Tele tricornio: la Guardia Civil también hace campaña

Tele Tricornio

Si quieres cambiar el relato de la historia, encarga una película o una serie. Solo hay que tener cierta desvergüenza y algo de presupuesto. Se ha hecho siempre así y a este viejo cinismo se ha aferrado la Guardia Civil para proyectar una realidad falsificada de su pasado y su presente. También puedes impedir por la fuerza que se sepa la verdad, si esta se presenta incómoda y sangrienta. Hubo que esperar dos años para que se estrenara «El crimen de Cuenca», que narraba las salvajes torturas sobre dos inocentes. ¡Hace un siglo! El film lo realizó Pilar Miró, posteriormente nombrada directora general de TVE, el mismo canal que ahora contribuye a la mixtificación de la Benemérita (sic) con la serie «Olmos y robles». La imagen divertida y leve de los tricornios no parece chirriar en la memoria colectiva, ni sus víctimas se han alzado de las tumbas.

La interminable lista de crímenes al servicio de la dictadura no solo no fue razón suficiente para su abolición, sino que se ha normalizado el horror de su historia. En este contexto cabe situar las andanzas del cuerpo militar en «Mar de plástico», en Antena 3, y sus cuatro millones de espectadores. La culminación es el nuevo espacio de laSexta, emisora de la izquierda, que ha parido «Comandancias», donde dicen que allí ya no cuelgan retratos de Franco, ni se enaltece a Galindo y el coraje levantisco de Tejero. Todo es, falazmente, moderno y democrático. Incluso como programa de publirreportajes es una infamia.

Hay que tener poca imaginación para creerse lo que cuentan las pantallas. Al menos las películas y series norteamericanas sobre el FBI y la CIA no nos han dejado un retrato idealizado de estas agencias. Han mostrado, a veces y con alguna honestidad, sus crímenes y miserias. A la Guardia Civil, cuya continuidad es una de las muchas concesiones de la transición española, aún no le ha llegado la hora de la verdad. Los muertos siguen por miles en las cunetas, mientras en la tele se alaban las hazañas de sus represores. A la verdad le gritan: ¡Alto a la Guardia Civil! Y disparan.

Feliz regreso a la radicalidad

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Que seamos una sociedad contradictoria, compuesta por personas regularmente incoherentes, no quiere decir que esta sea una realidad aceptable, ni siquiera inevitable. Más bien es una excusa para justificar nuestra inconsistencia y su larga lista de paradojas. ¿Qué piensan y, sobre todo, qué sienten los ciudadanos sobre la radicalidad como actitud política en el seno de la sociedad democrática? ¿Nos hemos consolidado como comunidad conformista en el fondo y blanda en la forma? ¿Hemos adquirido el miedo a cambiar por no arriesgar lo poco que tenemos? Lo que creo es que hay un gran equívoco no ya semántico, sino conceptual sobre el término de radicalidad y el enfoque de la rebeldía y su ejercicio positivo. No, no me refiero al significado de radical, ir a la raíz de los problemas, eso ya lo sabemos; y que ser radical no es sinónimo de extremista, fanático o intransigente. Esta confusión sería un problema de penuria de lenguaje en los medios de comunicación o una manipulación interesada. Lo preocupante es que se acepte que la democracia implica el repliegue de la radicalidad y la renuncia de los grandes objetivos de libertad e igualdad y la utopía de la humanidad satisfecha.

Es fácil reconocer que la idea de rebelarse (“oponer resistencia a algo o alguien, o no someterse a ciertas costumbres o imposiciones de la sociedad o el ambiente en que uno vive”) ha quedado atrapada en el relato romántico, estéticamente obsoleto, o destinada a la retórica de la publicidad para el estímulo de cambio de marcas y hábitos entre los consumidores. Y que radicalidad suena a exceso operativo y peligro de conflicto. Es que ahí está la cuestión: que se huya de los conflictos, como si estos aludieran a hechos indeseables. Y no. Los conflictos son lo mejor que tenemos, si la comunidad se concibe como una realidad perfectible, en la medida que existen injusticias, abusos y desequilibrios graves que enmendar. Ser rebelde no es quitarse la corbata, un nuevo protocolo. El problema no son los problemas, sino su rechazo o ceguera ante ellos. En este marco de valentía moral y entusiasmo por la libertad y otras liberaciones no alcanzadas es en el que hay que situar el sentido de la radicalidad como metodología y la rebeldía democrática como misión.

