Acabo de leer la noticia del descarado plagio de un cartel (y lo reconoce en twiter con desconcertante orgullo) por parte del presidente de Nuevas Generaciones del PP de Jimena de la Frontera. Es bien cierto que a veces la línea que separa el plagio de la inspiración es difusa, aunque en este caso es más ancha que el canal de Panama. Bien cerca hemos vivido situaciones similares, como aquel cartel de carnaval de Santander curiosamente similar al de nuestra ciudad. En su momento levantó bastante polvareda en la localidad vecina. En otras ocasiones es el propio autor el que se copia a si mismo, y a falta de inspiración repite un modelo anterior. Si se tiene suerte recibes dos premios en dos ciudades distintas con el mismo diseño, lo cual no deja de tener su mérito. En contadas ocasiones se reconoce el error y después de aprovecharse del trabajo ajeno al menos se piden disculpas, como ocurrió con el grupo Podemos. Pero rizando el rizo se acusa al autor «original» a su vez de haberse inspirado en otro trabajo anterior de un diseñador chino. Desde que llegó el boom de Internet es mucho más fácil encontrar similitudes, antes podías viajar por Rusia e inspirarte en el logo del puerto de Odessa y que no se enteraran en León por ejemplo.
La verdad es que hay infinidad de ejemplos, algunos denunciados por los autores como en este flagrante caso.
No hay que buscar mucho para encontrar parecidos en el universo gráfico
Incluso he encontrado una página en flickr que recopila trabajos con la misma inspiración.
Por desgracia este tipo de cosas sucede con mas asiduidad de la que somos conscientes y en nuestro mundo siempre corres el riesgo que alguien se «inspire» en tu trabajo para hacerte un «sincero» homenaje.