Hace más de dos meses, el maestro Carlos Etxeberri escribió en las páginas de los diarios del Grupo Noticias lo que, tristemente, se ha confirmado como una profecía cumplida al pie de la letra sobre la frustración del proyecto para reactivar Corrugados de Azpeitia. Lean: “Me da la sensación de que de tanto marear la perdiz, la cuerda se pueda tensionar y acabar rompiendo. Si fuera así, nos vamos a quedar contemplando un cadáver industrial con destino al achatarramiento, la pérdida de una inversión de 50 millones de euros y la generación de 700 puestos de trabajo”. Y, como saben a estas horas, ha ocurrido tal cual. La cerrazón del ayuntamiento gobernado por EH Bildu a cambiar unas cuestiones técnicas del Plan General de Ordenación Urbana ha provocado que el inversor interesado, el Grupo Cristian Lay, tire la toalla. Las condiciones que se le imponían hacían inviable de todo punto el proyecto industrial. Y cabe remarcar esa palabra: in-dus-trial.
No deja de llamar la atención que quien clama con más vigor contra la entrega de nuestra economía al sector de servicios haya impedido la resurrección de una actividad industrial hasta la médula. Se pierden en el camino doscientos puestos de trabajo directos y otros quinientos indirectos. Estaría bien saber qué piensan los sindicatos más combativos del desenlace. Sí sabemos, en cambio, la postura oficial de EH Bildu, que se acoge al comodín de costumbre. Según la coalición soberanista, todo ha sido mentira. Jamás ha habido ningún plan. O sea, que hasta la alcaldesa de su formación ha participado durante meses en una fantasía animada. Es un argumento un tanto endeble.