Nuestro Parlamento expresó hace poco una de las contradicciones que habita entre los vascos, fruto de la subcultura ideológica -la de los gestos- infundida desde las élites dirigentes. Convulsionados por los atentados de París, los partidos se obcecaron en una declaración conjunta de condena y solidaridad a partir de la exaltación de la unanimidad como ideal o tótem idolátrico. La unanimidad está sobrevalorada. Porque no es más importante que el caudal de las diferencias que mantenemos en la evaluación de los problemas. Somos una sociedad plural y no nos hace más democráticos, ni siquiera más dignos como colectividad humana poner de relieve que convivimos entre profundas divergencias. Es maravilloso discrepar. ¿Por qué hay que coincidir en un texto simbólico si no concordamos en el análisis de su contexto? Vale más una armonía crítica y precaria que una convivencia de acuerdos solemnes e infértiles. La radicalidad es el abrazo a la verdad y el repudio de la libertad a medias, además de la convicción de que los sueños son alcanzables si no renunciamos a sus altas metas. Y es también la aceptación de la complejidad de las cosas y la inherente dificultad de la lucha por lo imposible. Es una ética de autenticidad.
Hacia la sociedad-membrillo

Con la crueldad de nuestro mundo y las carencias de Euskadi, no es posible aspirar a su remedio sin ser radical. La actitud radical parte de esta insatisfacción y de que hay poderes, ocultos y tácitos, a los que oponerse con severidad para lograr su sometimiento a los poderes democráticos. La radicalidad es consecuencia de poseer criterio propio y bien informado sobre la realidad y sus causas. Lo radical rechaza el pensamiento eslogan y la credulidad de la que se nutre la ignorancia popular, tutelada desde las más altas instancias. No podemos vivir felices y engañados por lo poco que tenemos y lo mucho que nos negamos. Y eso nos lleva a la rebelión, a la agitación del cambio y a una actitud de crudeza que puede ser mal entendida. Ese es su riesgo y su valía.

Temo que vamos hacia una sociedad-membrillo, con líderes light, impulsada por programas sin ambición transformadora, con una cultura de empacho rápido, de ciudadanos ensimismados en su pequeña isla individual y hacia el ideal de una comunidad ingenua que se planta en sus límites y que, como mucho, apuesta por un reformismo parsimonioso dentro del sistema y sus penurias estructurales y viciadas en origen. Nuestra democracia no puede ser la gestión de lo tristemente viable y la negación de las inéditas posibilidades comunes. ¿Dónde está la radicalidad del Gobierno vasco, dónde el entusiasmo que cautive colectivamente y responda a objetivos arduos pero revitalizadores? Gestionar una crisis parece muy escaso proyecto. Al realismo del gobierno nacionalista, cuyo mérito reconozco, le falta la osadía de metas radicales que remuevan los cimientos de un Estado fallido, equilibren las desigualdades económicas y sitúe a los ciudadanos frente a sus contradicciones y mezquindades, que también esto forma parte de las obligaciones del liderazgo. Los radicales nos cuestionamos todos los días.

Cataluña nos ha dado una soberana lección en este sentido. Sí, se ha complicado la vida con una insuficiente mayoría independentista, pero le ha dado un meneo volcánico a España y su pacata Constitución. Se ha atrevido a plantar cara a las restricciones legales, pasando de las emociones a la acción y desestabilizando el presente para crearse otro futuro. Ha cruzado el Rubicón y no hay vuelta atrás que pueda ser peor que el infortunio pasado. Se supone que Euskadi no necesitaba ejemplos como este para traspasar similares fronteras. ¿Cuándo es el momento, si siempre aparece una oportuna disculpa para prorrogarnos?

