El robo de bebés recién nacidos fue una de las formas de represión más sangrantes durante el franquismo.
Esta práctica silente y oculta, legitimada por el psiquiatra Antonio Vallejo Nájera desde un planteamiento eugenésico, comenzó con la segregación de las hijas e hijos de las mujeres presas en las cárceles franquistas y se extendió durante al menos seis décadas, hasta bien entrada la democracia, afectando a un número incalculable de mujeres.
Fue, según recientes investigaciones, una actividad coordinada entre las autoridades civiles y ciertas clínicas privadas y hospitales públicos que posteriormente se presentó como una operación que pretendía que los niños y niñas no se educaran en familias sin recursos suficientes, si bien se aplicaba fundamentalmente a aquellas de condición ideológica contraria al Régimen.
Un encuentro casual con una víctima del robo de bebés, llevó a Cristina Gutiérrez Meurs, artista y escritora afincada en Bilbao, a escribir su primera novela Lo que no me quisiste contar (2016).
Desde entonces su trabajo literario y plástico se ha centrado en esta cuestión tan sangrante, alternando diversas exposiciones con una segunda obra , Eva no fue la primera ( 2018) , una historia centrada en la violencia contra la mujer.
El Museo de Arte e Historia de Durango acoge hasta el 19 de marzo, una nueva muestra de Cristina Gutiérrez Meurs, EGITEKE DUGUNA- CUENTAS PENDIENTES,en la que se combinan delicados grabados, ingeniosas instalaciones y sugerentes textos sobre esta temática todavía pendiente de resolución jurídica y social.
Jesús Arpal Poblador, catedrático de Sociología de la UPV-EHU, favoreció la colaboración entre las Ciencias Sociales , las Humanidades, el Arte y la Literatura
Conocí a Jesús Arpal en las inolvidables jornadas de la «II Semana de Estudios Sexológicos de Euskadi » (1980). Por entonces ya era un investigador de referencia , sobre todo a raíz de la publicación de Una familia en un mundo tradicional. Los Garagarza de Elgoibar (1973) y de La sociedad tradicional en el País Vasco (1979) , obras en la que se adelantaba su visión plural e interdisciplinar de las Ciencias Sociales. La afinidad fue inmediata, participantes acaso de una misma hexis o disposición actitudinal que diría Pierre Bourdieu.
Poco después, ingresé como docente en el centro UNED-Bergara – una de las canteras de profesorado de la Universidad del País Vasco- Euskal Herriko Unibertsitatea – en cuya fundación Jesús había participado y en el que trabajaba su mujer Adelina Moya. Por su parte , él inició un periplo que le llevó desde la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de San Sebastián – en Zorroaga- hasta la de Ciencias Sociales y de la Comunicación de Lejona, en la que obtuvo la cátedra de Sociología. Entre tanto fue desplegando una serie de sugerentes investigaciones que se articularon en libros como Educación y sociedad en el País Vasco, en colaboración con Paulí Dávila y Begoña Asua (1982) o Las ciudades. Una visión histórica y sociológica (1983).
Más allá de colaboraciones puntuales, volvimos a coincidir en el Seminario de Sociología de la Cultura / Kultura Soziologiaren Mintegia fundado en UNED-Bergara en 2001, y en la elaboración de mi tesis doctoral que con enorme paciencia aceptó dirigir: fueron años de largas discusiones en su despacho, en los pasillos de la Facultad, en bares y cafeterías, de intercambios casi compulsivos de textos una y otra vez corregidos y el descubrimiento, de su mano, de autores como Maurice Halbwachs que iban a cambiar radicalmente mi perspectiva acerca de la temporalidad en las Ciencias Sociales, oscuro objeto de mi deseo académico.
Se jubiló en 2005 , pero fiel a sus principios, en el 2017 abrió junto a Adelina una bilioteca popular y centro cultural en el municipio riojano de Sajazarra donde vivían.
