Mariano Rajoy, devenido en diosecillo del Trueno de ocasión, pretende hacer doblar la cerviz de los díscolos catalanes amenazándoles con una sarta de plagas bíblicas, o sea, constitucionales del 78. El paquete incluye todo el repertorio sádico-satrapil, empezando, como ya enumerábamos el otro día, por la deposición del gobierno legítimamente elegido, siguiendo por el secuestro de la Hacienda del territorio hostil, la neutralización de la fuerza policial propia y, como fin de fiesta, la intervención de los medios de comunicación públicos.
Además de miedo, tengo mis serias dudas sobre si se van a llegar a hacer efectivas y cómo las tres primeras medidas enunciadas. Respecto a la cuarta, la toma al asalto de TV3 y Catalunya Radio para convertirlas en altavoz de la noble causa de la unidad de la nacional española, estoy completamente seguro de que jamás ocurrirá. Y ya no solo porque buena parte de la ciudadanía de Catalunya lo vaya a impedir, sino en primer lugar, porque las trabajadoras y los trabajadores no lo permitirán. Bajo ninguna circunstancia dejarán que uno o varios comisarios políticos les obliguen a participar en un No-Do redivivo.
A partir ahí, los planes de sustitución del presunto veneno separatista por la difusión de la benéfica poción ideológica unionista tendrán que ser modificados. Cabrá, quizá, torpedear las antenas o emprenderla a hachazos con los cables. O quién sabe si hacerle caso al adelantado Federico Jiménez Losantos, que lleva unos días proponiendo dinamitar lo que, según él y otros que tal bailan, es el nido del mal. “Cuando no haya nadie dentro”, matiza con condescendencia.
Siendo el estado el propietario del espacio radioeléctrico no creo que sea necesario recurrir a sistemas físicos de destrucción para anular la señal de TV3 y/o Cataluña Radio. La máquina de reprimir está en funcionamiento y el recurso de «no se atreverán» o no lo conseguirán» no suele ser muy efectivo. ¿Qué van, a evitar acudir a votar?, pues sí. ¿Qué van a secuestrar las urnas?, pues sí. ¿Qué van a meter en la cárcel a gente elegida legítimamente?, pues sí que lo harán, o no parece difícil.
Estoy de acuerdo con lo difícil que será hacer cumplir la totalidad de sus apetencias. Pero para romper algo que funciona tampoco hace falta ser un lince, basta con ser desalmado y osado. Aquí recordamos la gestión de Surio al frente del grupo EiTB, donde mediante, entre otras decisiones, cambios de formatos, de contenidos, de tertulianos, fichaje de determinados»profesionales» que ya no se van a ir nunca, etc. se produjo una caída de audiencia que fue brutal así como el desapego no recuperado hasta la fecha de un porcentaje importante de una hasta entonces audiencia fiel. Destruir siempre es más fácil que construir. Y hacerlo para mucho tiempo, también.
Ya sabemos que la Tv. es fundamental en el proceso de amaestramiento, sobre todo de los niños, por este motivo se ponen tan nerviosos cuando les tocan el tema. Que ETB (con sus cuatro canales) al servicio del dogma nacionalista sea un auténtico pozo de quemar millones de euros parece que no le importa a nadie. Que tengan unas audiencias que harían cerrar cualquier negocio, tampoco parece importar. Que tengamos una cadena pública? que no emita dibujos animados por que hablan en español, no vaya a ser que los menores lo vean, en fin, para que seguir.
Los dos comentarios que me preceden creo que ilustran muy bien cómo el sectarismo nos pueden llevar a perder la noción de la realidad.
Comparar lo que está aconteciendo (o puede acontecer) ahora en Catalunya con la época de Surio en EITB (que gustará más o menos pero fue el resultado del juego parlamentario de mayorías derivadas de unas elecciones y se hizo lo mismo – o muy parecido- que hacen los demás cuando les toca a ellos) me parece una barbaridad.
Y el comentario de Luis me parece una barbaridad todo él.
El sectarismo exacerbado distorsiona la visión de la realidad.
Larri, nos das una de cal y otra de arena. Ayer te levantas sensato y hoy como de resaca. Ya, que me refiero a sensato cuando más o menos coincides conmigo, qué jeta tengo, lo sé. Pero lo anterior…de verdad?
Aquel desastre no tiene nada que ver con unas elecciones libres y el Parlamento derivado de ellas, y lo sabes muy bien. Tan bien lo sabes que ni te lo explico.