En mi caminata matutina de ayer pasé por seis farmacias. Tres de ellas anunciaban en su escaparate que disponían de test de antígenos, aunque sin dar más detalles. En las otras tres, sin embargo, se informaba de lo contrario y, en todos los casos, aportando un matiz con olor a denuncia. “No hemos encontrado un distribuidor que nos haga posible venderlos a 2,94 euros”, se leía en uno de los establecimientos. En otro se limitaban a advertir de que se veían obligados a no servir el producto “por problemas de mercado”. Y en el último, el mensaje no dejaba lugar a dudas: “No podemos permitirnos perder dinero vendiendo test más baratos de lo que nos cuestan”, rezaba el folio pegado en la puerta de la botica.
La verdad es que no me siento en condiciones de ofrecerles una interpretación de lo que les describo. De hecho, me confunde semejante disparidad para asumir la norma que establece que las dichosas pruebas tengan un precio máximo de casi tres euros, que sigue siendo casi el doble de lo que se paga en otros estados de nuestro entorno. Eso, sin mencionar, que aquí se ha mantenido la exclusividad de su venta en farmacias, cuando en prácticamente toda la Unión Europea se dispensan en supermercados. Todo, no lo pasemos por alto, cuando estamos hablando de un producto de cuya fiabilidad no podemos estar seguros bajo ningún concepto. Como anotaron el otro día atinadamente nuestros viñetistas Asier y Javier, lo único que hemos sacado en claro con la fijación del precio máximo es que nos saldrá más barato saber si somos falsos positivos o falsos negativos. Cuánta razón tiene Rato: es el mercado, amigo.
En mi caso, desde el 10.12.2021 hasta el 05.01.2022 ninguna de las 8 farmacias en las que preguntaba-todos los días – disponían de los deseados test, hasta que los obtuve a 8 € bajo pedido, dando el teléfono para que me llamaran (Obligado pack de 5 =40€). A mí no me cuadra esa dificultad mía y la obtención final «just on time», con la supuesta dificultad de mi proveedor para venderlo al precio legal. Si ahora voy y los compro a 2,98 € en las mismas condiciones (por encargo y con mi teléfono, y estando -como antes- dispuesto a pago por adelantado) supongo que el farmacéutico no habrá pagado más que el precio legal. ¿O a su proveedor no le obliga la ley?
Ahora salen todos con las existencias compradas a más que 2,98 €, que van a perder dinero. Podemos hacer una colecta para las pobre farmacias. Otro sector afectado.
Y en la maldita Albion, la del Brexit y el primer ministro loco, el British Health Service te envía 7 pruebas gratis a casa a todo el que lo pida. Habrá que ayudarles también, pobres, fuera de la UE.
Hay si don Hilarión levantase la cabeza. Le sorprendería lo acertado de su frase: «hoy las ciencas adelantan que es una barbaridad «. Y las farmacias no digamos. No se conforman con despachar medicamentos. Parecen supermercados. Pero eso sí, que nadie les pise su negocio. Para eso son muy celosos. Farmacias y Farmacéuticas son, en mi opinion, las grandes beneficiadas de la pandemia. ¿Llegará el día en el que los medicamentos se den directamente en los ambulatorio, hospitales y demás dependencias de salud, ya sea de la red pública o privada?
Tengo muchas dudas de que llegue a ser así.
¿Por qué será?.
La pela es la pela.
Si los farmaceuticos no son capaces de acceder a precios inferiores al de venta en su cadena de proveedores podrian ir a comprarlos a algun mercadona portugues a 2,10. Con portes y todo aun les queda algo de margen.
El negocio es el negocio. Y en el estado español hay muchos para poner la mano y pocos para inventar artilugios de éstos que hay que comprarlos en China, especialista en suministrar cosas que no funcionan a precios que permiten el negocio de los intermediarios. Y no hablo de las farmacias.
Pues lo habitual en este gobierno: TARDE Y MAL. Tarde porque para cuando se ha tomado la medida había pasado más de un mes que fue evidente la necesidad de utilizar los dichosos test, con el ingente gasto generado a las familias. Mal, porque en vez de liberalizar el mercado y dejar que los test fuesen adquiridos y vendidos en las grandes superficies, como en la mayoría de Europa se opta por el control de precios. Esto no ha funcionado nunca en ningún sitio, pero queda como muy “socialista”. Consecuencia: “a burro muerto cebada por el rabo”, desabastecimiento y precios aún muy superiores aún a los vigentes en los países vecinos. ¡Es que son unos “ingenieros”…!