[Nota previa para los lectores de las cabeceras no vizcaínas de Grupo Noticias: aunque lo parezca, ni estas líneas ni las de ayer van sobre el Athletic. Rascando el inevitable barniz rojiblanco, aparecen cuestiones que trascienden lo aparentemente obvio. ¿La igualdad? No quisiera ser muy profundo, pero en alguna medida, sí. ¿La impostura y el ventajismo? Sí, creo que va más por ahí, y quizá tenga que anotar, aunque sea a regañadientes, que no estoy libre de pecado.]
Digamos que bien está lo que bien acaba. Imposible no emocionarse con el recibimiento a las campeonas. Cierto que tampoco fueron masas estratosféricas, pero sí una multitud mayor de la que cabía soñar a principio, en mitad y al final de la temporada, cuando casi todos hacíamos nuestras vidas ajenos a eso que tanto nos da que hablar ahora. Faltaron, según se apreció a ojo de buen cubero, un porrón y pico de los y las abajofirmantes en favor de la gabarra. Y de los predicadores de micrófono o teclado, ni les cuento. Debían de tener otras causas por las que campear. Ni la lúbrica tentación del selfi tuiteable y feisbucable les hizo reservar un hueco en la agenda.
Pero no nos aflijamos. Lo mejor está por venir. En lo sucesivo, el fútbol femenino ocupará tanto espacio en los medios como el otro. En la misma estela, las jugadoras del Bera Bera, que han ganado ligas de balonmano para aburrir, recibirán trato de ídolos y a su club le sobrará pasta para disputar competición europea. Por supuesto, Zumaia tendrá remeras suficientes y revertirá su decisión de colgar la Telmo Deun. Y cómo no, haremos porras sobre la Emakumeen bira. Verán cómo… no.