de unos garrulos neonazis a un chaval de 17 años en el barrio bilbaino de Arangoiti. No sé por qué me imagino la respuesta.
no sé cómo decirlo para que nos sonrojemos, pero de los tiempos en que Calígula hizo cónsul a su caballo hemos aprendido poco: luchan contra el terrorismo los herederos políticos y algo más del terrorismo nazionalcatolico; nos tratan de hacer «buenos ciudadanos» con campañas contra el fraude a Hacienda el mismo gobierno que paga facturas en «b»; ponen al frente de un departamento en la GC al hijo enaltecedor y supuestamente sancionado del golpista Tejero; dotan con 17 millones del erario público a la iglesia católica para rehabilitar la catedral de Santiago, si esa en la que hallaron millones de euros apilados por estancias y cuartos…. y seguiría hasta el amanecer pero cansa tanto esta continua y nauseabunda situación de las cosas, que uno duda si no sería lo mejor más que ganar unas elecciones, directamente una revolución francesa con muchas muchas guillotinas, porque cabezas a rodar…¡mira que las hay mereciéndolo!
Uy, uy, uy, Juantxo, mira que te pueden decir que estás haciendo apología de la violencia. Y eso va en contra del suelo ético!
Igual, a petición del Sr. Urquijo, vas a tener que dar explicaciones de eso de «las cabezas a rodar».
Por si acaso, apúntame para el equipo de acarreo y retirada de cestos con los restos de las rodaduras. Los residuos peligrosos hay que gestionarlos de forma adecuada.
No soy Urquijo y lo que ha hecho el anterior comentarista es, efectivamente, apología de la violencia. ¿No se ve algo tan claro?