La respuesta está en el último CIS. Y no, por supuesto que no me refiero a la parte de tiovivo electoral, con subeybajas cocinados al gusto del encuestador, o sea, de quien controla el gabinete demoscópico presuntamente público. ¿El ascenso estratosférico de Ciudadanos? Meno lobos. Invito a quien tenga humor y tiempo a comprobar cuántas veces el CIS —o cualquier otro barómetro— ha acertado con los naranjitos, da igual prediciendo que se salen del mapa o que se hostian. Ya se lo digo yo: las mismas que en los sorpassos de Podemos al PSOE, es decir, cero.
Por eso digo que no es en esa parte entretenida para las tertulias o los onanismos mentales donde debemos fijarnos. Me parece mucho más relevante el capítulo de lo que la población percibe como principales problemas. Ahí comprobamos ya que inmediatamente después del comodín del paro se ha situado lo que en el cuestionario aparece como “La independencia de Catalunya”. Aparte de que el enunciado da para una tesis —¿Se da por hecho que ya se ha consumado, quizá?—, nos encontramos ante una perfecta y perversa mezcla de causa y consecuencia. Es lo que explica y al tiempo justifica la actuación del Gobierno español.
Haber conseguido que la preocupación tape las otras, empezando por la corrupción, es el primer triunfo. El segundo, más jugoso si cabe, es que esa inquietud de los ciudadanos es traducible en comprensión hacia las medidas más contundentes que se tomen contra los que son identificados como causantes del quebradero de cabeza. ¿Intervención del autogobierno? ¿Cárcel? ¿Huida? Lo que sea, con tal de acabar con lo que quita el sueño a los españoles.
El tsunami catalán durará lo que tenga que durar y lo que lo hagan durar hasta la antevíspera del 21 de diciembre.
Cuando ETA mataba y se cocinaba algún asunto un poco más importante que alguna ley de tráfico interno se publicaban los resultados del último sondeo y siempre aparecía como primera preocupación de los españoles «el terrorismo», asi en general, incluso sabiendo que la violencia de ETA tenía un alcance muy limitado y concreto.
La corrupción (casi) generalizada y los innumerables ejemplos de torpeza, desidia e incompetencia gubernamental a todos los niveles, eso ya tal…
La verdadera cocina de las encuestas y su papel adoctrinador empieza bastante antes, lo mismo que la verdadera digestión dicen que empieza en la boca.
Se preparan en los momentos clave, se modifican al gusto o necesidad de quienes las encargan y se extrapolan a beneficio de parte.
También tendremos que asumir de una vez que el maravilloso público en nombre de quien pomposamente hablamos sin habérselo consultado antes tiene la mala costumbre de mostrarse humano…y mentir.
Y lo dice una que trabajó en sus años jóvenes haciendo un trabajo, el de encuestadora, difícil, ingrato y muy mal pagado.
La verdad es que no me ha sorprendido mucho el fulgurante ascenso de los Faccio Boys 4.0 pero incluso asumiendo que la gente puede mentir hasta para castigar preventivamente al partido de sus sueños, en este caso, la mafia gaviotil, lo que tendremos en los años sucesivos es una muestra más de que millones de personas y personos en España siguen prefiriendo a la marca azul, tal vez con la vana esperanza de lograr un puesto entre sus filas y hacerse con algo del mermadísimo pastel de los organismos públicos que aún no haya sido esquilmado.
Y si no, pues a montar otra ONG o fundación, qué demonios.