Por lo leído en la prensa, el pasado día 13 de marzo, un bombero del Parque Foral de Urioste alegó «objeción de conciencia» para no cubrir un retén de seguridad durante el embarque de un cargamento de bombas con destino a Arabia Saudí.
La Institución de la que depende dicho Parque le ha abierto un expediente por incumplir una orden y, según también lo leído, la representante política ad hoc se ha negado a dar explicaciones políticas a los requerimientos políticos de varias fuerzas políticas, remitiéndose al Reglamento.
Como esto de «lo político» va valiendo para un barrido y para un fregao, y nunca quedan claras las «responsabilidades» tildadas de tales,esperando las interpretaciones de las leyes ( y reglamentos) por parte de cualesquiera judicatura y/o invocando adversativamente la existencia de «juicios políticos» en otros casos; y otro sí, que no debemos suponer que porque a alguien se le denomine político haya efectivamente estudiado la Ciencia Política- que diría Baltasar Gracián – como cualquier otro profesional que se precie, o tenga la menor idea de la Historia de las Ideas Políticas de modo aficionado; sólo pues teniendo en cuenta todo lo anterior, pueden decirse palabras como las escuchadas en relación al bombero objetor como si fuera éste un funcionario de la época de Bismarck. Y además, acaso, me pregunto, oh tempora, oh mores, ¿no debería ser , todo modo, la respuesta de una política, política?
Hay muchas formas de hacer el ridículo y otras tantas de ser ejemplar sumando la sindéresis a la acción. Y el bombero en cuestión debería ser más bien moderadamente condecorado por defender los Derechos humanos frente a cualquier Reglamento. Tal si fuera un ertzaina que no quisiera participar en un desalojo hipotecario. Pues todo comenzó con aquellos quintos que no querían hacer la mili, corrigiendo justamente- en sentidos ambos- a los políticos casposos de la época. Algo que en realidad ya había dejado muy claro en el repositorio de la Democracia moderna un tal Henry David Thoreau .