Hace más de un año el cada vez más inconsistente ministro Alberto Garzón se daba pisto a sí mismo sobre las medidas que iba a tomar in-me-dia-ta-men-te para apretar las tuercas a las malvadas casas de apuestas que operaban por internet y a los locales físicos de juego. La inmensa mayoría de lo anunciado sigue sin cumplirse, como casi todo lo que sale del negociado de la otrora esperanza blanca de la izquierda. Pero no era ahí adonde quería ir a parar. Lo llamativo para mí de aquella comparecencia que tuvo su correlato en Twitter es que el tipo presentó la batería de decisiones como “una apuesta” de su ministerio.
Me llamarán tiquismiquis, pero el empleo de esa expresión delata todas nuestras contradicciones (no solo las del ministro) respecto a la cuestión de la que hablamos. Es lo mismo que nos ocurre respecto al alcohol. Resulta que el juego está infiltrado en nuestra forma ser hasta semisótanos de los que es casi imposible ser conscientes. Por eso, a la vez que alabo la decisión del Gobierno vasco de endurecer los requisitos para mantener abiertos los chiringos de apuestas o su publicidad a según qué horas, manifiesto mi mas profundo escepticismo. Quizá consigamos cerrar un puñado de despachos cercanos a centros escolares. Se tranquilizará nuestra conciencia, pero el problema seguirá estando ahí. Cualquier crío enviciado podrá ir dos calles más allá a pulirse una pasta que a saber cómo ha conseguido. Eso, sin pasar por alto que siempre le quedará el campo abierto que es internet o que, aquí nos duele, estamos hablando de un negocio perfectamente legal en toda la Unión Europea que genera miles de puestos de trabajo.
Entre el cannabis libre, el juego y el alcohol a mansalva cubren la futura prohibición del malvado TIGRETON.
La obra maestra de Garzón quedará en la posible prohibición de propagandear chuchesy chocolatinas destinada a los niños.
Mientras tanto, el flamante ministro de Consumo se conforma con echar la culpa del encarecimiento del carro de la compra a la brutal subida de toda clase de energía.
En cuanto a la regulacion o prohibición de las apuestas de juego, ni está ni se le espera.
Entrar en una página de apuestas o pornografía para un menor es tan fácil como poner SI a la pregunta si es mayor de edad.
No acabo de entender la función de ciertos ministerios inventados por el actual gobieno de coalición y entre estos está el del señor Garzón.
La disculpa de que cerrar estas páginas o locales afecta a miles de empleo, puede servir también para continuar con el tráfico de droga, centrales térmicas o nucleares, o cualquier actividad que ultimamente han vilipendiado y puesto de moda ciertos elementos en los que se encuentra el Señor Alberto Garzón.
La prohibición no siempre es la mejor solución. Y además, en algunos casos consigue el efecto contrario. El hacer lo prohibido produce una satisfacción añadida.
El tema el juego, con dinero o por dinero, puede ser uno de estos casos. Y no es nuevo, no es de hoy, en nuestro entorno el juego, las apuestas, tienen muchas historias.
Por todo esto, creo que la solución está en la educación, en dar a conocer los riesgos que estos juegos, que tienen poco de juego y mucho de trampa.
Por lo tanto no es cuestión de un Ministerio de Consumo. Es más bien un tema muy transversal, que debe ser tratado de firma conjunta por las Instituciones y con un gran apoyo social.
Buenos días, don Javier.
Parece que cualquier medida que el señor Garzón haga pública debe ser objeto de chanza, mofa y befa. Si esas medidas salen de Lakua, hay que ver qué interesantes y beneficiosas son.
Qué risas cuando habló de disminuir el consumo de carne de ganadería expansiva. Allí y aquí aparecieron los ayusos (por su capacidad intelectual) aparecieron para ridiculizarle a pesar de que no hacía más que concienciar las propuestas de la Organización Mundial de la Salud.
Qué decir del azucar para los niños. Él habla de restringir la publicidad, o es que nadie sabe que el azucar en exceso es muy muy malo?
Los ayusos con txapela de aquí no podrán llevar a sus hijos a Elantxobe porque se les podrían ir rodando hasta el puerto, pero sus gracietas, que queden reflejadas bajo su artículo de hoy, que ellos eso lo tienen más que superado.
Un saludo
Nadie juega un dinero que no tiene. Si los menores juegan lo que juegan es porque sus padres se lo entregan. No hay que hacerse mas pajas mentales.