Con ocasi´on de su jubilación, participé en varios homenajes que se le dedicaron y en uno de ellos leí las siguientes palabras : “Se echará en falta al maestro cuando ya no podamos seguir su mirada. Quedarán, desde luego, sus libros, los artículos desperdigados que algunos discípulos encariñados intentarán recopilar, y también el recuerdo de sus lecciones dentro y fuera del aula. Y quizás unas gafas o un pequeño cuaderno de notas. Pero no quedará su mirada.
Jesús Arpal se ha apagado, pero hoy me doy cuenta de que no se ha apagado su mirada, aquella mirada que señalaba un paisaje o un paisanaje en el silencio de un viaje, que apreciaba el color tostado de un vino nuevo o que se aguzaba, concentrándose todavía más en un texto cien veces leído. La mirada del maestro. La mirada que enseñaba, también, a mirar…
Yo siempre le recordaré como un pequeño duende agitado, poseído por un daimon fogoso y a la vez de palabra rigurosa y atemperada…
Conocí a Xavier Rubert de Ventós, a finales de setiembre de 1978,en los Encuentros organizados por la revista El Viejo Topo en Barcelona, unas jornadas inolvidables por cuanto la utopía social alternativa generada bajo el tardofranquismo todavía continuaba vigente y todo era posible.
Me lo presentó, si no recuerdo mal, Pep Subirós, con quien hab´ía compartido mancheta en otra revista teórico pol´ítica- El Cárabo, dirigida por Joaquín Estafanía Moreira, futuro director de El País- y desde el primer momento me di cuenta de la gran capacidad reflexiva y expresiva que demostraba dentro de aquel micro-cosmos catalán que compartía con gentes como Eugenio Trías, Jordi Llovet o Josep Ramoneda, con quienes poco antes había fundado el Col-legi de Filosofia de Barcelona (1976) , representando una de las puntas de lanza del pensamiento ibérico.
Xavier era, además de muy accesible, muy buen conversador y en los sucesivos cafés , comidas y cenas que compartimos dio muestra de la sutileza que ya había demostrado en obras como Teoría de la sensibilidad o El arte ensimismado . Por entonces fumaba sin parar , como casi todos los demás, y años después,cuando nos encontramos de nuevo en un congreso , alternaba los cigarros con pastillas de menta que consumía con la misma urgencia – este fue también el caso de Koldo Mitxelena, a quien ya conocí con su inseparable cigarrillo de mentol.
Más adelante, siguiendo la senda del filósofo-político tan habitual entre los de su generación, fue diputado en el Congreso y Europarlamentario, mientras daba cuenta de sus nuevas experiencias y pensamientos enEl laberinto de la Hispanidad (1987) y El Cortesano y su fantasma (1991).Finalmente y entre avatares varios hace cinco años publicó un interesante volumen con sus anotaciones dispersas – Si no corro, caic– verdaderas bambalinas casi barojianas.
Rubert de Ventós falleció el pasado 28 de enero , pero yo siempre le recordaré como un pequeño duende agitado, poseído por un daimon fogoso y a la vez de palabra rigurosa y atemperada…
Y así se puede ( creer) que se puede follar en el alternativo Metaverso…Y esta creencia, puede ayudar y mucho…Sobre todo a estas Nuevas Generaciones…
Perdone el alma dormida por haberla despertado con esta expresión que antes se gestionaba lingüísticamente como f*****, pero dado que el diario de tan digna dirección que me acoge con tanta generosidad la ha usado recientemente en un titular, atrévome a lo que antes no se podía decir ni acaso se barruntaba.
Y es que el tal titular era – y es… ¡demonios del scripta manent!- «EN EL METAVERSO NI SE COME NI SE BEBE NI SE FOLLA» en palabras de una experta consultora que resum´´ía en un uno y trío la supuesta más definitiva de las conclusiones de una jornada reflexiva sobre el papel de las Nuevas Tecnologías en la vida de las jóvenes generaciones.
