Navarra, 18 de febrero de 2017. Con decenios de vergonzoso e hiriente retraso, se rinde tributo a las víctimas provocadas por excesos policiales y grupos de extrema derecha, tanto monta, monta tanto. Como aperitivo, intentos de impedir el acto en los tribunales, una esperpéntica prohibición de mencionar por sus nombres a las personas homenajeadas, insultos graves de militares franquistas a la presidenta de la Comunidad, la clásica campaña de sapos y culebras en los medios del viejo régimen y, resumiendo, un retrato a escala 1:1 de la zafiedad política de las siglas que hoy conforman la oposición de acoso y derribo.
Señalaremos con asterisco al PSN, que después de su consabido slalom declarativo —sí, no; no, sí; bueno, ya veremos—, sintió la necesidad de justificar su presencia advirtiendo que estaría vigilante. No recuerda uno que los frustradores compulsivos de cambios actuaran como centinelas de lo admisible cuando en una concentración de apoyo a la Guardia Civil tras el episodio de Alsasua se escucharon exabruptos de alto octanaje. En cuanto a UPN y PPN, no cabe añadir nada que a estas alturas no esté dicho y redicho. Su ruidoso desmarque les sitúa a menos de un centímetro de la justificación de los asesinatos hasta ahora impunes de esas personas cuyo solo nombre les ofende.
A modo de epílogo, las tres fuerzas arriba mencionadas exigen que Uxue Barkos explique en el parlamento los detalles del acto del sábado. Sin duda, la presidenta sabrá ofrecer la oportuna respuesta. Al margen de lo que añada, el mensaje básico es muy simple: se hizo algo que se debió haber hecho hace muchísimo tiempo.