Es humanamente comprensible y nada censurable que los trabajadores de La Naval exijan que el Gobierno vasco (o el español o el del Vaticano) rescaten el astillero con un pastizal público. Lo que no es de recibo es que lo hagan, impostando cabreo, representantes políticos que saben perfectamente que tal operación es del todo imposible. Y casi peor si no lo saben, lo que tampoco es descartable, dada la ignorancia enciclopédica acreditada por ciertos fans de los Simpson y otros voceros que creen que para conseguir lo que sea basta cerrar los ojos, desearlo muy fuerte y exigirlo amenazando con enfurruñarse mucho si no se satisfacen sus demandas.
Algún día superaremos este infantilismo reivindicador, pero en tanto lo hacemos, no queda otra que explicar con paciencia de profeta bíblico que al primer céntimo público que le cayera a la compañía, Europa saltaría al cuello y donde teníamos un problemón, tendríamos dos. Eso, por no hablar de las condiciones de la privatización que, como se ha repetido también hasta la saciedad, ponen en sánscrito cualquier intento de salvar la firma a cargo del presupuesto.
Y aquí es donde viene el definitivo baño de realidad. Porque una vez aclarado que no se puede, cabe preguntarse si se debe emplear paletadas de dinero de todos (la cifra sería estratosférica, además) para reflotar una firma que lleva tres decenios largos demostrando que es inviable por cuestiones puramente estructurales. Pregunten a los miles de trabajadores de las subcontratas, las sub-subcontratas, o las sub-sub-subcontratas, grandes olvidados y a la postre, verdaderos paganos de esta tragedia radiotelegrafiada.
Ayer, en la entrevista que le hiciste a Peio Urizar justificaba (o demandaba) la inversión de dinero público porque se trataba del «último vestigio» de un secto que..bla, bla, bla.
Pues si es el último vestigio…por algo será y por algo se habrá ido al garete el resto del sector. Y, sobre todo, está condenado. Se haga lo que se haga. Habla mal de la capacidad de un responsable político (por tanto, alguien que quiere gestionar los fondos públicos y marcr el rumbo por el que debe ir la estructura productiva y económica del país) que esté dispuesto a dilapidar un dineral en un sector sin futuro; luego, otro día, en otro foro, cuando toque, dirá que hay que invertir en I+D+I. Claro que sí, hay que invertir en todo. Diga usted que sí.
Si se trata de ayudar a los trabajadores…pues es que casi mejor que el gobierno les dé una ayuda económica extra para que puedan tener un colchón mientras buscan otro empleo o pueda servirles de palanca para montar un negocio…créditos a interés cero avalados por el tesoro…a lo mejor si crean sus negocios hasta crean ellos empleo… no sé, algo. No seguir sosteniendo algo insostenible.
Y entonces uno piensa que hay muchos trabajadores a diario cuyas empresas (a menudo medianas y pequeñas, sin tanto foco) se van a pique. ¿A esos no se les rescata? Esos cobrarán la inmenización que les toque, si la cobran, y, en su caso, el paro, y a buscarse la vida.
Claro…a dejar ahogarse a esos que no hacen ruido y se ahogan en silencio no tiene coste político ni electoral.
Y te vuelvo a ver muy centrado en los políticos (cierto que razones no faltan) pero cuidándote mucho de cuestionar al ciudadano, en este caso, a los trabajadores.
Por supuesto que su situación es preocupante y que lo tienen que estar pasando mal y que ojalá pudieran mantener sus puestos y que es comprensible que quieran soluciones.
Me parece menos «comprensible» que «exijan» soluciones.
Y es algo habitual en sectores con gran volumen de emplados y, por tanto, capacidad de movilización y de hacer ruido. Ahí estuvieron las minerías en Asturias y León. Aquellos a base de tirar tuercas de acero con tirachinas…consiguieron unas prejubilaciones de oro con 40 años y a la larga eso ha sido un lastre tremendo para las comarcas de las cuencas mineras, con una generación entera sin trabajar y sin interés por hacerlo ni por reciclarse, ni por formarse, porque tenían la vida resuelta para pasársela en el bar. Suena fuerte pero es exactamente así.
O los astilleros de Cádiz.
Sectores que durante muuuchos años ya se ve que no tienen futuro. Y se rescatan una y otra vez, una y otra vez. Y los trabajadores…exigiendo que se les rescate; o un pastón o que me recoloquen.
Oiga…yo no tengo capacidad de cortar el puente de Rontegui (acabaría en el calabozo o atropellado) pero también estoy en un sector (comercio) que se va a pique (por los amazon, el on line…) y también quiero que el gobierno, cuando eso suceda, me rescate y me recoloque o sostenga mi negocio aunque no tenga futuro.
Como sé que eso no va a pasar porque rescatarme a mí (y a los mils y miles de trabajadores, autónomos…) no da rédito electoral…pues lo que tengo que hacer es ponerme las pilas, seguir formándome, ponerme al día en nuevas tecnologías, idiomas, ir ya pensando por dónde podría tirar, ir ya buscando un nuevo empleo que tenga más futuro.
Buscarme la vida, vaya. Pero…ya me gustaría que el gobierno l Peio Urizar la la buscaran.
Exacto: solo se puede dar pasta a la Banca, al sector del Automóvil, a las Eléctricas (y cuando comience la historia del coche eléctrico, pasta a mansalva, para implantarlo) y a determinados Latifundios Agrarios.
El resto ajo y agua.
Y ya habrá quienes desde distintos púlpitos traten de hacernos creer que es medida justa, cabal, e inevitable
Totalmente de acuerdo en lo esencial, me gustaria añadir que el control y fiscalizacion intensiva, exhaustiva y demás ivas a los gestores de cualquier empresa que haya recibido tantisimos fondos públicos fuera rigurosa y que tuviera consecuencias económicas y penales de no haber sido todo lo correcta que le es exigible.
Y con efectos retroactivos hasta donde la ley lo permitiera si hubiera la mas mínima sospecha de que se hubiera producido algun tipo de administracion desleal o desididia en la gestión.
Parece que olvidamos con mucha facilidad que las chapuzas en cuestiones que afectan a tantas personas son tb un modo esquinado de corrupción, y parece que nuestra divina izquierda (o asi) es muy tolerante con la incompetencia si ésta procede de gente que no es elegida en unas urnas.
No es censurable, en efecto, que los afectados por el cierre de La Naval reclamen pasta pública para su puesto de trabajo.
Lo que sí es censurable es que no la reclamen a los bolsillos privados. ¿Donde están y qué dicen los propietarios del astillero desde 2004, que ahora se retiran sin que nadie sepa de ellos ni su contrario natural le mencione en ningún momento? De todos los protagonistas que han salido al escenario, son los únicos que ni se les ve ni se les espera. Y parece que tampoco sus antagonistas, los sindicatos y empleados afectados, les importe mucho el mutis por el foro.
Lógicamente las formaciones políticas beligerantes ya saben quién es el causante del desaguisado: El Gobierno Vasco, que es el culpable de todo, hasta de la galerna del 1912.