Para bien y/o para mal, el desarrollo del artículo de marras no ofrecía en su poliédrica estructura ningún argumento lógico o mención emp´írica alguna que abonara en adecuado silogismo la conclusión a que aludía el titular, pues se desfribilaba mismamente en anécdotas y repentismos varios otro sí asaz técnicos.
Más la piedra ya estaba echada tras su lectura y en mi arqueocerebro los hertzios se incrementaban alegres y combativos generando divertidas sinapsis evocadoras de otros tiempos y otros lugares.
Pues lo de comer, beber y follar no ha sido históricamente una trinidad bien avenida para mi generación, siempre vacilante entre el «sex, drugs & rock-ans-roll» que in illo tempore llegaba desde «los países más avanzados» y lo de «aquí follar no es un pecado sino un milagro de la divinidad» que recordaba oportunamente el dilecto poeta don Ramón Irigoyen.
Y más vale que , con el trancurrir de los años y tras algunas agitaciones propias de la juventud-divino-tesoro, lo de follar se convirtió benevolamente en algo «que no es tan importante como parece», pero que «está bien porque conoces gente…»
…Pero veo que me desvío del tema, porque en estos lares lo de comer y beber ha resultado suficientísimo ya que, en palabras implícitas del ínclito psiquiatra Carlos Castilla del Pino y expl´ícitas del antropólogo simbólico Andrés Ostiz-Osés, nunca se ha superado en tales alfoces la fase oral – y algunos (y algunas, of course), ni la fase anal.
De manera que ¿qué nos va o viene del Metaverso? ¿ Qué pues, si ni con gafas de Google se puede llegar a ver lo que no existe? ¿O acaso existe, pero no se ve? ¿Ha cambiado la realidad o la construcción social de la realidad?- aquí que vengan Berger y Luckmann y lo vean…Las preguntas se amontonan en mi cerebro frontal y no puedo apartarlas por mor de mi deriva impertinente como sociólogo- burgués-en -excedencia….
Más, oh, maravilla, oh consolación,he aquí que, derrepentian, me posee un a modo de hierofanía, y recuerdo aquellas primeras secuencias de Paris-Tombuctú (1999) , prístina película en la que el siempre hábil Luis García Berlanga nos muestra a un Michel Piccoli intentando conjurar su impotencia sexual ayudado oralmente y con un dispositivo electrónico ocular ad hoc que anuncia en su fracaso – de ahí el viaje tan posterior como iniciático- ¡una victoria!, como suele acontescer tanto en lo divino como en lo humano…Y ansí , premonitoriamente, sí, se puede ( creer) que se puede follar en el alternativo Metaverso…Y esta creencia, puede ayudar y mucho…Sobre todo a estas Nuevas Generaciones…
Ahora que estamos sometidos según los expertos ( y expertas, of course) a un inusitado estrés meteorológico, me he refugiado en el sofá, manta de cuadros marrones en ristre ,y me he visto una peli que me ha hecho reír un buen rato.
Se trata de Cashback ( 2006), una comedia escrita y dirigida por Sean Ellis, basada en un cortometraje ( 2004) del mismo título que obtuvo varios premios internacionales y que está protagonizada mayormente por Sean Biggerstaff , un joven actor escocés muy conocido por su participación en la serie de películas de Harry Potter
En el film, Biggerstaff desempeña el papel del estudiante de arte Ben Willis que, aquejado de insomnio, comienza a trabajar en un supermercado en el turno de noche. Para escapar del aburrimiento , Ben imagina que puede detener el tiempo para poder caminar en un mundo que está congelado.Finalmente, la capacidad de detener el tiempo se vuelve real y la aprovecha para disfrutar de los mejores momentos de cada día.
Como siempre que una película desconocida me ha hecho reír – o llorar- no he podido evitar buscar información y me he dado cuenta de que la crítica especializada no fue muy benevolente tras su estreno, pues , por ejemplo, tanto el New York Times como el Washington Post , la calificaron de superficial cuando no de sexista. En Filmaffinity mantiene una puntuación 6.5/10 que no esta nada mal y, por lo visto, en la la revista Fotogramas Antonio Trashorras le dió una puntuación de 4/5 destacando «su coherente mezcla de humor, sensualidad y melancolía».
