De acuerdo con Almeida
Por una vez, y sin que sirva de precedente, voy a coincidir con la opinión del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Considera que el rey emérito debería volver a España. A juicio del primer edil madrileño, «la obra política que ha hecho no merece que el Rey no vuelva a España», efectivamente, es más que cuestionable la supuesta valía de su labor política, pero esa no es la razón de su apresurada salida del país. Añade que “por ahora no ha sido imputado en ningún tipo de proceso”, vuelve a atinar. Aunque si no hubiera sido el jefe del Estado, la fiscalía lo hubiera acusado e incluso encarcelado, como a su querido yerno.
Olímpicos inmigrantes
Como era de esperar, las felicitaciones en las redes sociales por las medallas de Ray Zapata y Ana Peleteiro han sido, cuando menos, polémicas. Para algunos parece que el color de la piel de los triunfadores olímpicos desluce sus éxitos. El diputado de Vox Juan Luis Steegmann afirma que ambos son “ejemplo de la emigración que España necesita”. Considerar emigrante a un niño que llegó con 9 años y tiene la misma nacionalidad y derechos que el ultraderechista es, como mínimo, injusto. Hacer referencia a la procedencia extranjera de la medallista en triple salto, nacida en Coruña y cuya madre es de la misma localidad, es racista.
Japón, secuestro parental
Japón es un país desarrollado, aunque diferimos mucho de la cultura asiática, es un espejo en el que muchos se miran con envidia. Su modo de vida y sus costumbres, tan alejadas de las nuestras, son vistas de manera idílica. Cuando bajamos a la tierra comprobamos que no siempre es así. Nos lo demuestra un ciudadano francés, Vincent Fichot, que lleva tres años sin poder ver a sus hijos porque, tras su divorcio, su mujer los secuestró. Es una práctica habitual en el estado nipón, la ley no impide que el padre o la madre se lleve a sus vástagos e imposibilite al otro su acceso a ellos. Además, las alternativas legales son escasas o nulas.
Casillas, irrespetuoso
Hay un formato televisivo que me genera cierta aversión, de hecho tuve que resintonizar una cadena para poder ver las pasadas finales de la copa del rey. Sin embargo, todos los profesionales tienen derecho a ejercer su trabajo sin sentirse amenazados. El exfutbolista Iker Casillas, de reciente actualidad por su separación matrimonial, protagoniza una escena en la que el grupo de gente que le acompaña insulta y lanza una bandeja a una reportera que realizaba su trabajo. Lejos de pedir respeto, lo transmite en directo a través de Instagram. Ahora imaginen ustedes si le hubieran lanzado el mismo objeto al campo cuando era deportista.
Exagerada cuenta
Es todo un clásico, compartir imágenes de abultadísimas cuentas en bares y restaurantes que se convierten de inmediato en virales. La última, un ticket de más de 4.000 euros en un club marbellí, la mayoría en carísimas bebidas alcohólicas. Se quejan en un tuit que, tras añadir más de 300 euros por el servicio, el camarero les exigió que dejaran propina. En caso de ser real, sorprenden varias cosas, que haya gente que se pueda permitir semejantes lujos, que lo compartan en las redes sociales y tal y como apunta la periodista, Samanta Villar, que después del champan, las pintas y el tequila, fueran capaces de ver la minuta.