Amanece. Miro por la ventana .El cielo esta cubierto por unas nubes grandes y oscuras que me sobrecogen al sentirme tan ínfimo, aquel «ser de un día» como nos llamaron los antiguos pensadores griegos. Luego oigo el piar exaltado de unos pajarillos y pienso que cualquiera de ellos podría atravesar esas nubes densas y altas sin gran esfuerzo.
Vuelvo a mis papeles. Esos que siempre me esperan en la mesa. Y pienso en la solemne estupidez de “ hacer historia” pues tan sólo sirve para hipotecar el futuro de nuestros hijos e hijas, de nuestros nietos y nietas, de nuestros descendientes, transmitiéndoles, como diría Nietzsche, la culpa por no haber sabido resolver los problemas que nosotros mismos hemos creado.
Recordamos a los muertos y lo que ellos hicieron y exigimos que, muertos nosotros , nos recuerden y también todo lo que hicimos y a eso le llamamos Tradición para consolarnos. Pero más bien debería llamarse Traición. Traición a la vida y a la libertad de quienes vendrán después. Traición al mundo cambiante que les tocará afrontar como inmundo gracias a nuestras obsesiones y frustraciones. Traición, en fin, por dejarlos al pie de unos caballos que hemos soltado desbocados.
«Por Dios, por la Patria y el Rey, lucharon nuestros padres, por Dios , por la Patria y el Rey lucharemos nosotros también»cantaban algunos de nuestros abuelos antes de santiguarse y saltar fuera de la trinchera con su detentebala a la altura del corazón…
Mientras los muertos puedan más que los vivos, sólo habrá mas muertos…Y entre tanto, por cierto, algunas cuentas corrientes opacas continuarán creciendo en Panamá…