Cuidado con la moderación

De lo peor que se puede calificar a una persona es de templado o moderado. Es un insulto a sus capacidades intelectuales. En el instante que nos sintiéramos asimilados por la falsa tranquilidad del sistema deberíamos acudir a las barricadas de nuestra grandeza como seres humanos y volver a rebelarnos por las mismas causas que en otras épocas de lucha. ¿Por qué Podemos va a quedar aminorado (así lo apuntan las encuestas) en su proyecto transformador del paradigma político? Porque ha perdido la radicalidad y se ha moderado. Se ha dejado la ilusión de mucha gente en su viaje al centro amembrillado.

Creo que no se ha entendido bien la radicalidad de ELA. Aunque su acción sindical y política sea en exceso egoísta (el beneficio de sus afiliados y no tanto el del conjunto de los trabajadores), sus métodos a veces crispados y sus desplantes en el diálogo con empresarios e instituciones tienen sentido si se pondera justamente la desigualdad en el pago de la factura de la crisis entre las partes. Un sindicalismo mendicante no se corresponde con una democracia respetable, por lo que es necesario una dialéctica distinta, en la que las personas sean el centro del negocio, no una herramienta. ELA se equivoca en su virulencia, pero acierta en el rechazo del actual modelo de relación (básicamente paternalista) entre empleados y empleadores. En la cuenta de resultados de las empresas nunca está el cálculo de la felicidad profesional de su gente.

Lo más inteligente es el regreso a la radicalidad, la de las ambiciones de una nación consciente de sus potencialidades, esas que hemos ido dejando en el camino a medida que desistíamos de nuestros sueños y admitíamos más límites de los existentes. Ser radical es más urgente que nunca. El temor a perder lo poco conquistado nos ha hecho cómplices de este mundo desencantado, ruin y violento; pero todas las estrategias de éxito se resumen en una sola: no rendirse.

 

 

Ikea, Tous y la publicidad maravillosa

En Onda Vasca hablamos de televisión

10 diciembre 2015

 

1. A debate

En el ecuador de la campaña: ¿Qué está ocurriendo en esta campaña electoral?

La campaña electoral del 20 de diciembre ha llegado a su ecuador. Y por vez primera en muchos años, está llamando la atención sobre determinados contenidos y formas. En realidad se dan dos circunstancias específicas:

– Hay un mayor interés político respecto de otras elecciones, porque el panorama político se ha visto alterado por la aparición de nuevos partidos.
– La televisión se ha convertido en el gran escenario político.

Y diría que hay un tercer aspecto:

– El desprestigio de la clase política ha llevado a los políticos profesionales a desviar el foco hacia su lado personal, a mostrarse como personas antes que como líderes y vendedores de ideas determinadas.

Estos tres hechos unidos es lo que ha determinado la orientación de la campaña. Las elecciones se juegan en la tele, porque la tele ha cambiado la política en los últimos años, de la que son producto Iglesias y Rivera. La tele les ha proporcionado formatos nuevos para dirigirse al ciudadano. Estos espacios son:

El Hormiguero, los espacios de Bertín Osborne, Maria Teresa Campos, el programa de Jordi Evole, el de Wyoming, incluso Sálvame. Aquí pueden mostrarse como personas y no tanto como políticos. Es acaso una frivolización de la política, pero es la oportunidad que se les ha presentado. La tragedia es que los políticos han perdido la calle. Eluden el contacto y prefieren la seguridad de la tele.

Contra lo que se ha dicho, no han sido los jefes de campaña de los partidos los que han optado por estas vías, no. Ha sido la evolución de la televisión quien les ha proporcionado esta oportunidad. Han sido los nuevos formatos de la televisión quien ha marcado la orientación de la campaña. No es que la política española se haya “americanizado”. Ha sido casual.

