No se me escapa que en la trastienda hay un impulso político, o sea, politiquero. O, hablando más en plata, incluso el eterno uso a beneficio de obra de la violencia terrorista. Pero es muy justo y muy necesario que por una mayoría considerable la Comisión de Peticiones del Parlamento Europeo se haya pronunciado a favor de solicitar a “las instituciones competentes” (expresión literal) que busquen el modo de considerar los asesinatos de ETA como crímenes contra la humanidad. Lo que se pretende es algo muy simple: que no prescriban, de modo que el paso del tiempo no sea obstáculo para que vayan al olvido los 379 atentados mortales de la banda todavía por esclarecer.
Frente a un enunciado tan básico, quedamos retratados todos. Se está reclamando exactamente lo mismo que reclamamos para los crímenes del franquismo y del postfranquismo, igual la matanza del 3 de marzo en Gasteiz que las ejecuciones de Jose Arregi o Lasa y Zabala, entre muchísimas otras. Si estamos de acuerdo con lo uno, no podemos arrugar el morro ante lo otro. Y viceversa. La impunidad no debería ir por parciales. Así que, o nos acogemos a la mandanga del “hay que pasar página” o demostramos que creemos siempre en la verdad, la reparación y la justicia.
Escribo esto, no se lo niego, con una melancolía infinita porque es de sobra conocida la bibliografía presentada por nuestros tirios y nuestros troyanos, incapacitados voluntariamente para distinguir vigas de pajas, según el ojo. Duele pensar que en la inmensa mayoría de los crímenes sin esclarecer, los de ETA y los otros, sería extraordinariamente fácil determinar las responsabilidades.
Puede resultar paradójico, pero hay que tener en cuenta una diferenciación muy humana. Lo que haya hecho alguien que goce de nuestras simpatías, siempre será por las «circunstancias», así que la desaparición de las circunstancias lo absuelve automáticamente, sin siquiera necesitar una valoración objetiva de los crímenes. Lo que haga un «otro», siempre será de acuerdo a la «naturaleza», y por lo tanto, ya puede mostrar todo el arrepentimiento y pasar la vida en la cárcel, que no habrá reparación posible.
Esto no solo funciona con la violencia política, si se piensa un poco. Comparad la reacción ante las agresiones sexuales cometidas por «lugareños» y «extraños», para Vox, a pesar de ser ambos exactamente el mismo execrable crimen. O para quien no es Vox, porque alguna persona ha sido capaz de, en el mismo artículo, intentar descargar la culpa de la bestia de Igualada en las circunstancias del «sistema», a la vez que remarca muy mucho que los violadores son hombres…
La prescripción de los delitos nunca lo he entendido. Puede ser una fórmula administrativa, pero seguro que es una injusticia para las víctimas. Creo que los delitos nunca deben prescribir. Podrá no tener efecto el cumplimiento de la condena impuesta al culpable, bien sea por fallecimiento de este o por otras consideraciones, pero las víctimas y el conjunto de la Sociedad necesitan conocer la verdad de lo ocurrido y quienes han sido los autores de los delitos.
Lo otro, esperar a que pase el tiempo, a parte de no ser pedagógico, es injusto para las víctimas.
Y esto que digo, vale para todos los delitos. No sólo para los que cada uno quiere o le interesan.
La prescripcion contamina todo, ningun delito por muy menor que sea, puede beneficiarse de la prescripcion.
Quiten la palabra prescripcion de los codigos penal, civil y cualquier codigo y se eliminaran los delitos en su gran mayoria.
la palabra prescripcion es el mayor veneno de lo que llaman estado de derecho.
Dentro del mismo Estado en que se ampara a perpetuidad ciertos actos de la Administración considerados como secretos o cometidos por el Rey en base a su inviolabilidad, a la vez se desampara los actos criminales, tanto de particulares como de instituciones públicas, mediante la prescripción de sus acciones.
La aplicación del tiempo trascurrido a las acciones criminales tiene por tanto un sesgo evidente hacia la protección del entramado de poder poco compatible con la democracia.
Estos conceptos de inviolabilidad, aforamientos, perpetuidad de secretos oficiales, e incluso la facultad de indulto gubernamental creo que también debería ser objeto del Parlamento Europeo, y no sólo como recomendaciones o directivas.
La Unión Europea y sus instituciones tienen su sentido cuando se puedan colocar en un plano supra-nacional en materias de relación de sus ciudadanos con el estado. Otra cosa significa un fracaso del desarrollo de Europa como entidad política basada en principios democráticos.