Any way, lo que a mí me ha llamado más la atención es esa capacidad del personaje para congelar el tiempo y disfrutar de esos momentos detenidos, sobre todo en estos periodos de agitación política interna e internacional que cual tren de tormentas ( esta expresión la tomo también de la metereología)tanto nos arrebatan para generar una plusvalía que no se sabe muy bien a quién va a beneficiar.
Ese tiempo detenido- otro- al que algunos y algunas intentan acceder por medio de arduos ejercicios de meditación ( mindfulness que le llaman hogaño) o bien por un uso- se supone que atemperado- de todo tipo de enteógenos de proximidad…
El ChatCPT está revolucionando las aulas descargando a la siempre alegre estudiantina de la ruda labor de consulta, estructuración y escritura que precisan este tipo de hercúleos trabajos.
«En este clásico de la literatura universal publicado por el francés Gustave Flaubert en el siglo XIX, se presenta a una mujer frívola que está casada con un hombre austero y aburrido»
Esto es lo primero que me ha salido escrito cuando me ha dado por probar el ChatGPT proponiéndole el tema «Madame Bovary».
Pues el ( o la ) tal es un chat de Inteligencia Artificial ( IA) basado en el lenguaje GPT-3 que es capaz de elaborar , a petición, todo tipo de textos, desde un Trabajo para Bachillerato (TB) hasta un Trabajo de Fin de Grado ( TFG), o un Trabajo de Fin de Master ( TFM) , u otro sí , y con más tiempo, una justita Tésis Doctoral (TD).
Ni que decir tiene que el ChatCPT está revolusionando las aulas descargando a la siempre alegre estudiantina de la ruda labor de consulta, estructuración y escritura que precisan este tipo de hercúleos trabajos.
Pero claro, a la vista está que el mayor riesgo de este simpático robot es el plagio, sobre todo que se plagie a sí mismo sin límite, como antes se plagiaba clónicamente de El Rincón del Vago (ERV).
Avisadas las autoridades con mando en plaza (ACMP)correspondientes, en Nueva York han prohibido su uso en las escuelas y en algunas universidades punteras, mayormente australianas (?) ,ya han anunciado la Vuelta al Papel y al Bolígrafo (VPB).
Any way, a la vista de la mentada frasecita inicial, no sé qué pensaría el mismo Gustave, el de «Madame Bovary c’est moi» , pero sin duda esta sucesión tan rítmica de acrónimos señalados – ChatGPT, IA, TB, TFG, TFM, TD ,ERV , ACMP, VPB hubiera hecho las delicias de Bouvard y Pécuchet en su Diccionario de ideas corrientes…
En la fachada del magnífico palacio barroco en que se ubica el Ayuntamiento de Bergara se puede leer la inscripción «O que mucho lo de allá , O que poco lo de acá» del Eclesiástico bíblico.
He recordado estas palabras- que solía leer desde mi antiguo despacho de Secretario de UNED-Bergara- al recibir el programa de EMAKUMEAK, un Congreso «sobre feminismo e igualdad» organizado por el Departamento de Empleo, Inclusión Social y Promoción de la Igualdad de la Diputación Foral de Bizkaia, dirigido por la socialista Teresa Laespada.
Pues las jornadas previstas, más allá de integrar a primeras figuras de la reflexión sobre la situación de las mujeres en este comienzo del siglo XXI – como es el caso de María Ángeles Durán o Ana de Miguel- y otras de simple actualidad – como Ritxar Bacete– se caracterizan por dar el protagonismo a lo de allá, incluyendo una sorprendente conferencia inaugural de la ex-ministra francesa y socialista Ségolène Royal.