La secuencia es esta: la crisis y sus efectos creó un interés político nuevo, con los desahucios, el paro y la corrupción como los tres grandes motivadores, que la televisión supo orientar. De este nuevo interés político surgieron Podemos y también Ciudadanos, que han movido el mapa político como productos derivados de la tele. Y la tele, siguiendo este camino ha creado nuevos formatos, más personales, por medio de los cuales los partidos están canalizando la campaña. Y esto es lo que hay: una fe excesiva de los políticos en la tele, que pasará muy pronto. Y un pronóstico: si la crisis remite, todo volverá a la calma. La tele dejará de ser la solución.
2. El impacto

Donald Trump, el político friki

Los frikis son un producto de la tele. Son esos personajes que, pese a su indigencia cultural y su escaso sentido del ridículo, están dispuestos a cualquier cosa con tal de convertirse en personajes, en famosetes. Son esos hombres y mujeres que quieren dejar de ser personas para convertirse en personajes. Los conocemos bien. Está en los programas de cotilleo y en los realities. Suelen acabar mal, porque la televisión les utiliza y finalmente los devora.

Lo que no habíamos conocido hasta ahora es al político friki. Este también es capaz de cualquier cosa por ganarse la popularidad y los votos. Donald Trump, el candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos (cuyas elecciones se celebrarán en noviembre del próximo año) es un político friki. Ignorante, maleducado, agresivo, deslenguado, frívolo, demagogo y fascista. Su ventaja es que tiene mucho dinero, lo que le permite reírse del sistema democrático y jugar a pequeño tirano. Podría llegar a competir por la Casa Blanca y llevar sus ideas a la política real, como la de impedir a los musulmanes, por el mero hecho de serlo, su entrada a suelo norteamericano. Comparadas las cosas que ocurren aquí en campaña electoral con este tipo, son meras anécdotas.

El político friki es el nuevo peligro. Y la tele es su aliado.

 

3. Audiencias. Lo que nos gusta y lo que no

¿Hartos de tanto programa de cocina?

La baja audiencia de Master Chef junio en TVE el pasado martes, con un mínimo histórico en el estreno de su nueva temporada, con un 11.7% y 1.953.000 espectadores, puede indicar el hartazgo de la audiencia de los programas de cocina, mitad concurso, mitad reality. Es solo un dato, pero la saturación de estos programas, unido a que llevamos con ellos varios años seguidos, puede llevarnos al fin de los programas de contenido gastronómico, una moda más de la tele. Habrá que verlo.

Por cierto, que ayer, miércoles, los tres conductores de Master Chef (Pepe Rodríguez, Jordi Cruz y Samantha Vallejo-Nágera) fueron los invitados de Bertín Osborne en su espacio “En la tuya o la mía”, que ayer fue relegado al late-night porque había que poner por delante el debate a nueve que hubo en la cadena pública. Como consecuencia de ello el registro del programa de entrevistas de Bertín tuvo una audiencia del 17.5% y 2.001.000, inferior a lo normal. El debate por su parte tuvo un 10.9% y 2.102.000 espectadores.

 

4. La buena publi

Dos anuncios:

a) Tous no hace algo mejor que anuncios: cuenta historias

Hemos dicho aquí muchas veces que el ideal de la publicidad, como el de la información periodística, no es vender ni ofrecer mera información, sino contar historias. La marca de joyería Tous ha logrado este ideal y viene realizando una campaña extraordinaria, con historias concretas que superan la referencia al producto y sus cualidades específicas.

Este anuncio de hoy es el tercer episodio de estas historias. Ocurre en París, la ciudad de la luz que es la patria del amor. Los acontecimientos recientes han revitalizado el protagonismo de París, donde me quedaría a vivir.

El anuncio es más que un anuncio. Es una pequeña película, de extraordinaria calidad, que toma las formas del cine de Woddy Allen, en su versión europea, con un doblaje impresionante, una música divina y una historia muy emotiva. Y no es de amor convencional entre hombre y mujer, sino un reconocimiento del amor de una hija hacia su padre. Por cierto, que la dueña del negocio, Rosa Tous, hace un pequeño cameo y tiene una aparición estelar en el anuncio.

