Es posible -ojalá- que para cuando se publiquen estas líneas el chusco matarife que atiende por Muammar Al-Gadafi haya visto cumplido su sueño visionario de convertirse en mártir, siquiera metafórico, y vuele con destino a cualquiera de los muchos países dispuestos a adoptar al patético vejestorio disfrazado de Michael Jackson. La historia nos demuestra que, salvo que les den pasaporte in situ como a Trujillo o Ceaucescu, los tiranos que son y han sido tienen garantizado un exilio de champán y diamantes. Por afinidad, lo lógico en este caso sería que lo recibiera su compinche de gamberradas y lingotazos de petróleo Ahmedineyad. Sin embargo, como el iraní tiene también las barbas a remojo, no es descartable que el Hermano Líder y Guía de la Revolución acabe confirmando los chauchaus y se acoja a sagrado junto a su primo postizo transoceánico Hugo Rafael Chávez Frías.
Escrito lo anterior, dispongo voluntariamente el cogote para que me lo repasen a collejas los que siguen pensando que el de la boina roja es la vanguardia del altermundismo y no un iluminado con pintas que entre sus pisoteados tiene a buena parte de la izquierda transformadora venezolana. Supongo que no sirve de nada recordar que no hace tanto tiempo al propio Gadafi que ahora llamamos sátrapa y genocida se le reían las gracias y se le sacaba la cara porque le tocaba la moral al imperialismo. ¿Lo del atentado de Lockerbie, con casi trescientos muertos? Falacias de la CIA, que lo tiene enfilado porque no se arrodilla y el pueblo está con él. Ya lo estamos viendo estos días.
No falta ninguno
Vaya en descargo del ingenuo córner rojizo que los que moran en él no son los únicos que le han hecho la ola al semidiós del pelo ensortijado. Bastante más vergonzoso ha sido ver a sus pies a toda la colección de paladines del llamado mundo libre. Si al final se las pira, se llevará con él un bonito álbum de fotos. Tiene su punto esa en la que aparece en una esquina vestido de cantante de soul en compañía de Berlusconi, Sarkozy, Medvedev, Obama y Ban Ki.Moon. Junto a Zapatero tiene por lo menos otras cuatro, incluyendo una inenarrable en la que viste un tunicón de polipiel rojo, mientras sujeta con la mano derecha el antebrazo del leonés y mantiene la izquierda en sus partes. Y no faltan en el repertorio otras en las que comparte carcajadas con Aznar, al que regaló un pura sangre, o con el rey Juan Carlos. Todo un book de la ignominia.