Asisto desde el córner y no sin sonrojo a la hemorragia de excesos verbales tras la muerte de Diego Armando Maradona. Muchas de las loas fúnebres descangalladas llevan la firma de tipos que invariablemente participan en los festivales de desmesura que siguen a la muerte de cualquier celebridad; escriben a mayor gloria propia más que a la del difunto. Otros, los más descarados e hipócritas, se apuntan al concurso de elogios póstumos al pelotero fallecido después de haberlo puesto a bajar de mil burros cuando aún respiraba. Y no olvido, claro, a los que siempre juegan a la contra y saltan sobre el cuerpo todavía caliente para recordar con saña su lado menos amable.
En estas situaciones tengo la costumbre de optar por el respeto. Obviedades aparte, para mí, Maradona no es el primer, segundo o quinto mejor futbolista de todos los tiempos. Guardo, por supuesto, memoria de sus jugadas de dibujos animados, pero siempre he visto al astro argentino —yo también tiro de tópicos, sí— como el juguete roto de manual. O un paso más allá, como una enciclopedia sobre las miserias humanas. Y no por él, ojo, sino por las legiones de tipejos que lo rodearon a lo largo de su periplo desde el Olimpo al abismo, convirtiéndolo, como dijo ayer su excompañero Julio Alberto, en un cajero automático andante. Descanse en paz.
Más allá del caso concreto de Maradona creo que lo que estamos viviendo es un ejemplo, uno más, de la simpleza (por no decir la gilipollez) humana. Que un país, sus gentes, caiga en el delirio por ganar al futbol a otro país que les ha ganado una guerra es patético. El caso es que ese país fue Argentina, pero bien podría haber sido cualquier otro del mundo, nosotros incluidos, por supuesto.
Otro tema es la idiosincrasia propia del fallecido incluidos episodios de maltrato y la doble vara de medir que gastamos en esto y en casi todo. Patética simpleza.
Bueno, tampoco es que haya demasiados problemas así que es normal que los más zumbados lloren y los más espabilados exploten su muerte para llenar espacio en los medios.
Total, no hay cosas más importantes por las que sufrir.
Esperpéntico personaje que, saliendo de los arrabales humildes para llegar a la gloria, consigue volver a la miseria de la que podría haber huido: la droga, el alcohol, el maltrato machista, la degradación social y familiar, la insania.
Argentina ridiculizó a una Inglaterra que se había quedado con sus Falklands a través de la magia del Pelusa, y Nápoles, el infame y humilde Sur de Italia le robó el prestigio al Norte, glorioso y rico en su estilo e historia, mediante su toque y las parabolas en las faltas al borde del área. Levantó la dignidad de aquellos grupos que la cifraban en ganar partidos de fútbol. Pero fue incapaz de conservar la suya. Puso las bases del negocio actual del fútbol, uniendo deporte y negocio de consumo de masas mediante el deslumbramiento de unas masas hambrientas de éxitos y significado en su vida. Y se quedó en un cocainómano borrachín y maltratador.
A mí no me parece el mejor futbolista de la historia. Me parece un mal ejemplo para deportistas, un fiasco en cuanto ascenso social a través de una actividad sana, y en definitiva un personaje que abandonó a la persona. Una filfa. Es lógico que haya una religión con su liturgia y símbolos. Es lo que nos ha dejado.
Maradona gran jugador y referente de nadie que esté en sus cabales. Argentina un país de disparatados. Pena me dan.
Un saludo
Comparto muchos de los comentarios anteriores.
Este caso, el de Maradona, me recuerda el caso Urtain, el boxeador.
Me avergüenza que un país como Argentina declare tres días de luto, por la muerte de una persona que no ha sido modelo social y menos educativo.
Se puede aplicar, salvando muchas diferencias, lo que fijo Bielsa de algunos jugadores del Athletic: «son millonarios prematuros». Aunque, como en el caso de Maradona, no sea suya toda la culpa.
Ayer oí en un noticiario televisivo una frase que creo que define bien al personaje y a su país: “Maradona es Argentina y Argentina es Maradona”. Diego Armando Maradona como hipérbole de Argentina. Un país y una persona con todas las cualidades y posibilidades en grado superlativo pero que al final siempre “la cagan con las patas de atrás “. En economía siempre se ha hablado del “enigma argentino”, un país que lo tiene todo para ser prospero (materias primas, extensas tierras productivas , acceso al océano, una población con un nivel cultural más que aceptable,..) pero que desde hace decenios es incapaz de remontar económica y socialmente. Lo dicho Maradona como hipérbole.
Grande Diego… Defectuoso hasta la hipérbole… Demasiado humano para este mundo…mas que un futbolista, un personaje histórico.
D. E. P
Si Maradona es Dios para los Argentinos, pues… así les va… para que quieren un diablo
El mundo al revés
No tuvieron esas despedidas científicos que de verdad ayudaron la humanidad
Se ve que vamos hacia la decadencia absoluta .