Caramba con Pedro Sánchez. Lo mismo se planta en un programa de marujeo para retener el voto de su encocorado presentador que firma en El País una tribuna de veintipico párrafos con la solución a todos los problemas, o sea, al problema por antonomasia, que es el catalán. ¿Firmar es sinónimo de escribir? Permítanme que lo dude. Ese arranque con cita de Azaña traída por los pelos se me antoja muy lejos del alcance de alguien cuya única virtud probada hasta la fecha es la fotogenia. Por mucho que estemos en la sociedad de la imagen y se haya rebajado el nivel de exigencia del personal que vota, la política todavía va de algo más que salir mono en los selfies.
Tanto da, en cualquier caso, que la autoría sea propia o de la camarilla que le provee de discursos precocinados. Quedémonos, siguiendo el símil culinario, con la miga, que es más bien ninguna. Todo lo que se viene a decir en el texto es que, puesto que esa panda de soberanistas irresponsables y egoístas la han liado parda, en evitación de males mayores, el Estado debe cotraatacar sacándose de la chistera un conejo que los despiste y/o les engañe el hambre. Cambien conejo por pacto constitucional y tendrán la cuestión planteada en su literalidad.
Ciertamente, es una opción menos bruta que la de entrullar políticos o enviar los tanques, pero no deja de ser una añagaza como la copa de un pino. Ni por un instante se contempla que haya unas razones para el clamoroso hartazgo de cada vez más catalanes. Al contrario, se da por hecho que se quejan de vicio y la solución que se propone es cerrarles la boca con cuatro migajas. Me da que no va a colar.