Hay como un millón y medio de lecturas de la victoria por goleada de Pablo Casado en las primarias a la remanguillé del Partido Popular. De entrada, un saludo para los gurús y las gurusas que todavía a un cuarto de hora de conocerse los resultados daban por seguro que ganaría Sáenz de Santamaría, pontificando que el aparato era mucho aparato y que el aplausómetro del Congreso no era indicador de nada. Pues toma nada, pedazo de listillos: 451 votos y 15 puntos porcentuales de diferencia. Que Santa Lucía os conserve la vista y que los que os tienen por referencia sigan siendo lo suficientemente cabestros como para no retiraros el crédito.
Y volviendo a los hechos en sí mismos, anotemos algo que quizá quede en segundo plano: si en el inicio de todo esto las indiscutibles favoritas eran dos mujeres y el triunfo se lo ha llevado un hombre, eso es porque allá en lo más profundo del PP hay un machismo que huele a chotuno. En realidad, es algo en total sintonía con el resto de las rancias esencias de las que Casado se ha valido para conquistar (promesas de carguetes y otras canonjías aparte) a quienes lo han convertido en inopinado presidente. Manda pelotas que el renovador sea el que enarbola la herencia negra de los padres fundadores Fraga, Arias Navarro, Licinio de la Fuente, el ultra con cadenones Verstrynge (ahora igual de ultra, pero de otra obediencia), Gonzalo de la Mora y qué se yo cuántos ministros más del bajito de Ferrol. Y como síntesis hecha carne de los anteriores, claro, José María Aznar. ¿Saben lo que les digo? Que me alegro de tener un partido de derechas tan a la derecha, y que me voy de vacaciones.
Pues a mi tambien me parece buena noticia lo de Casado, pero porque la derecha a la derecha de Sánchez queda devidida más ecuánimamente que si hubiera ganado Soraya. Con Casado (nunca un mejor apellido para defender a la familia) nos encontramos con el «alter ego» de Rivera, con lo que el nacionalista español de bandera en el balcón se va a sentir a la hora de votar como el asno de Buridan, que se murió ante dos cubos, uno de grano y otro de agua, por no saber cual escoger, si por el que le aplacaba el hambre o el que le quitaba la sed.
Felices vacaciones, merecidas, a fe mía.
Algunos optimistas se agarran a aquello de que no es tan malo que el PP se vaya más a la derecha para disputarse ese nicho con los naranjas y deje al sector más «centrista» del electorado huérfano.
Yo no lo veo. El sector centrista…aunque Casado no fuera su mejor opción y no les resulten cómodas algunas cosas que diga o haga…le va a votar igualmente. Al PSOE le veo aún con muy poquita sustancia. Muy naif. De efectismo sólo no se vive.
A cambio tenemos un tipo que mete miedo. Él mismo lo ha dicho estos días; que quiere un PP que vuelva a dar miedo. Y ha dicho otras cosas sobre ley electoral, Catalunya y un 155 que casi sería un 158, acercamiento de presos (de nuevo van a hacer política y juego sucio con eso), etc , etc…que sí, meten miedo.
Y