Sencillamente, magnífico.

https://www.youtube.com/watch?v=71ZtofFlb3U

 

b) Ikea vuelve a maravillarnos

La marca sueca vuelve a maravillarnos con su publi. Aquí subraya su lado social al denunciar la mucha comida que se tira a la basura en Navidad, el 25% de lo que compramos, casi nada. Lo hace a través de un coro real de 64 trabajadores de la recogida de la basura, para lo que hicieron un casting entre 200 trabajadores de este sector. Una verdadera maravilla de mensaje y de formato:

https://www.youtube.com/watch?v=iRTtTEQ3QVM&feature=youtu.be

5. Recomendaciones para el fin de semana

Este fin de semana no toca tele. Toca ponerse en casa, con tu pareja y con tus hijos o hermanos, las personas que amas, a poner el árbol de navidad y el belén. La gente que se quiere hace estas cosas juntos.

Descansad de tanta televisión e id también de tiendas a comprar vuestros regalos.

¡Feliz semana!

 

Muerte y sonrojo en Telecinco

Toño

Si tu mala fortuna es mi buena suerte, no hay duda: soy un miserable. A Sálvame, cumbre de todas las miserias de la tele, le cayó el premio gordo el pasado viernes. Como tantas veces ocurre en las desgracias humanas, una persona intenta autodestruirse y a punto está de conseguirlo: los médicos le libran de la muerte en el hospital. Si este hombre es Toño Sanchís, mánager hasta ahora de Belén Esteban y otros muchos frikis de la farándula española, el hecho adquiere dimensiones siderales, más aún si la noticia llega al comienzo de la emisión del programa. Y sucedió; pero en vez de suspender la función del despellejamiento público por las presuntas irregularidades del representante y aplazarlo a otro día, en vida y salud del acusado, decidieron -porque la buena estrella hay que aprovecharla- desollarlo in artículo mortis. Fue un espectáculo digno de esa España podrida de la que los políticos eluden hablar en campaña entre bailes, guitarras y partidas de futbolín.

No hubo un juez al que se recurriera para impedir semejante bellaquería. Nadie llamó al 112 de la decencia social. La noche siguió su curso como cualquiera y más de tres millones de espectadores se asomaron al entierro más cutre de la historia a ver en qué deparaba, si en oportuna tragedia que incrementase la audiencia o se procedía en su defecto a la destrucción de un pobre hombre que pugnaba por sobrevivir. Y como la Parca quiso ser compasiva, Belén transitó del inicial sentimiento de culpabilidad a sus bajezas habituales, porque Toño le había robado. Sí, allí se hablaba de dinero y lo demás, también la frágil vida de un hombre, son tonterías.

Antes la Esteban amagó con irse del plató, cuando todos la señalaban como inductora moral de la desesperada decisión de su viejo amigo; pero como el show debe continuar, allí se quedó la princesa del pueblo dirigiendo el coro de la mala baba compuesto por Jorge Javier, Hormigos, Matamoros, Mila, Patiño, Arnau y otros veinte héroes de la tele y de la tela. Pregúntele a esa gente dónde está el límite de la vergüenza.

 

Rajoy gana… en audiencia y al futbolín

Hablamos de televisión en Onda Vasca
3 diciembre 2015

1. A debate

Euskal Telebista: ¿dos idiomas, dos cadenas?

Lo primero que hay que decir en este Euskararen Eguna es que el desarrollo del euskera ha tenido en ETB el mejor aliado. Nadie ha hecho tanto por el euskera que ETB, es indudable. Y lo ha hecho pacientemente, a veces de forma muy mal comprendida, a lo largo de más de treinta años. Ha ayudado a mejorar el aprendizaje de varias generaciones de niños y ha impulsado la normalización del euskera entre los adultos.

Recordaréis la gracia que les hacía a algunos ver a un chino en ETB, en una película, hablando euskera. Pues verá usted, tan chusco podría resultar como un chino hablando español en la misma película doblada al castellano. La labor de ETB por el euskera es impagable.

