
Como ha comentado con su excelencia habitual el profesor de Historia del Arte Javier González de Durana, el camino hacia esa denominada Nueva Normalidad, tras la pandemia del COVID-19, debería implicar también la revisión de los proyectos urbanísticos en curso, toda vez que los diseños de las ciudades han influido y mucho en el desarrollo de la enfermedad.
Así, cualquier previsión de colmatar los espacios libres disponibles, y sobre todo aquellos que puedan suponer una apertura al cielo, al viento, al sol y en general a la naturaleza, deberían ponerse en suspenso, para poder analizar mejor su verdadero impacto en el futuro tanto urbano como sanitario.
En este sentido, y en el caso de Bilbao, cuyo PGOU se evidencia como «no nacido y ya muerto» tal y como señala el propio González de Durana, la pretensión de continuar con el proyecto de Obispado de Bilbao para convertir la parcela de la Escuela de Magisterio diocesana- BAM , sita en el barrio bilbaino de Abando, en un gigantesco edificio de ocho plantas y cuatro sótanos, debería caer por su peso, pues supondría avanzar precisamente en la dirección contraria a la sugerida por los expertos.
Además su definitiva remisión podría suponer poner punto final a un un impropio negocio de especulación inmobiliaria que ha sido largamente criticado por el AMPA del Colegio Cervantes , sito en las inmediaciones, por diversas asociaciones de vecinos y movimientos ciudadanos, y también desde dentro de la propia Iglesia Católica.
Al respecto, los interesados deberían recordar aquel aforismo del jesuita Baltasar Gracián, que dice en su Oráculo manual y Arte de prudencia: «Trae un empeño otro mayor, y está mui al canto del despeño»…








