Cuando en España gobernaba la derechaza y había un buen dato mensual de paro, los dos sindicatos hispanistaníes corrían a proclamar que todo era un espejismo y un embeleco. Vociferaban ugeté y ceceoó que las cifras en verde ocultaban una precariedad que no había que tragar. Y, aunque a veces exagerasen la nota un tantín, no era mentira su denuncia. Pocas cosas hay más manipulables a beneficio de obra que las estadísticas. En buena parte de los casos, los aparentemente buenos números eran producto de una cocina que pretendía hacer creer que un contrato de diez días a un tercio de jornada y por el SMI raspado era la rehostia en verso.
Si no colaba entonces, resulta entre enternecedor, vomitivo y altamente revelador que las dos centrales hegemónicas en el estado anden celebrando como un triunfo del recopón de la baraja la última estadística despachada por el INEM. ¡Oh, ah, uh! Resulta que tras la última vuelta de tuerca a la reforma laboral aprobada por gol de churro en propia puerta de un inepto y que no toca nada esencial de la denostadísima ley que echó a rodar el PP, se han multiplicado por no sé cuánto los contratos indefinidos. Hay que ser muy malaje y muy tramposo para pasar por alto, como si los currelas de a pie fueran tontos del culo, que los tales “contratos indefinidos” hoy ya no tienen absolutamente nada que ver con lo que los del plan antiguo llamábamos fijos, que lo eran casi en el sentido literal de la palabra. Son prácticamente tan temporales como los que llevan ese nombre. La diferencia es que no tienen fecha de caducidad concreta. Como siempre, la decide el contratador.
El despido a la española ha sido siempre libre. Lo que ocurre es que no es gratuito y, dependiendo de qué alegues, puede ser improcedente o nulo.
Y sí, es un avance que pasen a ser indefinidos, sea simplemente porque así no se tienen que procesar docenas de contratos por mes para la misma persona.
Hecha la Ley, hecha la Trampa. Reunidos los datos estadísticos (la ley) viene la interpretación de los mismos (la trampa). Siempre se ha dicho que dos más dos son cuatro, pero el secreto de las estadísticas (la trampa) está en cómo presentar ese «cuatro», y eso depende de los intereses de quienes pagan las encuestas y/ o de los que las realizan. Y las estadísticas son necesarias para hace gestión, para analizar resultados, conocer opiniones, etc. pero no les demos categoría de dogma, pues en muchos casos…. son una trampa.
Como decía Mark Twain, creo, “existen las mentiras, las malditas mentiras y las ESTADÍSTICAS “. Existen varios parámetros que “relativizan” el récord de contratación de estos últimos meses, sobre todo la indefinida:
1.-Un porcentaje muy alto de esta “creación de empleo” se basa en EMPLEO PÚBLICO; el empleo en el sector privado está casi estancado.
2.-El número de horas realmente trabajadas no ha aumentado significativamente; lo que nos lleva al siguiente punto:
3.-Aumentan de forma notable los contratos a tiempo parcial.
4.-Los contratos temporales “por obra o servicio determinado” han desaparecido, transformándose mayoritariamente en FIJOS DISCONTINUOS, que, obviamente de DISCONTINUO tienen mucho, pero FIJO muy poco.
Lo dicho, parafraseando a la vicepresidenta segunda de este nuestro gobierno progresista y multitudinario: ¡COSAS CHULISIMAS!