De cara al futuro, nuestra televisión tiene que afrontar una cuestión crucial en el plano estratégico. Si bien a partir de 1986, cuando nació ETB2, y más recientemente ETb3 y ETB4, es una televisión con cuatro canales, y tras la evolución sociolingüística en Euskadi después de treinta años, nuestro canal público tiene que plantearse la dualidad de dos idiomas, dos cadenas, ETB1 y ETB2. ¿Ha llegado el momento de terminar con esta dualidad y que no existan dos canales con idiomas distintos y haya una televisión más en euskera y menos en castellano? Esta es la cuestión.

Si hay muchos más euskaldunes que hace treinta años, ¿por qué no ha avanzado la televisión en euskera? ¿Por qué se da esta contradicción? El tema daría para un largo debate; pero en mi opinión, es necesario que se dé una evolución en ETB2 y pase a ser, progresivamente, una cadena bilingüe, a medida que la masa de los vascoparlantes sea mayor. Es una apuesta complicada, porque de entrada podría reducir las audiencias de la cadena pública. Pero entiendo que es lo más coherente.

No se trata de volver atrás, a 1982. Se trata de situarse en 2015, con una población euskaldun en torno de los 775.000, según cifras oficiales. Con esta realidad hay que trabajar y hay que hacerlo progresivamente. Es verdad que hay otros canales, como Hamaika TV, y canales locales muy meritorios. Pero ETB debe plantearse ya, dentro de su cambio de modelo estratégico, que lo pide a gritos, una progresiva transformación de su oferta y abandonar la dualidad dos canales-dos idiomas. Debe ser hecho de forma natural, sin artificios. Pero también con cierta osadía.

La labor principal de la televisión es el fomento del conocimiento y uso del idioma, y también su prestigio social. Es una labor lenta y complicada. Pero vale la pena dar pasos hacia el futuro y adecuar la oferta de televisión a la realidad sociolingüística. Hay demasiadas dudas entre los regidores de ETB, quizás porque les preocupa mucho los resultados a corto plazo y no los efectos a medio y largo plazo. Con el idioma siempre es mejor mirar mucho más lejos.

 

2. El impacto

Lobato, el hombre de la Fórmula, se despide emocionado.

Lobato, el locutor calvo de la tele, se despide de las retransmisiones de la F1. Después de 12 años y 222 grandes premios, primero en Telecinco y después en Antena3, Lobato deja esta tarea porque a partir de 2016 los derechos de estas emisiones pasan a Movistar para su plataforma. Y Lobato da por hecho que los de Telefónica no le van a pedir que siga con ellos. La despedida es emocionada y auténtica. La voz y la imagen de Lobato están unidas a las carreras de coches y quizás, por apuntar una crítica, excesivamente vinculada a los éxitos de Fernando Alonso hace ya unos años, que no volverán.

Yo no descartaría que Lobato no vaya a seguir. De hecho, estoy convencido de que va a darse una campaña para que este periodista siga comentando la F1, Y que habrá recogida de firmas de miles de personas para pedir esta continuidad. El problema de Lobato es dónde se recoloca en la tele. Está muy encasillado con los coches. Empezó como periodista deportivo, de fútbol. Ahora tiene que volver de donde vino. Y el regreso, después de 12 años, no es nada fácil.

En fin, un trozo de la historia de la tele ha tocado a su fin. Y es bueno que haya cambios.

Por cierto que, hablando de Movistar, la Liga de Fútbol Profesional (LFP) ha adjudicado a Movistar TV y BeinSports los derechos de explotación de contenidos audiovisuales de Primera y Segunda División y Copa del Rey para las tres próximas temporadas.

