Deporte alevín

Le agradezco al cielo que a mi hijo no le guste el fútbol más allá de lo justo para dar un par de patadas a la pelota con sus amigos en la plaza donde se juntan. Ídem de lienzo con el resto de los deportes, que sin serle del todo ajenos, tampoco le suscitan gran interés. Me libro, de saque, de intempestivos madrugones de sábado y de viajes a casacristo. Pero especialmente, quedo exento de probarme como energúmeno a pie de cancha. ¿Quién me dice que en mi interior no habita uno de esos tipejos que echa espumarajos desde la banda al árbitro, a los rivales, a la propia criatura o al resto de los progenitores?

No lo pregunto por preguntar. En la media docena de ocasiones en que, por diferentes circunstancias, mis huesos han acabado en el escenario de una competición deportiva infantil, he asistido a los más sorprendentes fenómenos. Hombres y mujeres aparentemente razonables, de esos que te saludan con una sonrisa en el descansillo, pidiendo entradas al tobillo o pisotones con los ojos inyectados en sangre, bramando que arrieritos somos o, directamente, agarrando de la pechera al padre de otro chiquillo.

También he visto a un crío de ocho años hundido porque el entrenador de un equipo de barrio le llama maula o nenaza a cada rato y le insta sin tapujos a buscarse otras aficiones. O a ese mismo entrenador riéndole las gracias a su jugador gallito cuando se comporta como un matón con sus compañeros menos dotados. No negaré que igualmente he visto actitudes bastantes más sanas, pero haciendo el balance, me temo que, como acabamos de comprobar, en el deporte alevín prima la hijoputez sobre la bondad.

2 comentarios en «Deporte alevín»

  1. El «periodista» demuestra muy poco conocimiento del fútbol alevín y del deporte y sus valores en general. Respecto a la preponderancia de la «hijoputez sobre la bondad» en el fútbol alevín no sería justo que la trasladásemos al periodismo sólo por este artículo.

  2. Absolutamente en desacuerdo. Javier, en otros casos un excelente articulista. En este, un borrón.
    He pertenecido hace años al mundillo de las competiciones de chavales de fin de semana, y lo que he vivido son las antípodas a lo que reflejas. Los botarates, la excepción. El resto, lo mejor del deporte, lo mejor de la educación y lo mejor de la juventud.
    Te has pasado.

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