Venga, inventemos palabras. Si una señora de muy buen vivir acuñó el término aporofobia con grandes ovaciones desde la grada progresí, cabrá pensar que existe lo opuesto o, por lo menos, lo complementario. Recordemos que el neologismo que tanto gustirrinín provoca entre los chachipirulis pretendía definir el odio a los pobres. Luego, lo divertido e ilustrativo, como ya contamos aquí, era que en realidad se trataba del odio que unos tíos que jamás han pasado una puñetera estrechez atribuyen, olé sus bemoles, a ciertos pobres que tienen el atrevimiento de protestar porque de un tiempo a esta parte su vida se ha puesto todavía más complicada. Siempre ha habido clases y subclases.
Anotado lo anterior a modo de contexto, apunten mi propuesta, que quizá hasta ya está contemplada en los diccionarios oficiales u oficiosos: plutofobia, oséase, asco indecible a los ricos. Y da igual a los de familia que a los que se lo han currado a pulmón desde la miseria absoluta o a los que han amasado un capital por cualquier método. Amancio Ortega, que en su día fue descalzo por su pueblo, es un ejemplo, pero no me meteré en un charco tan hondo. Señalaré a Rafa Nadal, que viniendo de la clase media (si algún día existió), a base de talento y aptitudes que no están al alcance de cualquiera, ha ganado un buen dinero. Y eso le hace digno del desprecio y del sojuzgamiento al pormayor, como acabamos de ver en las diatribas que ha recibido por haberse puesto el traje de faena para echar un cable en las inundaciones que han provocado graves daños en su entorno. Tiñosos en pijama encontraban sospechosa su actitud. Patéticos plutófobos.
Ciertamente, una cosa es que resulte empalagoso el «Gracias Rafa!!» y las loas desmesuradas que ha recibido desde medios y tribunas varias (intuyo, además, que hasta le habrán incomodado) y otra esa reacción que desde también no pocas tribunas le han puetsto de vuelta y media por haberse remangado y echar una mano a sus vecinos.
Todos sabemos que en esto de la solidaridad de los «famosos» hay a menudo marketing, postureo, indicaciones de asesores de imagen, etc.
Sin embargo yo en este caso…es que me lo creo. Me creo que Nadal ha ido de buena fe simplemente porque es su tierra, son sus vecinos y quiere echar una mano.
Básicamente porque creo que es un buen tipo y, sobre todo, porque no tiene, a estas alturas, ninguna necesidad de hacer ya este tipo de cosas.
Por cierto…ha ganado un montón de pasta a base de talento, aptitud…y..actitud. O sea, trabajo a manta. Que, vale, que un privilegiado, que si la raquetita unos añitos y a vivir.
Efectivamente, no es equiparable a los 50 años de 8 horas diarias de currelo, aguantando al Jefe, soldando tubos, sirviendo copas, poniendo ladrillos, vendiendo seguros, etc.
Pero…este chico tiene el cuerpo machacado, las rodillas destrozadas (lease el libro de Agassi al respecto) de llevar su cuerpo al límite durante lustros. Dudo que disfruren del tenis, la verdad.
Ah! se le puede llamar «plutofobia»…o…siendo más clásico…»envidia» de toda la p…vida.