Las migajas del gran eructo cavernario por la decisión del Constitucional respecto a Bildu han caído sobre el Partido Popular del País Vasco. Junto a las demasías más jocosamente vistosas -”ETA gana, España pierde” y chorradas del pelo-, la carcundia patriotera ha soltado cuatro soplamocos con muy mala gaita a la formación que sostiene a López, quien, con tan sólo hacer el Tancredo, ha perdido el favor de las fuerzas vivas. Y ojo, que no son únicamente los que escriben o berrean en las cochiqueras del fascio mediático los que piden que se de boleto a la santa alianza. También conspicuos posesores del carné con la gaviota como Mayor Oreja o su ahijado postizo Iturgaiz reclaman que se haga cruz y raya.
Esos son los que, sabiéndose amortizados en el retiro de marajás de Bruselas y Estrasburgo, no temen dar cuartos al pregonero. Sin embargo, Burgos abajo empiezan a ser legión los egregios populares que echan las muelas en privado por el conchabeo del norte con el enemigo total socialista. Basagoiti tal vez piense que los engañufa con sus declaraciones atrabiliarias llenas de chistes, tacos y bravuconadas. Pero eso es alimentar con alpiste a una bestia que quiere carnaza de verdad. Que cuente Don Antonio con qué tembleque de piernas volvieron él y Arantza Quiroga de la última mani de la AVT en Madrid.
Titulaba ayer Deia que la sentencia sobre Bildu “resquebraja las bases del pacto PSE-PP”. Parece la lectura más lógica después de lo que ha pasado y lo que se ha dicho. De hecho, la ruptura se tenía que haber producido ya. Ocurre, sin embargo, que contra todo lo voceado engoladamente, el tal acuerdo no se basa en líricos principios sino en intereses corrientes y molientes. Esto para tí, esto para mi, y a la ideología que le den.
Eso reza para la entente sociopopular en el Gobierno vasco y, al loro, para las que sean aritméticamente posibles a partir del 22 de mayo. “El que suma, gana”, dijo López.