En este sentido, la participación de investigadoras o pensadoras de acá resulta más bien irrelevante, limitándose en algunos casos a hacer de relatoras, y subsumiéndose todo en un tono folklórico de coros y danzas que recuerdan a otros tiempos que algunos ( y algunas) desconocen y otros ( y otras) prefieren olvidar.
Y así , se evidencia la reticencia hacia lo nuevo, hacia la reflexión innovadora de acá, como es, por ejemplo, el caso de la ausencia de participación de alguna mujer vinculada al colectivo PIKARA que lleva ya más de una década intentando aportar una nueva visión acerca del feminismo y su márgenes, y que incluso ha sido galardonado con el Premio Emakunde 2021, que otorga anualmente Emakunde, el Instituto Vasco de la Mujer, y con uno de los cuatro Premios Elkarlan 2022 del Gobierno vasco que valoran las iniciativas innovadoras de cogeneración del valor público.
Así que parece que, contra lo que pudiera pensarse, hay todavía quien vive retrospectivamente cuando no emblemáticamente siguiendo por tradición o por simple incuria aquello de «O que mucho lo de allá , O que poco lo de acá»…
Cuando el alma se serena – que se decía antes- ya en la cama y antes de dormir, suelo leer un capítulo de algún libro de la serie Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán, para compensar, es un decir, mi degenerada tendencia hacia la lecturas teóricas bien parapetadas de hegelianismos ocultos.
Lo hago sistemáticamente y en orden sucesivo – comenzando por Yo maté a Kennedy– desde hace muchos años y supongo que es porque este polímata – que también se decía antes- supo armonizar en esta larga serie todo lo que fue desgranando en registros tan diferentes como la poesía, el ensayo o sus llamadas novelas «serias».
Un armonización poliédrica que por un lado fue recogiendo los aconteceres del tardofranquismo y la Transición, y por otro colocó el núcleo de la novela negra en un nivel al que no pueden llegar las paparruchadas actuales – demasiado déjà vu – por mucho que se conviertan en bestsellers, con la excepción de algunos autores nórdicos,de Petros Márkaris y, por supuesto, de Andrea Camilleri y su excelente comisario Montalbano.
Pues bien, ayer por la noche le tocaba el turno a la póstuma Milenio Carvalho, summa theologiae de las aventuras del detective gallego y su fiel escudero Biscuter , que recorren en una alocada huida hacia adelante este mundo nuestro siempre en permanente crisis.
Y, rememorando un viaje anterior, recuerda Pepe C. desde el heleno monte Athos, que «Grecia era otro país que no había hecho en su momento la revolución industrial y, como España, todavía dependía de los coroneles y de los popes, de los cantantes y de los exilados…»
No he podido dejar de subrayar estas lineas, evocando el lenguaje militarista que nos espera en los próximos meses electorales, los reiterados «con la Iglesia hemos topado» que nos informan una y otra vez, los exilados – siempre hay alguno ( y alguna , of course) :ahí está la Historia de los heterodoxos españoles – que pueden comenzar a volver según y cómo…Y, sin desmerecer, los cantantes, o, mejor , y en pleno aggiornamento, las cantantes que, como una picada Shakira, no dudan en mostras sus reivindicaciones sociales…
Retomo estas escriturillas tras las Saturnales romanas que aquel Papa que fue Liberio convirtió en Navidades cristianas.
He estado muy ocupado en desfacer entuertos, ocasionados mayormente por mis ideales aristotélicos, luchando aleatoriamente con una leona rampante que , como decía Katharine Hepburn de Henry Fonda en En el estanque dorado, aunque vieja todavía quería demostrar que sabía rugir.
La lucha ha acabado mal, con perjuicios morales ( más) y metafísicos (menos) ,y refugiado en la figura del karateka agachado atacado por la espalda, he salido a gatas del tatami en la convicción de que este tipo de kumite ya no me corresponde.