 

3. Audiencias. Lo que nos gusta y lo que no

ETB1 y su audiencia

Según la última medición, la cadena en euskera de Euskal Telebista obtuvo en noviembre una audiencia media diaria de 1,8%, tras subir una décima respecto del mes anterior. Al margen de la cuestión idiomática, ETB1 sufre un descenso de la audiencia debido a la evolución de las audiencias en el contexto de la dispersión y la evolución del consumo de televisión. Es una audiencia muy modesta que hay que seguir mimando por medio de programas e informativos de calidad. Hay una audiencia potencial cada vez mayor, puesto que cada vez hay más euskaldunes. Y para ganarla no vale solo, como hasta ahora, que se haga en euskera, hay que hacer las cosas bien, mucho mejor que hasta ahora.

Por ejemplo. El domingo pasado, la final del campeonato del Cuatro y Medio de Pelota, obtuvo en ETB1 un 27,2% de share de media, que alcanzó un 38,7% entre euskaldunes y una media de 224.000 telespectadores. En determinados momento, tuvo puntas de audiencia de 366.000 telespectadores. Este es el potencial.
Como cometario puntual, de ayer mismo, la audiencia de la entrevista de ayer de Bertín Osborne a Rajoy fue del 23% y 4.334.000, espectadores, récord histórico.

Que en comparación con la realizada a Pedro Sánchez, ha subido desde el 20,3% de share y los 3.733.000 espectadores que obtuvo el líder socialista. Por así decirlo, Rajoy ha ganado el primer asalto de la campaña por 600.000 espectadores.

 
4. La buena publi

El Corte Inglés, una historia tierna y emocionante

El anuncio de El Corte Inglés es otro de los clásicos de la Navidad. Al fin y al cabo, estos grandes almacenes son la catedral de las ilusiones de la Navidad, uno de sus principales escaparates, no solo por su inmensa variedad de productos, sino también por el espectáculo de iluminación y decoración de sus edificios en esta época. Durante años, estas decoraciones espectaculares eran todo un espectáculo. Luego, la crisis los ha reducido; pero siguen siendo una de las grandes atracciones de las ciudades.

El anuncio de este año narra una historia tierna, protagonizada por un niño, Chencho, dispuesto a salvar la Navidad de los pequeños desastres que la amenazan. La historia se titula, “Chencho y la bombilla mágica”, nos muestra el relato de un niño decidido a salvar la Navidad, un crío muy especial, que no es el mejor de su colegio jugando al fútbol. Jugando con el balón en casa, Chencho rompe la bombilla que alumbra todo el salón de su casa. Para enmendar el pequeño desastre, rompe la hucha de sus ahorros con los que comprar otra bombilla. Pero su mala suerte no ha hecho más que empezar. La tienda está cerrada. Sin embargo, una furgoneta de reparto que pasaba por la calle pierde un paquete que contenía una bombilla Cae a los pies del niño.

Mágicamente, al colocar la lámpara en su salón todo empieza a cambiar. Y la suerte se convirtió perseguirá a Chencho. A punto de llegar la Navidad, el alumbrado navideño de la calle no puede ponerse en marcha porque le falta una bombilla. ¿Dónde está la Navidad?, se pregunta la gente. Chencho va a casa, coge la bombilla de su salón y la lleva hasta el alumbrado de la calle y consigue salvar la Navidad.

No es el mejor relato del mundo, pero está muy bien realizado y entra en el espíritu de la Navidad y es coherente con la personalidad de El Corte Inglés.

No existe una versión en euskera, que he pedido a El Corte Inglés, y esta es la de castellano.

 
5. Recomendaciones para el fin de semana

Dos opciones para este fin de semana, largo y festivo:

Vamos con una sesión doble en Antena 3, el sábado:

– A las 22:00, La Trama. Una historia de enredo político y sentimental, con Russel Crowe, como alcalde corrupto; Catherine Zeta-Jones, de esposa aparentemente infiel, y Mark Wahlberg, como investigador. Interesante.

– Y seguido, vamos con un clásico: Oficial y Caballero. A las 00:00, en Antena 3. Con un impresionante Richard Gere y Debra Winger. Varias historias de amor y también de amarguras y frustraciones, con la academia de marina al fondo.

¡Feliz semana!