Diariamente recibimos un bombardeo de información con la posibilidad de construirnos nuestra propia web, sin ningún conocimiento y por poco dinero. Cualquier pequeña empresa con pocos recursos puede tener una presencia online sin necesidad de realizar un gran desembolso.
Sin embargo no todo es tan sencillo (ni por supuesto tan barato). Hacer una web es algo más que elegir una plantilla y subir unas fotos. Se me antoja imprescindible realizar un estudio previo de necesidades, valorar el posicionamiento en el mercado y demás elementos de marketing que no voy a detallar porque esto es un blog de diseño.
Las empresas de hosting (alojamiento web) han ido ampliando su negocio ofreciendo plantillas pre-diseñadas para que los usuarios las utilicen. Todos los ejemplos que nos aparecen tienen un aspecto absoluta y totalmente profesional (porque realmente están hechos por profesionales). Cuando el neófito en estas lides se lanza a componer su web comienzan los problemas.
Disponer de una buena imagen corporativa, un buen logotipo, un diseño acorde con el posicionamiento en el mercado de empresa supone un importante gasto, en general poco valorado.
Planificar una web, conseguir una estructura equilibrada, un diseño personalizado, una navegación simple y organizada, una buena elección de colores y un contraste adecuado entre ellos requiere conocimientos y horas de trabajo.
En resumidas cuentas, si quieres ofrecer una buena imagen de marca, acude a un profesional. De la misma forma que si quieres reparar una tubería llamas a un fontanero.
Y si lo que quieres es dedicarte al diseño, aparte de los conocimientos de gráfica publicitaria vas a necesitar manejar una serie de herramientas que detallaré en un próximo post.