Y desfallecido andaba yo por estos pagos cual samurái-sin-señor,y sin ganas de tener ninguno , cuando un buen amigo me ha enviado una noticia asaz curiosa del 2015 que decía: «Un pueblo de Galicia anuncia La Feria del clítoris, por un error de traducción de Google». El error se debía a una equivocada ( y equívoca) versión de «grelos», que culminaba en una sorprendente afirmación:»El clítoris es uno de los productos típicos de la cocina gallega», lo cual que, en su momento, quizás ocasionó un notable incremento del multinacional peregrinaje santiagueño.
Y ansí , y antes de que me piratee este provecto susedido mi maestro Quim Monzó, doy cuenta del mismo en el día de la fecha, en siendo muy consciente de su trascendencia para el pasado del pueblo gallego y para la autoestima retrógrada de Google.
Y otro sí, que veo en esto un «in hoc signo vinces» , una hierofanía de Año Nuevo, que me señala desde atrás un camino y me anima a recorrerlo , dejando para mis compañeros ( y compañeras,of course) de letras y columnas más altas reflexiones y pesquisas sobre lo divino y lo humano.
En la cocina de la casa de mi abuelo Vicente , junto a una gran ventana que daba a la huerta, había una mesa de mármol blanco sobre la que solía haber un librillo de tono anaranjado: era el Calendario Zaragozano y su Juicio Universal Meteorológico
El ejemplar era, por supuesto, el de el año en curso y por lo general estaba muy manoseado y no sé por qué, pero olía intensamente a remolacha.
A mí me encantaba abrirlo a hurtadillas, cuando todos estaban dándole a la azada y al rastrillo,y mirar el pronóstico para el día en cuestión. No siempre acertaba – ahora creo que casi nunca – pero me consolaba pensando que era yo quien no escrutaba correctamente el cielo.
En aquel tiempo se pensaba mayormente en el futuro, toda vez que el pasado era negro negrísimo, y se confiaba en los pálpitos de los arúspices sobre todo si se revestían de cierto grado de cientifidad agraria- tal que la del astrólogo Don Mariano Castillo y Ocsiero.
Ahora se mira más hacia el pasado, intentando encontrar las supuestas y aleatorias raices de un presente otra vez negro negrísimo, haciendo balances de casi todo y repartiendo culpas a diestro y siniestro, como si lo que se hizo o se intentó hacer haya quedado en agua de borrajas y cada noche estemos al borde de una madrugada dipsómana que tienda obsesivamente a acabar como el rosario de la aurora.
Pero, en fin, yo, aquí y como Vicente Huici III, reclamo la tradición rochapeana y ,en actualizándola, hago también mi pronóstico y juicio universal para el año 2023, valiéndome del arte que mejor conozco y que es la tirada del I Ching – Libro de los Cambios chino que le dicen – que practico con ánimo post-maoísta, esmero y diligencia, y siempre de la mano de la excelente traducción de Jordi Vilà y Alberto Galvany.
Y tal que, echadas las monedas, me ha salido el hexagrama 9 -Xiao Xu -que implica un periodo en el que «no es posible domesticar a los grandes ni detener a los potentes, pero si se fortalece la voluntad, se logra actuar y es propicio». Un nueve en segundo lugar indica lo afortunado que puede resultar tener un guía y reconvierte el hexagrama en el 37 – Jia Ren – que sugiere la necesidad de que cada uno y cada una cumpla en adelante con efectividad el rol social que tiene asignado. Y otro sí , siendo el hexagrama contrario el 16- Yu- , que no se debe esperar ninguna satisfacción inmediata.
I. Ching-ek iradokitzen du bakoitzak bere rol soziala eraginkortasunez bete behar duela, berehalako asebetetzearen zain egon gabe.
Vamos, que pintan bastos y que, como casi siempre, se cifra todo en la voluntad que, como es sabido, tiene más en cuenta la utopía de lo estratégico que la distopía de lo meramente táctico.
Sursum corda! o, pues eso, que diría un Umbral….Y por supuesto yo ya me he comprado el Calendario Zaragozano del 2023…
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