
¿Hay diferencia entre la caridad y la filantropía? Teóricamente sí, porque no es lo mismo resolver lo urgente que dar solución al problema de fondo que genera la necesidad. Me gusta la idea anglosajona de la filantropía y me desagrada el concepto cristiano de la beneficencia: dar de comer a los menesterosos pero permitir que siga habiendo pobres. Es un viejo debate y ahí sigue hoy con las donaciones de ricos y grandes empresas para ayudar en esta pandemia.
El más rico de los ricos españoles es el empresario Amancio Ortega, dueño del tinglado multinacional de Inditex, con Zara y demás marcas. Un tipo extraordinario y no solo por su carrera de la nada al todo. Hace un año, su Fundación donó 310 millones de euros para la sanidad pública destinados a la compra de equipos de radioterapia de última generación. Aquel gesto de generosidad (que a Euskadi nos benefició con 14,7 millones) fue criticado por ciertos sectores de la izquierda populista, alegando que con eso distraía su ingeniería fiscal. ¡Hay que ser imbéciles!
Ahora, en guerra contra el coronavirus, el gallego ha vuelto a hacerlo y ha movido China con Santiago y el mundo entero para traer hasta nosotros el material sanitario tan necesario en hospitales y clínicas. Más de 300.000 mascarillas quirúrgicas y otros artículos médicos son una contribución suya. Lo mismo ha hecho su hija Sandra con una donación similar.
¿Por qué rechazar una ofrenda privada que favorece a todos? El argumento de que la sanidad pública “no debería aceptar la caridad” y financiarse solo con los impuestos niega el derecho esencial de todo ciudadano a contribuir con un plus de sus bienes al bien público. Rechazar el gesto de Ortega da idea de hasta qué punto hay políticos y partidos mezquinos.
El sentido de la filantropía es equilibrar las situaciones de necesidad que se puedan dar en una comunidad. Ningún sistema es perfecto, pero unos son mejores que otros, como la democracia. La filantropía contiene la más grande dignidad del ser humano. Ojalá hubiera más personas como Amancio Ortega, como empresario y como ser humano. Y yo le aplaudo hasta romperme las manos.
Otras personas y entidades están haciendo sus contribuciones en dinero y en equipos médicos. Es lo que tiene la generosidad humana. En una época en que luchamos contra el contagio de un virus mortal y nos encerramos en casa durante semanas para salvarnos de su contagio, resulta que la bondad es el virus más contagioso, he aquí que la filantropía es contagiosa. ¡Pues viva ese contagio!










