No puedo decir lo que pienso

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Tengo dos hijos y una columna diaria. Si quiero que lo segundo me ayude a mantener a los primeros, sinceramente, hoy no puedo decirles lo que pienso cuando leo que Iñaki Urdangarín y Diego Torres pueden librarse de la cárcel si pagan 200.000 y 100.000 euros, respectivamente, pese a que el quebranto habría alcanzado los 2,6 millones de euros de dinero público, conseguido por Noos de un modo fraudulento, según la sentencia. Si España es así que se la queden.

Actualización a día de la fecha: finalmente, Iñaki Urdangarín seguirá en libertad y sin fianza en su casa de Ginebra.

Ya estamos haciendo el cateto

En este caso sí que puedo manifestarme porque, de hecho, me repetiré: me parece una catetada la petición para que Jorge Cremades no actúe en Bilbao. Cremades tiene un humor “gañán”, de tías que tardan mucho en maquillarse y tíos que solo piensan en ligar del modo más fácil, incluido emborrachando a la chica. El verdadero éxito contra este machista del humor sería que el Teatro Campos, donde actuará, estuviera vacío, no prohibiendo su pase.

Cuando miran desde fuera

A veces es necesario que nos observen desde fuera para darnos cuenta de cómo somos. Y no me refiero únicamente al caso anterior: el periodista argentino Nicolás Lucca ha descubierto gracias a la visita de Macri al Congreso quién es Íñigo Errejón. Un personaje capaz de hablar por los argentinos, de pedir cuentas que no le corresponden y de impartir justicia divina. El propio Lucca concluye: “Ocupa un cargo para cubrir algún cupo de discapacidad, no existe otra explicación”.

Un entretenimiento dañino

La socialista andaluza Cristina Cabezón denunciaba en Twitter que había recibido, por medio de un mensaje privado en esa red social, una amenaza de muerte. Fuimos muchos los que consideramos inexcusable ese acto, pero además de eso, Marcelino Madrigal, una vez más, aportó información valiosa: se trata, agárrense, de un grupo de jóvenes mexicanos que se divierten trasladando a personalidades (políticos y celebrities) españolas amenazas de narcos. Y sí, Twitter lo permite.

No son solo mis cosas

Por supuesto, me satisface leer en Blogoff que Jordi Évole cometió varios errores (el primero, tomarnos por tontos) con su programa sobre los malos que son los smartphones. Ya saben que me parece un periodista sobrevalorado y, en el caso del domingo pasado, con bastante jeta como para criminalizar el uso de lo que él mismo ha fomentado para ganar “audiencia social”. Pero Juan García va más allá en su blog y desmonta la supuesta “adicción” al móvil que no existe.