Es evidente que la consejera Gotzone Sagardui debió ser más precisa en sus primeras palabras sobre el tipo de modelo sanitario hacia el que caminamos. O quizá, siendo como es, una persona sin dobleces, le faltó la malicia de los profesionales de la política para edulcorar la realidad. De poco le sirvió afinar el mensaje 24 horas después. Para entonces, el pantano demagógico ya se había inaugurado, con la consiguiente e inevitable afluencia masiva de chapoteadores de toda condición, repitiendo mantras idénticos, qué curioso, de uno al otro extremo ideológico.
Y ojo, que, por decirlo todo, también hemos escuchado voces muy críticas de profesionales y usuarios que han pretendido construir y no enfangar el patio. Me temo que van a ser la excepción. Estamos ante una cuestión muy golosa para el acoso y derribo de brocha gorda. No solo es una pena sino una catástrofe, porque lo que requiere este momento es ceder a la tentación del “cuanto peor, mejor”, y buscar el modo de salvar uno de los pilares de nuestro sistema de bienestar. Desde luego, el punto de partida no puede ser complaciente ni tender a la autojustificación. A nadie que haya necesitado atención médica en los últimos tiempos se le escapa que ha habido un notable deterioro del servicio, que no es únicamente achacable a la pandemia. Es urgente tratar de recuperar lo que fue nuestro gran motivo de orgullo, pero sin pasar por alto la cruda realidad, con ingredientes de tormenta perfecta. Cada vez somos más pacientes en el sistema y no hay profesionales sanitarios suficientes para atendernos en condiciones. Busquemos la solución entre todos.
Población envejecida significa que necesitamos muchos más servicios médicos («achaques» se llamaban antes) y que las mismas doctoras que pertenecían al baby boom se están jubilando. Total, que el servicio de atención primaria se resiente de una forma espectacular, la pandemia solo ha acelerado un proceso que venía clarísimamente de antes.
Pero no podemos hacernos trampas al solitario. Médicas formadas hay las que hay, las que han pasado por los pasos necesarios. Y, en buena medida, desprecian infinito a las colegas que se dedican a la medicina primaria como si fueran unas apestadas. Ayuda aumentar sus sueldos (joño, como que estas personas son las que te atienden en primerísima línea) pero no hay suficientes ahora mismo. Así que, aparte de tirar de mano de obra extranjera porque no queda otra, también hay que replantear qué queremos. ¿Más recursos para la medicina? Muy bien, pero esos recursos no se pueden perder en un laberinto de especialidades. Deben dirigirse a lo que necesitamos: atención primaria, tratamiento de crónicos y prevención. No tienen el lustre de la oncología pediátrica, pero estos tres pilares aliviarán enormemente la carga.
Ah, por cierto. Esto también significa que tendremos que tirar de mayores IRPFs para las personas que más ganan (incluyendo a jubilados) y que no podemos enterrar en ladrillo ingentes cantidades de dinero. Porque, las otras opciones, todas pasan por amputar, a lo vivo y sin contemplaciones el gasto sanitario primero y el de pensiones después para salvar al resto de la sociedad.
Bueno, pues sí, lo mejor es tener un debate pausado y sereno sobre qué sistema de salud queremos, peeeeero, mucho me temo que, sobre todo por parte de los agentes políticos y sindicales, no existe la menor intención de propiciar algo parecido. ¿Privatizar? ¿En que se sustancia dicho concepto? Los SISTEMAS PÚBLICOS DE SALUD adoptan muy diferentes estructuras en los diversos países de nuestro entorno ¿sabemos diferenciar entre un sistema BISMARK y un sistema BEVERIDGE? Los dos son SISTEMAS PÚBLICOS, pero el sistema BISMARK da mucha más importancia a la colaboración PÚBLICO/PRIVADA. Países como Alemania, Francia, Israel, prácticamente la mitad de los que componen la UE se adhieren a este sistema, obviamente con particularidades en cada uno de ellos. El sistema BEVERIDGE, implantado en Gran Bretaña después de la II Guerra Mundial fue el modelo de referencia para otros países europeos, entre otros España (y de paso Euskadi). En estos momentos este sistema, que adopta una estructura de gestión PÚBLICA INTEGRAL, también con matices según los países, en su propia patria de origen (GB) está en crisis y es cuestionado. Por estos pagos parece que no parece que se quiera ir en el debate mucho más allá de sí incrementar o no la financiación del sistema, la defensa a ultranza de lo público y demás lugares comunes que, en el fondo, esconden muchos intereses políticos y gremiales. Ya he comentado alguna vez que OSAKIDETZA es un “monstruo ingobernable e insaciable”. Claro que hay que darle una vuelta al asunto del SISTEMA PÚBLICO DE SALUD, pero sin apriorismos , con amplitud de miras y sin pensar que no podemos aprender de nadie.
Se dice que con las cosas de comer no se juega, y yo añadiría que con las cosas de la Salud, tampoco.
Es muy difícil para los responsables políticos encontrar el punto justo en sus declaraciones. Si hablan, porque hablan, y si no lo hacen… pues porque no hablan. Lo que yo creo es que tienen que tener mucho cuidado y distinguir muy bien cuando hablan de algo que van a hacer, de cuando hablan de algo que «están pensando hacer». Lo primero suele ser fácil de entender, lo segundo ya no tanto, pues no se sabe la intención con que lo dicen. ¿Son sondeos? ¿Es simplemente hablar por no callar o para así estar «en el candelero» y que el electorado no se olviden de ellos?
Prudencia, no es precisamente lo que les sobra a algunos políticos. Y así se arman estos líos.
Pero volviendo al tema de Osakidetza, yo apuntaría a la necesidad de estructurar bien y con recursos suficientes el área de Geriatría al que pasarían muchos pacientes, dada la edad avanzada de una parte importante de nuestra población, lo que tal vez aliviaria la carga de trabajo del área de Atención Primaria.
las cuentas salen rápido
Muchas jubilaciones en el sistema de salud y pocos médicos de familia ,especialidad muy bonita y cercana pero cuesta tener que sacar el mir con la nota suficiente para hacer la especialidad cerca de casa y encima no se valora al médico de familia ni siquiera dentro de la profesión
Es esencial dar la categoría que merece una especialidad importantísima para el sistema de la salud . Los otros especialistas son importantes pero el médico de familia también lo es .
Por otra parte la falta de población joven añade más leña al problema
Es triste y vergonzoso que un problema así sirva para que se echen los trastos los políticos . Pónganse juntos a buscar soluciones y punto . Sagardui a planteado un problema que nos incumbe a todos ,