La piratería se extiende, pero las leyes parece que sólo amparan a las multinacionales. Leo con sorpresa, en quesabesde, que en la gran superficie comercial Leroy Merlin, el fotógrafo Juan Ramos descubrió una imagen suya. Se vendía en un soporte de gran formato (180 x 100 centímetros) al módico precio de 69,95 euros y desde luego no había dado ningún permiso para utilizarla ni comercializarla.
Después de verificar que el trabajo era suyo, y había sido usurpado sin su consentimiento, se dirigió a los empleados del la firma para reclamar su autoría y solicitar explicaciones. La respuesta fue simple, Leroy Merlin se limita a comprar las fotografías ya montadas a un distribuidor. Los responsables del centro, que acabarían por obsequiar a Ramos con una copia de la foto, le facilitaron los datos de la empresa en cuestión.
Molduras Enrique Gisbert, empresa radicada en Valencia, reconoció inmediatamente que no había pagado por los derechos de la imagen, ante lo cual ofreció una ridícula compensación de 70 euros. Con la consabida negativa de Juan Ramos a aceptar esa miseria, subieron la oferta a 500 euros y posteriormente a 1.000, el acuerdo incluía que el fotógrafo mantendría en su poder los derechos de explotación.
El compromiso parece firme, sin embargo, no se ha firmado ni pagado nada, ante lo cual, Ramos se teme que estén dilatando el proceso para evitar cualquier desembolso.
El mismo respeto merecen los derechos de imagen de un modesto fotógrafo que el de las grandes productoras cinematográficas. Aunque, curiosamente, algunos casos pasan desapercibidos mientras otros acaparan titulares de los grandes medios.
Actualización del post:
Se ha puesto en contacto conmigo la agencia de comunicación de Leroy Merlin para informarme que en cuanto tuvieron constancia de este suceso retiraron todos los cuadros que incluían esta foto. Tras la publicación de la noticia en quesabesde, Molduras Enrique Gisbert se ha apresurado a hacer efectivo el acuerdo y ha abonado a Juan Ramos el importe convenido.